La continua ola de accidentes llama a la reflexión acerca de las causas que provocan estas tragedias, muy ligadas por lo general al comportamiento humano, sin desconocer que varias de las carreteras de la región podrían necesitar algunos reacondicionamientos.

Según el reciente balance anual de Carabineros, en 2021 fueron 79.520 incidentes viales a lo largo del país que provocaron la muerte de 1.687 personas, siendo el peor registro de decesos en 13 años.

Al revisar tales accidentes se constata a vehículos que aparecen intempestivamente desde caminos laterales; otros que adelantan en lugares y circunstancias cuestionables; se agrega la presencia de alcohol en los conductores; maniobras claramente prohibidas y el tradicional exceso de velocidad.

Es evidente que la falta de bermas, por ejemplo, la inexistencia de señalización o la mala calidad de una ruta conspiran en contra de un mejor manejo, pero es el factor humano lo fundamental para evitar estos dramas. Así lo indican las respectivas crónicas de estos hechos, desgraciadamente muy reiterados.

Si la calidad de una ruta fuera la única condicionante para evitar siniestros, no cabe la menor duda que la Ruta 5 Sur no sería escenario de ellos; sin embargo, se producen ante maniobras impropias de algunos conductores y un desapego absoluto de las normas del tránsito, entre ellas el máximo de velocidad. Tal cosa ocurre también en otras diversas vías del país.

Resulta natural pedir mejoras, pero son los conductores, básicamente, quienes deben mostrar un manejo más responsable, en especial en lo relativo al consumo de alcohol y el exceso de velocidad. Si estas conductas persisten de poco o nada valdrán los mejoramientos solicitados, que desde luego se justifican.

Estas irregularidades se observan también en las calles y avenidas de Temuco, sobre todo en las noches, y de ello hablan las crónicas policiales con excesiva frecuencia. El factor humano, entonces, es clave para evitar estos hechos.

A muchos seres humanos les inquieta su futuro laboral en las próximas décadas con la aparición de la automatización, la tecnología y la inteligencia artificial. La estricta verdad es que al revisar textos sobre esta materia nos encontramos que dicha preocupación se inicia a principios del siglo XIX y hasta la fecha nunca se ha materializado que el ser humano pierda su importancia como ente económico de primera necesidad en el desarrollo de todo tipo se sociedades creadas.

Hace algo así como una semana, el mundo se ha enterado de que un país asiático, Japón, en poco tiempo más pondrá a la venta el primer auto volador. Igualmente informa la creación ya muy adelantada de automóviles autónomos que no necesitarán conductores.

Para nosotros los llamados adultos mayores nos cuesta imaginarnos ese futuro, pero a nuestros hijos de diez años arriba les resulta una información más, simplemente del mundo por venir para ellos.

Sobre estos anuncios traslado información en donde se señala que con estos nuevos vehículos se prestarán servicios mucho mejores que los actuales; por ejemplo y entre las más significativos, reducirán la mortalidad causada por accidentes.

Estadísticas oficiales indican que solo en un año -por supuesto el que recién pasó- un millón y medio de personas murió en accidentes de tránsito (el doble de las que mueren por guerras, crímenes y terrorismo, sumadas todas ellas) y expertos señalan que más del 90% de esos accidentes se deben a errores humanos: alguien que bebe alcohol y conduce, otros que reescriben mensajes en sus teléfonos, alguien que se queda dormido al volante, otros que sueñan despiertos en lugar de poner atención al tránsito.

Entonces simplemente en esta materia del transporte los automóviles autónomos no incurrirán en esas fallas, entonces aceptemos de buen grado que merced a ello se reducirán las muertes y las lesiones, estimándose que su disminución será de un 90%. En conclusiones concretas, se salvarán la vidas de al menos un millón de personas por año.

Volviendo al tema laboral y a la pérdida de oficios, en este caso los conductores, en esos entonces habrá que entender que por el desarrollo de la ciencia, la tecnología, la inteligencia artificial, las generaciones que habiten ese futuro deberán en forma permanente estar aprendiendo nuevas profesiones en al algo así como cada diez años.

Está claro mirando ese mañana que está a la vuelta de la esquina, que los empleos que existirán exigirán un gran nivel de pericia y ante ello no es errado pensar que se generarán graves problemas a los trabajadores no cualificados; si bien es cierto que estarán apareciendo nuevos oficios, se puede presumir que existirá o aparecerá una " nueva clase de inútiles".

Esa clase a a que hago referencia existe ya, y son muchos millones entre los 18 mil millones de seres humanos: los maestros chasquillas y los mentados "Ninis"...Los que ni estudian ni trabajan.

Roberto Muñoz Barra,

exsenador, presidente Instituto

Estudios Públicos Social Demócrata

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