Un informe publicado por la prestigiosa revista Science dio cuenta cómo las desigualdades económicas y sociales en Chile jugaron un papel importante en la propagación de la pandemia, y, así también, aseguró que la tasa de letalidad de las zonas vulnerables era tres veces mayor que la de las comunas de mayor nivel socioeconómico de nuestro país.

En la publicación de Science, una revista científica y órgano de expresión de la American Association for the Advancement of Science (AAAS), la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, se explican cuáles son los motivos de estas grandes diferencias, que se deben al tipo de trabajo que tienen la mayoría de las personas de los sectores más vulnerables, que no les permite cumplir con las cuarentenas, ya que los trabajadores, deben salir día a día para ganarse el sustento, tanto en un trabajo informal o en ocupaciones presenciales que los obliga a salir de sus casas.

Según la especialista Alejandra Fuenzalida, directora ejecutiva de United Way Chile, la cantidad de secuelas físicas y muertes que deja esta pandemia es solo otro ejemplo palpable de la desigualdad que se vive en Chile, y que puede llegar a ser letal. Otros ejemplos que también han quedado aún más en evidencia debido a la pandemia son: la gran brecha tecnológica y educacional.

Por lo antes mencionado, dice Fuenzalida, y para mitigar estas brechas, cobra aún más importancia trabajar en una sociedad que asegure las mismas oportunidades para todas las personas, y que este trabajo se realice a través de la educación desde etapas tempranas.

Todo lo que hagamos para fortalecer el apoyo y la estimulación durante la primera infancia es crucial para el desarrollo social, cognitivo, físico y emocional, es el momento donde se forjan las herramientas necesarias para enfrentar el resto de la vida de una persona, que todos contemos con las mismas herramientas y oportunidades es el objetivo por el cual debemos trabajar como sociedad.

No puedo dejar de escribir sobre nuestro científico, filósofo, biólogo y Premio Nacional de Ciencias, Dr. Humberto Maturana Romesín. Su muerte hace unos días conmovió al mundo intelectual nacional e internacional, dado su impresionante legado y por como a través de su pensamiento, podemos concebir la vida y al prójimo de manera distinta.

Estoy lejos de poder escribir sobre su influencia y repercusión. Ambas son inconmensurables y sería muy ambicioso de mi parte pretender algo así. Sin embargo, quiero destacar el tema que lo hizo reconocido por muchos, cuya frase versa sobre el amor y que fue acuñada en el libro Emociones y Lenguaje en Educación y Política (1992): sin aceptación y respeto por uno mismo, no se puede aceptar y respetar al otro, y sin aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia, no hay fenómeno social.

Se trata nada más ni nada menos, que respetarnos y aceptar a los otros, en todos los ámbitos de la vida: amorosa, laboral, familiar, educacional, social, política, etc., etc.. Un desafío de magnitud amorosa que debemos ejercer con plena conciencia. Con esta claridad, es que podemos ver en el otro sus diferencias sin que ello nos produzca contrariedad. Se trata de establecer en palabras del biólogo- una danza comunicativa, con y entre las personas en un continuo fluir. Es lo que denominó como la biología del amor, que es reconocernos como seres amorosos aceptando la totalidad del otro u otra en cuerpo y alma. Solo esa aceptación devuelve el sentido a la vida y al hacer.

Es en definitiva el respeto mutuo, ese respeto que hoy es tan necesario para todos y todas, en las más diversas esferas de nuestro diario vivir. Si tan solo fuéramos más generosos y empáticos, si pudiéramos hacer ese ejercicio, de aceptar al otro como es, con sus diferencias, con respeto, con amor, con libertad y en conciencia, la vida sería más amable, más feliz y más transparente. Justamente, lo que nuestra sociedad y cada uno de nosotros necesitamos por estos días.

Eduardo Hebel Weiss,

rector de la Universidad

de La Frontera