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Momento crucial de la historia
Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores y autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica y dos veces presidente de ese país, señaló dos grandes verdades, cuya vigencia debiera orientar a los próximos integrantes de la Convención Constituyente que elegiremos en breve. La primera: "La tendencia natural de las cosas es que el gobierno gane terreno y que la libertad se bata en retirada". Alertó así de la permanente tensión entre el poder y la libertad, instando a los ciudadanos a que si valoraban esta última, se debía mantener una "eterna vigilancia". Y precisamente para eso sirve una Constitución, la cual se debe respetar por todos. De allí la importancia que ésta consagre la libertad, los deberes y derechos de sus ciudadanos , así como el equilibrio que debe existir entre los poderes que conforman el Estado, el cual inequívocamente debe estar al servicio del ciudadano.
Pero este gran líder también comprendió que para que una república sobreviva y prospere, se requieren líderes políticos de verdad, señalando que "cada vez que un hombre coloca un ojo deseoso en un cargo público, una podredumbre comienza en su conducta".
En un año que renovaremos la casi totalidad de nuestras autoridades, es fundamental que los electores chilenos, en este momento crucial de nuestra historia y con una clase política tremendamente desprestigiada, nos informemos debidamente para elegir a los candidatos más honestos y capaces que postulan a estos cargos públicos, buscando aquellos que lo hagan motivados por el deseo de hacer el bien y preservar una verdadera democracia, es decir, aquellos que transmitan una mirada limpia y sin el "ojo deseoso" en los cargos públicos. Porque si alguien lucha por el poder solo para satisfacer sus ambiciones personales, entonces será inevitable que esa corrupción de sus intenciones contamine el resto de su actuación.
Reinaldo Reinike E.
¿Y dónde está Dios?
En esta pandemia que avanza día a día, sensaciones y sentimientos tan humanos como soledad, enfado, tristeza y desesperanza se han apoderado de nosotros. Sin duda constituyen otra forma de virus que ha infiltrado nuestras vidas, mentes y corazones. En medio de este descalabro, que no se experimentaba desde más de un siglo, aflora una pregunta muy válida: ¿Dónde está Dios? En el evangelio según San Juan (14,7-14), Jesús dice a sus discípulos "si me conocierais a mí, conocerías también a mi padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto".
Las palabras de Jesús a sus discípulos fueron sencillamente magistrales; lo convirtieron desde ese instante en un ícono. Jesús tiene la cara, ojos, boca, oídos y el cuerpo del padre. Es el padre. En el Antiguo Testamento, con la sola excepción de su conversación con Moisés, Dios es invisible y únicamente se conoce por sus obras. Si esperamos ver cosas extraordinarias procedentes de Dios, muchos no tendremos esa experiencia en la vida que nos queda.
Mas participamos del espíritu del padre siguiendo a Jesús, quien dirige nuestro accionar ya sea guiando a los expertos en la resolución de la pandemia u ofreciéndonos la oportunidad de traer paz, ayudar a los que sufren a levantar cabeza y, en general, a ser compasivos y caritativos con quienes nos rodean. Y una mañana despertaremos… la pandemia se habrá ido... sólo veremos la cara de Jesús, sonriendo.
Gustavo M. Astorquiza
Madres trabajadoras: el doble desafío
La pandemia marcó un punto de inflexión para las mujeres de todo el mundo. La tasa de pérdida de empleo femenino fue 1,8 veces más alta que el masculino durante el último año y en Latinoamérica se perdieron cerca de 30 millones de puestos de trabajo según el BID. Quienes siguen trabajando, y especialmente las madres, han visto una mimetización casi completa entre las tareas del hogar y las del empleo, imponiendo un nuevo escenario, en el que lamentablemente han sido relegadas.
La tendencia también apunta a que las mujeres seremos las que tardaremos más tiempo en recuperarlo... hasta ahora. Pero en medio de este desalentador escenario hay buenas noticias.
Nuestro género siempre se ha caracterizado por revertir lo que en primera instancia se ve poco auspicioso y cambiar las cosas para mejor. Estamos en un momento clave en lo que respecta a definir los aspectos laborales que definirán el futuro.
Es el momento para reajustarnos a la nueva realidad y lograr el progreso que necesita ver la próxima generación de mujeres en el lugar de trabajo, con una equidad de género consolidada que entregue oportunidades por igual sin importar condiciones de ningún tipo.
Ahora nuestro trabajo, nuestras contribuciones y nuestras habilidades de cara al futuro, deben enfocarse en la adaptación y la productividad. Recuperar la confianza y el terreno que perdimos durante esta pandemia, será nuestro centro. ¡Feliz Día para todas las Madres!
Anabella Capetillo