Inmigración
Sí a la inmigración, no a la burla y atropello; ¿somos un país o un rebaño disperso de personas, hay respeto a nuestra nación o pasamos a la condición de circo?
¿En qué otro país se ha visto lo ocurrido hace pocos días en el altiplano nuestro (Colchane), donde llegan inmigrantes imponiendo violencia con nuestros compatriotas? No podemos mirar para el lado en aras de una extraña y humana misericordia y dejar de sospechar lo que haya detrás de estos hechos, como se gestan y desarrollan. Si suponemos buenas intenciones y acciones de todas las partes, los hechos por todos conocidos dan mucho que pensar, pues todo es muy anormal.
José Manuel Caerols Silva
Ni apellidos, ni colores
Sobre la carta del Señor Seguel, rotulada "apellidos y colores", deseo manifestar mi desacuerdo a su argumento de corte racista, en el cual fundamenta su reclamo a la postura de diversas autoridades y líderes políticos frente a la descontrolada inmigración que vive el país. El remitente dictamina que esta postura es porque se trata de personas con otro color de piel y porque no poseen apellidos que el describe como "rimbombantes". Al respecto es bueno recordar que Chile es un país que se ha construido a base de una significativa y constante inmigración desde su creación. Esta inmigración siempre se basó en políticas públicas -muy exitosas por lo demás- que apuntaban a fortalecer el tejido social y productivo del país y dudo, porque además no hay base documental que avale su afirmación, que el filtro que operó en este proceso, haya sido el apellido o el color de la piel. Más bien la evidencia nos muestra que se trató de personas que buscando mejor destino a sus vidas, estaban dispuestas a venir a un país remoto a trabajar muy duro para forjarse un futuro mejor. Es probable que tras varias generaciones de trabajo duro y esfuerzo, muchos de los descendientes de esos inmigrantes poseen hoy una posición holgada en lo profesional y económico y al Señor Seguel sus apellidos hoy le suenan "rimbombantes", pero le puedo asegurar que quienes antaño llegaron, lo hicieron literalmente con una mano por delante y otra por detrás.
Aquí el punto es otro, y no es nada más que el tremendo impacto en la red de protección social que el país posee para sus habitantes, la que se resiente con la masiva llegada de inmigrantes, y esto deteriora significativamente la calidad de los servicios y prestaciones a que tienen derecho los chilenos.
El Presidente Biden, de quien nadie podrá dudar de sus credenciales demócratas y humanistas, acaba de establecer una cuota de 125.000 refugiados al año. Esto significa el 0.00038% de la población del país más rico del mundo. Si Chile aplicara esa tasa de inmigración anual, podrían entrar al país 6.840 personas al año, y no los más de 200.000 que lo hacen cada año, alcanzando ya la cifra de 1.500.000 inmigrantes llegados en los últimos años.
Echo de menos en la carta de marras, alguna mención a la razón que provoca esta masiva migración al país. Habría sido interesante leer que esto es sin duda porque Chile es uno de los países con mejor calidad de vida y menos desigualdad de Latinoamérica, y también a que los inmigrantes huyen de paraísos gobernados por dictaduras de izquierda, como la venezolana. Como bien dice el señor Seguel, "al fin y al cabo seguimos hablando de personas" que sufren el latrocinio y maltrato de regímenes corruptos, inexplicablemente defendidos por líderes políticos de nuestro país.
Antonio Cordero K.
Lo Virtuoso del debate
En democracia existe la posibilidad de expresar distintas ideas y programas y cuando ello dice relación con la conducción del país a través de un Nuevo Pacto o Contrato Social, la Nueva Constitución, resulta aún más interesante y constructivo, por cuanto la ciudadanía bien informada podrá al momento de votar elegir aquéllos constituyentes que representen mejor su manera de pensar y ver cómo debe conducirse el Estado como Ordenamiento Jurídico Superior, custodio y orientador del quehacer social, económico, cultural y artístico de la Nación; la forma en que deben darse las relaciones entre los poderes del Estado y el Pueblo; ver por ejemplo si dejamos entregado al mercado y a la iniciativa privada, por la ley de la oferta y la demanda, todo lo relacionado con la economía, la industria, las finanzas, la educación, la salud, la previsión, la vivienda, etc…, o bien entregamos al Estado el poder suficiente para regular, controlar, planificar, impidiendo abusos, fraudes, colusiones, monopolios, concentración del poder económico en pocas manos, coartando incluso a la propia iniciativa privada, la que debe contar para su sana realización y protección, determinación de su ámbito de ejercicio. Ese es el dilema, no es que yo o René Araneda tenga la verdad sobre este asunto, son posiciones y será la ciudadanía, al momento de emitir su voto, la que elegirá al constituyente que represente una u otra posición. Incluso un sector de la derecha política, frente a la conducción actual de nuestra vida social y política, nota la ausencia de la mano reguladora del Estado, para así evitar los desmanes que se han producido y que, por ahora, este no el espacio para relatarlos.?
Carlos Reyes Hernández abogado