El decreto número 46 del Ministerio de Salud dispuso que desde enero del presente año las licencias médicas emitidas por los médicos, matronas y cirujanos dentistas deben ser emitidas solo en formato electrónico. Esa disposición modificó el Decreto Supremo número 3, de manera que el formato papel de dicho documento solamente será aceptado en casos especiales, donde no se cuente con los medios tecnológicos adecuados.

De acuerdo con esto, la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez (Compin), entidad encargada de vender los talonarios de licencias, pondrá el formato físico a disposición de aquellos emisores que se encuentren bajo este tipo de circunstancias especiales.

El nuevo sistema pretende dar mayores facilidades a los afiliados y empleadores, a la vez que representa una reducción importante en los costos, respecto del documento en papel, y simultáneamente permite un mejor control. Esto significa que los afiliados al sistema público de salud no tienen que llevar personalmente su permiso por enfermedad al empleador, mientras que éste tampoco tendrá que incurrir en mayores gastos de traslado de los formularios.

Las ventajas de la licencia médica electrónica son múltiples, ya que cuando el trabajador esté enfermo no deberá ir a dejar el documento de manera presencial hasta su lugar de trabajo; también podrá hacer el seguimiento en línea del estado de su documento; deberían disminuir los errores por falta de antecedentes, existirá una mayor confidencialidad de los datos personales y la resolución de su trámite será más expedito. En el caso de los empleadores, la utilización de esta plataforma permite que puedan hacer un seguimiento online del permiso médico de sus trabajadores, mejorando los tiempos de gestión, trazabilidad y evitando además el rechazo de documentos por falta de información, como son las cotizaciones. También el sistema permite una mayor fiscalización.

Es de esperar que la licencia electrónica dé los resultados que se esperan para que el sistema se consolide y permita un mejor control de los permisos por enfermedad, y evitar el abuso del mecanismo, en el que, finalmente, pagan justos por pecadores.

Dos informaciones oficiales ha conocido el país en las últimas horas. La primera nos revela que el Instituto Nacional, uno de los símbolos más emblemáticos del desaparecido Estado Docente chileno, obtuvo solo cinco puntajes nacionales de un total de doscientos treinta, y la medición de su actual calidad queda mordiendo la ubicación número cien; esta institución nunca bajaba de los cincuenta cupos de excelencia.

La segunda información nos dice, con extraña sutileza, que la PTU que reemplazó a la PSU para la selección de los postulantes a la educación superior, no mide como la primera la calidad de los colegios y que es una prueba hecha solo para dirimir elegidos.

En el trasfondo lo que hay en ambas revelaciones es que el sistema de educación vigente no logra, después de treinta años, recuperar cualidades vigentes hasta el año 1973. En esa fecha se determina el final del Estado Docente, entregando y dando forma a una cabeza de medusa municipal en que cerca de trescientos cincuenta alcaldes se convierten en sus respectivas jurisdicciones en ministros de Educación, la gran mayoría de ellos con el hoy Cuarto Medio.

Es conveniente una mirada para encontrar alguna explicación al respecto. Chile tiene un extraño ministerio de Educación. No tiene escuelas ni liceos, su función es entregar subvenciones a lo mal llamado público, empresa privada docente, y hasta donde sea posible vigilar el correcto uso de esos recursos.

El experimento que relato y que sigue dando magros resultados es analizado por el profesor y economista chileno que desarrolla cátedra en la Universidad de Maryland, quien sostiene que "ha existido frialdad en la clase política respecto a una reforma educacional, han vestido como técnicas iniciativas que en verdad han sido políticas e ideológicas".

En el fatigoso gobierno que duró diecisiete años eliminaron las Escuelas Normales que formaban a los profesores básicos, y el Pedagógico de la Universidad de Chile, esgrimiendo la espúria tesis de que ahí se formaban muchos profesionales docentes con sensibilidades progresistas.-

Albert Camus, Premio Nobel de literatura el año 1957, reconoció en su discurso de recepción del Premio la importancia universal del profesor, "y te lo agradezco a ti, maestro, y lo digo en voz alta para que el mundo lo sepa, que si estoy aquí, te lo debo a ti". ¿Por qué adjunto este recuerdo? Nuestra Premio Nobel de Literatura, María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga ( Gabriela Mistral ), en uno de sus poemas dice y susurra con belleza: "Señor, dame el amor único de mi escuela, que ni la quema de la belleza sea capaz de robarte mi ternura de todos los instantes".

Siento nostalgia de la educación que conocí y que se acentúa con estas frías conclusiones con que inicié esta columna, se aproxima a mi sensibilidad esa educación que transfería calidad en todo sentido, emoción, humanidad, formación cívica, tolerancia, respeto.

Roberto Muñoz Barra,

exsenador, presidente Instituto

Estudios Públicos Social Demócrata

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