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Madre e integrante de la ONG en la manifestación, quien busca a su hija nacida en el Hospital San Francisco de Borja.

ONG Hijos y Madres del Silencio, y ellas buscaron a muchas familias".

La ONG Hijos y Madres del Silencio ha sido la responsable del reencuentro de aproximadamente 170 hijas e hijos con sus madres, tanto en Chile como en el extranjero. "Si ellas no existieran serían imposibles las reuniones, porque ellas trabajan desde sus corazones", comenta Diemar.

En Suecia, las víctimas de adopciones irregulares han tratado de hacer la misma labor en Chileadoption, siempre trabajando desde la colaboración.

"Ellos tienen maneras de hacer las cosas y ponen su corazón en ello (...) "Las veces que he ido a Chile, me han acogido con los brazos abiertos. Nos unió la tragedia", agrega la vocera de Chileadoption.

IDENTIDAD

EN DESARRAIGO

María Diemar confiesa que desde que se enteró -a través de un examen de ADN realizado en 2018- de que es mapuche, su vida cambió profundamente: "siento la responsabilidad de aprender más sobre el pueblo para retomar mi identidad", y al mismo tiempo considera importante pasarles el legado a sus hijos. Además, comenta que "hay una cultura e historia detrás, y son muchos los mapuches adoptados en Suecia".

Tanto para María Diemar como para tantas otras personas adoptadas, la desconexión con sus orígenes viene acompañada por las consecuencias a su salud mental. Ser adoptada implica un proceso de búsqueda y asimilación que, en palabras de María, "las personas adoptadas en el extranjero hemos tratado de vivir con eso durante toda la vida. Lo único que nos queda es aceptar nuestra historia, porque no hay mucho que hacer cuando estás tan lejos de Chile".

La vocera de Chileadoption cuenta que le tomó unos 15 años procesar su nueva realidad cuando supo que era adoptada. Además de describirlo como un proceso triste, dice que "es difícil recordar la mitad de mi vida para atrás. Siempre pensé que era una persona, pero ahora eso cambió." Así como muchos otros, no ha recibido ningún tipo de reparación o alguna medida similar que pueda compensar ese daño.

REGULACIÓN

DE ADOPCIONES

En el artículo "Rompiendo los Secretos", escrito por la académica de la Facultad de Psicología en la Universidad Alberto Hurtado, Irene Salvo Agoglia, se menciona que el reconocimiento jurídico del Derecho a la Identidad y la entrada en vigencia de la Ley N°19.620, en 1999, ayudó en la regulación de las adopciones, relevando el derecho de las personas a conocer y buscar sus orígenes. A su vez, enfatiza el efecto negativo en materia de derechos humanos y la salud mental que esta experiencia conlleva.

Irene afirma que "los efectos en la salud mental están relacionados con muchos factores interrelacionados: la negación de la experiencia, los secretos, las mentiras que los sostienen y también la estigmatización y la impunidad que rodean estas prácticas. Los secretos -especialmente aquellos que podrían ser considerados "tóxicos", como señalan algunos autores- son dañinos y afectan las relaciones".

La académica recalca la importancia de que esta problemática sea abordada de una forma integral, que se reconozca la vulneración a los derechos humanos de las personas involucradas en adopciones forzosas o irregulares, abordando la reparación por los distintos efectos que la experiencia provoca tanto para las personas adoptadas como para sus familias.

A diferencia del caso de María Diemar, Alina Namuncura Rodenkirchen es una mujer mapuche que fue dada en adopción legalmente por sus padres. Nació en Panguipulli, pero fue adoptada por una familia alemana dos meses después de nacer. Si bien, siempre supo sobre sus raíces, afirma que sintió el efecto en su identidad al crecer fuera de su cultura natal, sin idioma ni conocimientos.

Vivir en el extranjero sabiendo que tenía sangre mapuche fue complejo para Alina, pues estaba completamente sola y alejada de su territorio, "siempre sentía que algo me faltaba, me sentía triste y esa nostalgia aumentaba con los años". Cuando tenía dieciséis años, Namuncura volvió a Chile por primera vez, donde resolvió algunas dudas respecto a su origen. Al llegar a Santiago, finalmente comprendió que no era pequeña, ni diferente como solía sentirse en Alemania, sino que era completamente igual al resto. Como explica Alina, en el extranjero no existen modelos diversos o estándares de belleza acordes a otras culturas, "no era tan conocido ser mapuche", por lo que usualmente se sentía "como un pez fuera del agua".

Aquello fue cambiando con el pasar de los años: entre más se acercaba a su pueblo, más podía reconocerse a sí misma como persona mapuche. Afirma que en Alemania se sintió bien con la vestimenta puesta y una vez en Chile, junto a otras personas mapuches, se sintió acogida: "ya no era un bicho raro como en otros países, ya no estaba fuera de lugar. Estaba ahí, donde debía estar".

"Se piensa que [el pueblo mapuche] es una sociedad aparte, que tiene costumbres e idioma distinto y que más bien, por la presión social, instituciones u ocupaciones termina acercándose a la sociedad chilena (...). Al conocer Chile, puedo decir que no soy chilena, porque mi socialización fue bajo estándares alemanes. Soy mapuche y alemana", afirma Alina Namuncura.

RACISMO

Durante agosto de este año, en La Araucanía, civiles han manifestado su racismo contra personas del pueblo mapuche a través de cantos como: "el que no salta es mapuche". Este es uno de los muchos ejemplos del racismo chileno hacia los pueblos indígenas.

Del mismo modo, Alina Namuncura narra de qué forma ha percibido el racismo por parte de la sociedad chilena, pues en muchas ocasiones, al hablar de su crianza en Alemania, ha recibido comentarios como: "¡oh que bueno!", "para qué quieres pertenecer a ese pueblo, mejor quédate allá", "tú no eres mapuche, si eres bonita" e incluso "puedes mejorar la raza". Alina afirma lo inusual que fue escuchar comentarios a los que no estaba familiarizada: "Fue súper extraño, no entendía qué me decían, no estaba en mi consciencia que tuviera que mejorar algo, fueron comentarios muy anticuados (...) no tengo que mejorar nada", afirma.

Para la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, Conadi, es un requisito la documentación de los padres biológicos mapuches para obtener la calidad indigena -documento que acredita que una persona, comunidad o asociación pertenece a una de las etnias reconocidas en Chile-, que tanto para Alina como para muchos adoptados, se dificulta. Esto, ya sea porque en los certificados de nacimiento no están inscritos los apellidos del padre o madre mapuche o porque han sido borrados del certificado al ser dados en adopción de forma irregular, lo que les excluye de distintos tipos de cursos, beneficios y reconocimientos.

Actualmente, muchas de las y los adoptadas irregularmente durante dictadura siguen sin tener justicia respecto a sus derechos vulnerados y no pueden acceder a conocer sus orígenes, su identidad, al bienestar y a su vida integral. Organizaciones civiles como Hijos y Madres del Silencio y Chileadoption se han encargado de brindar la reparación y el apoyo emocional que el Estado chileno nunca les dio.

"Buscamos que se resguarden los derechos de las madres y niños para que nunca más en Chile pase esto, que no se cosifique la infancia", apunta Jeannette Velásquez, coordinadora de Hijos y Madres del Silencio en La Araucanía.

"Justicia y verdad, por nuestros hijos robados sin piedad", era el cántico que cantaban al unísono.

Con la polera y pañuelo de la ONG, una de las madres exige justicia.