Una amplia controversia ha generado en el país el primer caso de la variante Delta. La situación ha generado molestia y confusión públicas, pero también permite poner de manifiesto la importancia de las estrategias de Trazabilidad, Tratamiento y Aislación (TTA), que se activan al conocer un caso, disponen atención para el afectado e investigan con quiénes tuvo contacto, para separar tanto al paciente como a las personas cercanas, para evitar que propaguen el virus, que se traspasa con rapidez.

Esto es especialmente importante para el caso de la denominada variante delta. Según la OMS, es "la más rápida" a la hora de transmitirse de persona a persona y puede aprovechar la relajación de las medidas de prevención sanitaria para expandirse. La jefa de la célula técnica anticovid de la OMS, María Van Kerkhove, señaló recientemente que estaba presente en más de 90 países y que "esta variante tiene ahora la oportunidad de transmitirse con el aumento de la socialización, si la relajación de las medidas se hace demasiado pronto". Esto ocurre, además, en un momento en que todavía gran parte de la población mundial sigue sin vacunarse.

El TTA se aplica con esfuerzos del personal de salud, con equipamiento tecnológico y controles permanentes; además de la gestión de residencias sanitarias, que otorgan un espacio de aislamiento seguro a quienes están afectados pero no requieren hospitalización, para no propagar la enfermedad. Para que el sistema, recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) funcione efectivamente, se requiere que los involucrados entreguen información fidedigna y que sigan las medidas legalmente obligatorias que se les indiquen; sin embargo, muchos desobedecen o ignoran los riegos.

Así como la mujer portadora de la variante delta tuvo una actitud cuestionable, a nivel regional se han cursado cientos de sumarios por situaciones similares. Por eso es tan importante insistir en el autocuidado que -junto con la vacunación- son las principales claves para superar la emergencia sanitaria.

¿Qué trae la esperada Encuesta de Caracterización Económica 2020, la famosa Casen? Malas noticias, sin duda. En una lectura muy inicial (aún no se liberan los resultados de indicadores y dimensiones por separado), hoy en Chile, 2.112.185 personas viven en situación de pobreza por ingresos, 583.901 personas más en comparación con 2017.

También aumentaron las personas que viven en situación de pobreza extrema; es decir, las personas con ingresos que están por debajo de los umbrales mínimos de alimentación y subsistencia. Desde 2017 a 2020, esa pobreza aumentó de 2,3% a 4,3%, lo que significa que pasaron de ser 412.839 personas en esta situación a más del doble, 831.232. Esta es la primera alza de estas cifras, en los últimos 20 años en el país.

Estos no son números; representan hambre, frío, angustia, enfermedad física y mental. Al observar los dos segmentos que constituyen quienes viven en situación de pobreza -"extrema" y "no extrema"-, es posible identificar que el aumento se concentra sobre todo en la pobreza más dura. También vemos que el aumento se distribuye de forma desigual en las regiones, donde algunas no presentaron variaciones con respecto a 2017, mientras otras tuvieron crecimientos dramáticos, como Tarapacá, que pasó de tener un 6,4% de su población en situación de pobreza en 2017 a 14,0% durante 2020. También destacan el incremento en las regiones de Antofagasta (de 5,1% a 9,3%) y Valparaíso (de 7,1% a 11,3%). Y el aumento de la pobreza extrema, que se da con extrema crudeza en Tarapacá (pasó de 1,7% a 6,9%) y en Arica y Parinacota (de 2,4% a 5,9%).

Las razones sanitarias impidieron además medir la pobreza multidimensional -que agrega factores como habitabilidad, educación, salud, entorno, apoyo y participación social, trato igualitario, seguridad-, porque el cuestionario se redujo y se hizo por teléfono, no presencial, lo que dificulta hacer comparaciones. A la luz de esta lectura inicial y dramática, hoy tiene más sentido que nunca la idea de no descansar, de no bajar los brazos, mientras haya un dolor que mitigar. Y no existe mayor dolor que el que te priva de tus derechos básicos, la pobreza.

Paulo Egenau,

director social del Hogar de Cristo