Obesidad infantil en La Araucanía
Mapa Nutricional devela que más de la mitad de los estudiantes evaluados presenta sobrepeso u obesidad. La pandemia ha tenido múltiples efectos en la ciudadanía, impactando de mayor forma a los niños.
Una preocupante realidad arrojó la confección del Mapa Nutricional que realizó Junaeb a nivel nacional. Luego de encuestar a más de ocho mil establecimientos educacionales para establecer los perfiles nutricionales de niños, niñas y jóvenes pertenecientes a prekínder, kínder, primero básico, quinto básico y primero medio del sistema público, se llegó a la conclusión que en la Región de La Araucanía más de la mitad de los estudiantes evaluados presenta sobrepeso u obesidad y, dentro de este grupo, la obesidad severa tiene una prevalencia de 8,5%, superando la media del país.
El panorama es aún más preocupante entre los niños de los tres primeros niveles de la educación inicial, donde la situación nutricional se ha visto deteriorada con un incremento importante de la obesidad total, ya que en prekínder esta alcanza un 32%, en kínder llega a un 32,8% ,y en primero básico un 32,3%. Además, según el Mapa Nutricional, en esos tres primeros cursos, 4 de cada 10 niños con obesidad tienen obesidad severa; en todos los cursos las niñas tienen menor prevalencia de obesidad total que los niños; y en los niños más de 1 de cada 3 presenta algún tipo de obesidad (35%).
Las causas del problema son variadas y multidimensionales. Y si bien la pandemia ha tenido múltiples efectos en la ciudadanía, impactando de mayor forma a los niños, el estudio también dejó en evidencia la relación que existe entre vulnerabilidad y obesidad.
Así lo señaló el director de Junaeb Araucanía, Alejandro Arias, quien sostiene que "esta relación es un complejo círculo vicioso pues puede generar consecuencias a la salud, educación, autoestima e ingresos de esas familias en el mediano y largo plazo".
De ahí que la solución a los preocupantes niveles de obesidad infantil que devela el Mapa Nutricional en el país y la Región, debe provenir de una política de Estado, que además de velar por la correcta alimentación de los niños y niñas, genere también las políticas adecuadas para que aquellas familias que se hallan en situación de vulnerabilidad puedan mejorar su realidad y con ello, también, generar mejores condiciones alimenticias para sus hijos.