Es importante que ciudadanía se informe adecuadamente respecto del calendario de vacunación para que el proceso se desarrolle de manera ordenada, por turnos, sin aglomeraciones, con el fin de no generar nuevas fuentes de contagio. Al momento de recibir la primera dosis, a cada persona se le entrega una tarjeta en que se le indica con claridad cuándo debe concurrir a la segunda dosis, que es necesaria para alcanzar la protección adecuada contra el virus. Además, se piden antecedentes como el correo electrónico o teléfono, para que a través del hospital digital se le puedan enviar mensajes en los cuales se les recordará la fecha en que debe administrarse la segunda dosis.

Vacunarse contra el coronavirus es voluntario y gratuito, y solo se requiere que la población mencionada en esta primera fase presente su cédula de identidad, para acreditar las edades. Pero si bien concurrir a los centros de salud a inmunizarse es una acción voluntaria, hay que considerar que ello permite proteger su salud y la de los demás, porque con ello se evita o se restringe la diseminación del virus, resguardando especialmente la vida de las personas más cercanas. También es un acto de solidaridad con los grupos de mayor riesgo, como son los adultos mayores, los enfermos crónicos y los funcionarios de la salud.

A pesar de la llegada de las vacunas y del inicio del proceso de inmunización, que en estos primeros diez días ha sido exitosa, las autoridades han reiterado que no se deben relajar las medidas de cuidado, como el uso de mascarillas, el lavado frecuente de manos y el distanciamiento social, con el fin de avanzar en el combate a la enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió a los países que no descuiden las medidas contra el coronavirus. Pese al alentador panorama por las vacunaciones masivas, todavía hay muchos países con un número creciente de casos.

Se recuerda que el año pasado hubo momentos en que casi todos los países que relajaron muy rápido las medidas de prevención, porque habían bajado los contagios, sufrieron una oleada aún más fuerte de casos.

Apenas comenzaba la pandemia en marzo 2020, las cifras económicas dieron de inmediato acuse de recibo. El Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) del tercer mes del año anotaba una variación de -3,5% en relación a igual mes de 2019 según datos preliminares del Banco Central de Chile. Enero y febrero habían registrado Imacec positivos (1,5% y 3,3% respectivamente), con lo cual el primer trimestre de 2020 cerró con una variación débil pero positiva de 0,3%. Pero lo peor vendría en el segundo trimestre, las variaciones mensuales del Imacec para abril, mayo y junio fueron de -14,3%; -15,5% y -13,6% respectivamente. De esta forma, el segundo trimestre de 2020 fue el peor registro del año con una contracción de -14,5%. El tercer trimestre siguió con cifras negativas, pero algo menores en relación al trimestre anterior, de esta manera, las variaciones mensuales del Imacec para julio, agosto y septiembre fueron de -11,3%; -11,0% y -4,8% respectivamente. En términos trimestrales, el tercer periodo de 2020 cerró con una variación de -9,1% en el Imacec. Finalmente, el cuarto trimestre del ejercicio 2020 fue mejor en relación a los anteriores producto del levantamiento de medidas restrictivas en buena parte del país que permitió desarrollar más actividades económicas, sin embrago, no alcanzó para salir de los datos negativos. El Imacec mensual para octubre, noviembre y diciembre anotó variaciones de -1,2%; 0,3% y -0,4% respectivamente. Este último cuarto de 2020 cerró con una variación trimestral de -0,4%. En resumen, en total el 2020 registró contracciones en 9 de sus 12 meses.

Con todo, el Imacec registró una variación anual de -6,0% en 2020 la mayor caída económica desde la crisis de los 80' cuando la economía se contrajo 11% en 1982 y 5% en 1983. Los datos de 2020 muestran los fuertes impactos de la crisis del coronavirus sobre la economía nacional. El Banco Central de Chile ya había anticipado el complejo escenario para el crecimiento 2020 en su informe de política monetaria (Ipom) de diciembre 2019, donde proyectaba que el producto interno bruto (Pib) del país tendría una recesión anual en el rango de -6,25%/-5,75%.

El análisis del Imacec por actividad para 2020 muestra que la producción de bienes cayó un 3,9% anual, donde la minería anotó variación positiva de 0,5%; mientras que la industria sufrió una caída de 3,1% y el resto de bienes tuvo una variación de -7.6%. El comercio registró una variación anual de -2,1%. Los servicios experimentaron una variación anual de -8,1%. Por su parte el Imacec no minero cayó un 6,6% en el año. La pandemia provocó una recesión en la economía chilena de grandes e históricas proporciones.

Patricio Ramírez, coordinador Observatorio Económico y Social

Universidad de La Frontera