El robo de vehículos es un delito de alta frecuencia en la capital regional. Todos los días, a través de redes sociales, personas afectadas por este ilícito publican imágenes de los automóviles sustraídos con la esperanza de recibir ayuda de la comunidad para dar con el paradero de los móviles. Y si bien un porcentaje importante de ellos es encontrado (en ocasiones son abandonados tras ser chocados), lo cierto es que se trata de un ilícito que preocupa a la comunidad.

Frente a esto, Carabineros cuenta con una unidad especial dedicada a esclarecer este tipo de delitos, la Sección de Encargo y Búsqueda de Vehículos, cuyos efectivos tienen un alto porcentaje de efectividad en la recuperación de los automóviles que han sido robados en la ciudad.

Sin embargo, más allá de todos los recursos que puedan disponer las policías para la aclaración de los ilícitos, lo ideal es evitar la comisión de estos implementando acciones preventivas.

Y en esa dirección, la ciudadanía puede colaborar adoptando una serie de medidas que complejicen y ojalá impidan la acción delictual, toda vez que el delincuente actuará donde vea una oportunidad. En esa dirección, las recomendaciones apuntan a no estacionar los automóviles en lugares demasiado solitarios u oscuros, o bien en calles periféricas del centro donde no exista la presencia de cámaras de televigilancia. A ello se agrega la implementación de diversos dispositivos que se pueden encontrar en el comercio, como cortacorrientes, trabavolantes o sistemas GPS.

Ahora bien, el ideal de una sociedad es que no existan delitos o estos estén reducidos a su mínima expresión, por lo que mientras se logra avanzar en esa dirección, se debe prevenir la acción delictual.

Muchas veces hemos abierto la Biblia y nos hemos preguntado ¿qué significa realmente este pasaje?, ¿cómo puedo aplicarlo a mi vida?, ¿por qué algunas cuestiones de la Biblia parecen irrelevantes?, ¿qué tienen que ver aquellas culturas antiguas con las actuales? Amo a Dios ¿por qué no puedo entender lo que me está diciendo por medio de su palabra?, ¿qué estaba pasando en las vidas de estos personajes de la Biblia?, en fin, muchos cristianos no leen la Biblia con regularidad.

¿Por qué? Debido a las presiones de la vida diaria no pueden encontrar una conexión entre los principios eternos de las Escrituras y los problemas siempre presentes de la vida cotidiana.

Dios nos insta a que apliquemos su Palabra ( 1 Corintios 10.11; 2 Tesalonicenses 3.4), pero muy a menudo solamente acumulamos conocimiento bíblico. Por eso uno de los propósitos sustanciales de la Biblia es enseñarnos a cómo llevar a la práctica ese conocimiento revelado, cómo aplicamos lo que hemos aprendido.

La aplicación de la Palabra de Dios es una parte vital de nuestra relación personal con Dios, es la evidencia de que lo estamos obedeciendo. La dificultad que se presenta al aplicar la Biblia a nuestra vida no radica en la Biblia misma, sino en la incapacidad nuestra para cerrar la brecha entre el pasado y el presente, lo conceptual y lo práctico.

Cuando no hacemos o no logramos hacer esto, los resultados son aridez espiritual, superficialidad e indiferencia. Las palabras de las Escrituras nos gritan: «Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores» (Santiago 1.22). Entonces se hace oportuno reflexionar sobre la aplicación misma de la palabra.

Pero ¿qué es la aplicación de la Palabra? La aplicación es un proceso que comienza al conocer y entender la Palabra de Dios y sus verdades eternas buscando el sentido del mensaje y materializándolo en acciones concretas.

Una buena aplicación centrada en la verdad de la Palabra de Dios enseñará al lector lo que debe hacer con lo que está leyendo y lo motivará a responder a lo que Dios le está orientando. Todo esto es esencial en la aplicación. Finalmente la aplicación es poner en práctica lo que ya sabemos y responder a la pregunta ¿y eso qué? estando motivados a actuar.

La aplicación es algo profundamente personal, singular para cada individuo. Es hacer de una verdad pertinente una verdad personal, y requiere que se desarrolle una estrategia y un plan de acción permanente para vivir una vida en armonía con la Biblia. De hecho Jesús dijo que quién así lo hacía era un hombre sabio (Mateo 7:24).

Pablo Pinto Salamanca,

pastor presbítero, Consejo Regional de

Pastores Evangélicos de La Araucanía

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