Uno de los efectos colaterales que ha traído la pandemia de covid-19 es la inadecuada disposición de los elementos de protección personal. En términos simples, se trata de que muchas personas botan mascarillas, guantes u otros implementos de seguridad sanitaria en la vía pública y no en lugares aptos para ello, lo que además de afear el entorno, genera potenciales contagios de la enfermedad de covid-19.

Si bien los llamados en orden a eliminar de manera correcta estos implementos se han realizado desde todos los frentes, apenas comenzó el uso obligatorio de mascarillas, lo cierto es que es cosa de salir a la calle para darse cuenta de la presencia de estos elementos en veredas, ciclovías o áreas verdes, lo que a todas luces es un problema que debe ser abordado con seriedad.

En ese sentido, resulta altamente interesante un proyecto de ley propuesto por el diputado de La Araucanía, Jorge Rathgeb, el busca sancionar con multas a quienes sean sorprendidos botando estos elementos en el espacio público. A juicio del parlamentario, esta iniciativa legal surge como respuesta al clamor de los propios vecinos, quienes le están solicitando que vuelva a la carga con esta iniciativa debido que, a pesar de los llamados que se realizan, solicitando depositar estos desechos en basureros o en lugares que corresponda, no se ha entendido el mensaje por lo cual se deberían aplicar sanciones.

Iniciativas de este tipo se han implementado en países europeos, donde se sanciona a quienes incurren en prácticas reñidas con la salud pública y botan los denominados elementos de protección personal en lugares no establecidos, y es eso lo que se busca replicar acá.

Si bien se trata de un tema de conciencia ciudadana, en el sentido de que no debiera ser necesaria la implementación de multas y sanciones que garanticen el cumplimiento de ciertas disposiciones, para lo cual solo debiera bastar el respeto y los buenos hábitos, lo cierto es que aquello no ocurre.

Por ello, mientras se discute una posible ley al respecto, se hace necesario volver a insistir en la necesidad de botar mascarillas, guantes y en general todo tipo de desechos de seguridad sanitaria en lugares aptos. Con acciones de este tipo no solo se tendrá una ciudad más limpia, sino que se evitará posibles contagios de una enfermedad que recién está dando una tregua y permitiendo que la vida vuelva a escenarios medianamente normales.

El quehacer filosófico en la Educación Superior chilena parece estar bajo una incomprensión respecto al sentido que tiene en los planes formativos de las distintas carreras impartidas por las Casas de Estudios. En este sentido, las y los estudiantes al cursar asignaturas que tienen un lineamiento filosófico puede manifestar las siguientes inquietudes: ¿para qué saber de filosofía? ¿por qué estudiar filosofía si yo estudio una carrera que no tiene nada que ver con ella? ¿para qué me servirá en mi futuro profesional saber lo qué dicen las y los filósofos? Estas interrogantes, están en sintonía con comprender el por qué y para qué de la filosofía en estos procesos de aprendizajes.

En este escenario de problematización, la filosofía chilena propone reflexionar sobre el ejercicio de su disciplina, con el enfoque de poder contribuir al desarrollo del pensamiento crítico en las y los futuros profesionales del país. En efecto, la obra "Asombros y Nostalgia" escrita por el filósofo chileno Jorge Eduardo Rivera Cruchaga, desarrolla una perspectiva respecto a lo que para él constituye la apasionante tarea de filosofar. En el artículo XVII titulado "la filosofía en la Universidad" es posible extraer conceptos para re-pensar y discutir el por qué y para qué del quehacer filosófico en el contexto de la Educación Superior en Chile. En estas páginas, el autor propone identificar el carácter de necesidad en la filosofía, es decir, esta disciplina de estudio no está determinada a si "vale o no vale la pena estudiarla", casi con un carácter de obligatoriedad, puesto que es una riqueza para quien quiere interrogar la vida, así como también, para quien invita a este ejercicio reflexivo, bajo un carácter desafiante desde el plano intelectual, logrando situarse en la realidad desde dudas personales y sociales. Por otra parte, la filosofía aporta con un "nuevo revestimiento", porque su vigencia e impacto educativo-social son importantes en la formación de profesionales al proporcionar diferentes elementos reflexivos (extraídos de las diversas teorías filosóficas), para hacer una lectura de la realidad desde un constante estar afuera, pero sin abandonarla nunca.

Por lo tanto, la filosofía necesita ser re-comprendida por parte de quienes experimentan los procesos de enseñanza-aprendizaje en la Educación Superior chilena (estudiantes-docentes-autoridades académicas) con el objetivo de dejarse contagiar por ella, desarrollar el pensamiento crítico (por qué y para qué hago lo que hago) y valorar las distintas perspectivas existentes, al interrogarse sobre un tema.

Javier Huiliñir Curío,

docente Formación e Identidad, Santo Tomás, Sede Temuco.