Correo
La Convención y el Congreso: harina de un mismo costal
A medida que pasan los días y las semanas en la Convención, las sesiones van y vienen en lentos debates sobre peticiones de la Convención a los poderes del Estado y charlas interminables sobre el reglamento interno que guiará el trabajo de ésta. A medida que esto ocurre, es inevitable realizar la comparación con otro órgano colegiado similar en su funcionamiento, el Congreso.
A pesar del desprestigio actual de los políticos en general, el Congreso (Cámara de Diputados y Senadores), tiene una virtud y es que el conjunto de reglas y reglamentos por el cual se rige ha sido aprobado por todos y en su funcionamiento entrega legitimidad futura para las leyes que sean promulgadas. Sin embargo, al estar basado en un sistema de elección, se forma un vinculo de dependencia entre el candidato y el elector. Por lo tanto, es inevitable la formación de bancadas, influencias y la necesidad de estar en pantalla representando a su "territorio".
Al parecer, la Convención lenta y paulatinamente está decantando en este defecto característico de los sistemas representativos de elección, el problema es que, a diferencia del Congreso, no posee un reglamento efectivo, aprobado por todos y que genere legitimidad.
Las constantes faltas de respeto están siendo pan de cada día. Las proclamaciones que hasta cierto punto van siendo antidemocráticas o de represión a minorías no están ausentes y todo esto careciendo de una Comisión de Ética.
La Convención está adoptando los defectos propios del Congreso, pero no posee un marco reglamentario con normas aprobadas por todos. Tal vez nos estamos apresurando en el análisis y la Convención esta aún a tiempo de enmendar el rumbo a pesar de su desarticulado comienzo. También se observa luz al final del túnel y es que dentro de la Convención algunos constituyentes demuestran un espíritu ciudadano ejemplar, como Agustín Squella, que denota un profundo conocimiento de los principios de la democracia y realiza un constante llamado al debate, al diálogo y la no formación de bancadas.
Carlos Zirotti Rehren, cientista político
El show continuado de la interpelaciones
Un estudio publicado por la consultora IPSOS, donde encuesta a 380 líderes de la Región, reveló que un 78% de ellos ubica a Chile como el país que mejor gestiona la pandemia en Latinoamérica.
Mientras tanto, en nuestro país, la oposición hace un show ridículo de interpelación al ministro de Salud para que explique por qué lo ha hecho tan mal (Sic).
Me imagino semejante estupidez, ya finalizando la Guerra del Pacífico con el triunfo de las fuerzas chilenas ocupando Lima, a un hipotético llamado de la entonces oposición al general Baquedano, su comandante en jefe, para que regrese a Santiago a dar cuenta de su "fracaso".
Ahora interpelarán al ministro de Educación por su empeño en la normalización de la Educación presencial, fundamental para el desarrollo de los niños. Los interpeladores hoy día gozan de un 2% de aprobación en las encuestas. ¿Las leerán ellos?
Rodrigo Montesinos Vásquez
Avance
Si a los constituyentes se les pagara por artículo discutido tal vez existiría algún avance, como eso no pasa aún no llevamos ni el título.
Benjamín Negrete Cristi
Poder constituyente
Se discute si la Convención Constitucional tiene un poder constituyente originario o derivado.
Es clara la intención de quienes postulan lo primero: que la Convención es la expresión máxima de la soberanía popular, que está por sobre los poderes del Estado y que, por lo tanto, puede disolver al Congreso y cesar cargos de otras entidades del Estado.
Lo cierto es que la Convención Constitucional no es un poder constituyente, ni originario ni derivado: es solo un grupo de personas a quienes se les mandató -mediante reglas establecidas en la Carta Fundamental vigente- para redactar y aprobar una propuesta de texto constitucional que será sometido a un plebiscito nacional para que la ciudadanía apruebe o rechace la propuesta.
Adolfo Paúl Latorre
Las contradicciones de Elisa Loncón
Realizar un discurso sobre el amor que debe existir en el trato de los convencionales no sirve de nada si después se señala que hay constituyentes que pertenecen "al sector del privilegio".
Nuestros actos son los que nos definen, y con estas declaraciones se ha notado la inexperiencia y la poca parcialidad que ha tenido Elisa Loncón como presidenta de la Convención Constituyente.
Marco Tagle