Las estimaciones de los expertos indican que la próxima temporada de incendios forestales una vez más podría ser complicada, considerando que ha habido pocas lluvias, el país enfrenta una prolongada sequía de más de doce años y que se prevé una primavera y verano con altas temperaturas y viento cálido.

Por ello, con anticipación, el Gobierno ha presentado el plan nacional 2021-22 de protección contra los incendios forestales, destinando a la vez los recursos con que contarán las instituciones públicas encargadas del control del fuego. Para el período de mayor ocurrencia de los siniestros, el Gobierno aprobó un presupuesto de 68.801 millones de pesos, unos 88 millones de dólares. Asimismo, las empresas forestales han destinado para este período 97 millones de dólares para la prevención y combate de incendios.

En Chile operan dos sistemas de protección contra esos incendios, aunque el trabajo es complementario. La acción del Estado, a través de Conaf, resguarda a pequeños propietarios y las áreas protegidas, como parques nacionales, reservas y monumentos naturales. El otro sistema de protección corresponde al de las grandes empresas que resguardan con sus propios recursos más de un millón y medio de hectáreas de plantaciones forestales, desde la Región del Maule hasta La Araucanía.

Los recursos de Conaf permitirán contar con 62 aeronaves y casi 3.500 brigadistas en 270 brigadas.

En Chile, el 99,2% de los incendios forestales es causado por factores humanos, ya sea por accidente o intencionalidad. En el territorio nacional existen más de 2,4 millones de hectáreas de plantaciones y un tercio de ellas pertenece a pequeños propietarios. Los megaincendios del verano de 2017 dejaron once víctimas fatales, pérdida de flora y fauna, destrucción de viviendas y un récord histórico de 467 mil hectáreas quemadas, incluyendo 220 mil hectáreas de plantaciones, de las cuales más de la mitad pertenecía a pequeños y medianos propietarios, y muchos de ellos no solo perdieron sus bosques, sino también sus viviendas e instalaciones, único sustento y fuente laboral de las familias.

A días de comenzar la primavera, entre los tikitikiti y el hoy oneroso olor a asado, según algunos culpa de quienes hemos gastado parte de nuestros fondos de pensión; emerge una frase entre recuerdo, deseo y honesta afirmación.

¿Mauricio, cuál es tu época favorita del año?, pregunta Marianne. Las fiestas del 18 de septiembre, contesto

Esta época del año tiene un sentido poético intrínseco, construido probablemente en las primeras infancias de quienes habitamos estas latitudes.

Los arboles florecidos, el sol que emerge entre las nubes con una brisa suave aun un poco fresca, recordándonos que estamos en el sur del mundo; esta sinfonía de aromas y colores se complementa con trompos, volantines, juegos y bailes populares. Sin embargo, la excelsa belleza descrita no se ajusta al verdadero sentimiento del adulto que enfrenta la honesta y aparentemente simple pregunta de una amiga.

Soy y me siento chileno, no por lo que dice mi carnet de identidad, soy chileno porque cuando pienso en el lugar donde vivo y quiero vivir, las imágenes de una cordillera cerca del mar y los sonidos esdrújulos de un idioma muy parecido al castellano inundan mi mente. Nuestro país se encuentra hoy en proceso de transformaciones estructurales, respondiendo así a las necesidades de cambio exigidas por quienes constituimos este dominio político; no obstante, también enfrentamos desafíos globales que superan ampliamente la capacidad de injerencia de quienes habitamos esta faja de tierra bañada por la corriente de Humboldt.

Desde la crisis migratoria en Colchane, hasta el cambio climático en el Cabo de Hornos, comprendiendo el problema político pendiente en el Walmapu y enfrentando la realidad de incremento sostenido de precios, que hasta hace poco parecía un recuerdo de los lejanos años ochenta, este es nuestro país hoy. En la frontera norte, Colchane no es un problema de otros, al ver los rostros de quienes hoy sueñan con venir y construir una mejor vida, ese es también el rostro de nuestros abuelos que alguna vez vinieron; los desafíos políticos y el cambio climático son un compromiso irrenunciable, del que nadie se puede restar.

Entonces por qué es mi época favorita del año. Porque estas semanas entre Fiestas Patrias y primavera, es posible afirmar como Ingrid Bergman a Humphrey Bogart en Casa Blanca, mientras los nazis invadían Europa, "el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos".

Este septiembre mientras esperamos la primavera, comemos anticuchos y bailamos hasta cansarnos, estaremos también pensando en los inmensos desafíos que como país tenemos por delante, en un mundo que aveces sentimos se derrumba, pero al mismo tiempo abre oportunidades para construir y amar.

Feliz 18 y feliz primavera a todas y todos.

Mauricio Partarrieu Vistoso,

académico Universidad

de La Frontera