Uno de los debates que marcaron el año 2020 fue aquel relativo a la cifra de población indígena en Chile. Se dio a propósito de la reforma por los escaños reservados para el proceso constituyente y la autoidentificación como derecho de los ciudadanos al momento de emitir el voto. Si bien esto último no prosperó, estableciéndose la inscripción previa en un padrón especial indígena, el debate quedó instalado. ¿Quiénes son en verdad indígenas en Chile? Es la pregunta que sigue rondando en el ambiente.
Lo cierto es que la legislación internacional es clara en reconocer el derecho a la autoidentificación de los pueblos originarios. Desde el Convenio 169 de la OIT a las Declaraciones de Derechos de Pueblos Originarios de la ONU y la OEA, ambas firmadas por el Estado chileno, reconocen este derecho. Y ello por razones bastante obvias: la emergencia de las identidades indígenas es propio de la modernidad. Lo es desde las vergonzosas celebraciones del Quinto Centenario del "Descubrimiento de América" el año 1992.
Aquella fue la mecha que encendió la pradera. Pasó también en Chile y en nuestra región. De los años noventa datan las primeras organizaciones mapuche que, tras romper con los partidos políticoschilenos, buscaron fortalecer una identidad y un "feyentun" (patrón de creencias) propio. Sucedió con el Consejo de Todas las Tierras y también con organizaciones de corte más radical a fines de la misma década. De fallidas experiencias revolucionarias a la búsqueda de un camino propio.
Esta autoidentificación étnica, posible de observar en lo político, también se da a nivel de la ciudadanía. Numerosos estudios dan cuenta del incremento de las cifras de personas que hoy se autoidentifican como mapuche o como miembro de algún pueblo indígena. Lo prueban los sucesivos Censos: de 900 mil indígenas el año 1992 a más de dos millones de personas el año 2017. No hablamos de una cifra menor. Corresponde al 12,8 por ciento de la población total de Chile.
Un reciente reportaje de la periodista Paula Huenchumil, publicado en el medio electrónico Interferencia, da cuenta de esto último. Son testimonios que de seguro interpretarán a muchos y muchas en La Araucanía:
"Mi mamá desde chica en el colegio sufrió de bullying de parte de los compañeros y profesores, le decían 'india', la molestaban por el apellido, esto hizo que hasta ahora no acepte sus raíces. Siento que ella de alguna forma fue permeada por esta crítica constante del chileno, del gobierno y de las noticias hacia el mapuche, que son flojos, terroristas, problemáticos, pese a que mi familia perdió sus tierras. Mis abuelos llegaron sin nada a Santiago", relata Daniela Painemal (27 años), fonoaudióloga de Maipú.
Daniela Painemal hoy se autoidentifica como mapuche pero es algo reciente en ella, pues señala que es un proceso que comenzó hace dos años, "no de un día para otro". Este año realizó su primer curso de mapudungun para comenzar a "recuperar" lo que ha perdido.
En el mismo reportaje la periodista Stefanie Pacheco Pailahual relata que no se declaraba mapuche porque lo consideraba "inapropiado" debido a que no pertenecía a un lof, ni manejaba la lengua. Trabajó en un periódico mapuche y continuó desarrollando su identidad "sutilmente", según describe. Vinculó su tesis y sus investigaciones de postgrado a la historia mapuche. Cuando de a poco comenzó a sentir un reconocimiento de su pueblo hacia ella: "Eso me hizo sentir empoderada para decir soy mapuche".
Hablamos de una primavera que ya no se detendrá.
"Esta autoidentificación étnica, posible de observar en lo político, también se da a nivel de la ciudadanía. Numerosos estudios dan cuenta del incremento de las cifras de personas que hoy se autoidentifican como mapuche".