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Avecindado por gusto y ganas en la ciudad que lo acogió profesionalmente en 1964, el doctor Juan Antonio Rojo Echeverría cuenta ya con una historia que supera las cinco décadas de vida en Temuco, terruño al que ha visto crecer, con sus virtudes y defectos, y que le ha permitido no solo ayudar a traer al mundo a cientos de niñas y niños, sino también a formar a más de 35 generaciones de profesionales que representan cerca de mil 300 médicos para Chile.

Rotario hace 57 años y esposo y padre hace 63, este médico jubilado, originario de Concepción, es uno de los siete personajes que el Concejo Municipal de Temuco eligió en 2022 para premiar en el contexto del aniversario 141 de la comuna y en su caso, como "Ciudadano Destacado", categoría que comparte con el doctor Miguel Ángel Solar y la convencional constituyente Rosa Catrileo.

Sentado en el living de su departamento, el doctor Rojo admite sorpresa por el reconocimiento y también orgullo por lo que el servicio que ha podido prestar durante toda su vida profesional y ciudadana, a lo largo de la cual ha procurado ayudar a los más desposeídos y apoyar a Dios a traer nueva vida a este mundo.

Crítico acerca de la pérdida de vocación profesional y muy atento respecto de los retos que tiene por delante la ciudad, Rojo Echeverría comparte hoy cómo ha sido vivir y trabajar en esta, su ciudad adoptiva.

TEMUCO

- ¿Cómo recibe el reconocimiento de "ciudadano destacado" de Temuco, el cual será entregado el 24 de marzo?

- Lo recibo con una sorpresa muy grande y con mucha humildad también. Yo llegué a esta ciudad hace 57 años, cuando recién me había recibido de médico. Pasé transitoriamente por aquí porque en ese tiempo los médicos generales de zona hacían seis meses de estadía en el Hospital Regional. De ahí me fui a Pitrufquén donde trabajé por primera vez en mi vida como médico. Allí estuve hasta el año 70, donde llegué a ser director del hospital. Después me vine a Temuco a hacer mi beca de especialización. Una de las cosas especiales en mi historia es que fui el primer becado que existió en el Hospital de Temuco. Eso me marcó en gran medida, aunque lo que más me marcó y me hizo venirme acá es que estudié en la escuela de Medicina de Concepción que siempre formó médicos con la intención que hicieran medicina social, que estuvieran dedicados a atender a la gente del pueblo y por esa razón yo elegí el Servicio de Salud. Estando en Pitrufquén iba a atender a la gente en sus casas, a los campos, hacía postas, porque siempre he pensado que yo le debía devolver la mano a la sociedad que me permitió estudiar gratis mi carrera (…).

- ¿Cómo era Temuco en 1964?

- Temuco era una ciudad que llegaba hasta donde hoy está el casino. Ahí empezaba el recinto Sofo y más allá era solo campo. El único edificio en altura estaba frente a la plaza, no había más. Mucho después se construyó la Torre Caupolicán. Era una ciudad grande con mentalidad de pueblo chico. Se hacía mucha vida de familia, mucho compartir, era muy social en la medida que uno podía. Esta fue la ciudad que me adoptó en 1964.

-¿Qué le parece el grupo de hijos y ciudadanos destacados elegidos este año?

- Los conozco a todos por relaciones laborales, personales y también por lo que hacen y por lo que difunden los medios de comunicación. Yo quiero pensar que la ciudadanía ha sido muy generosa con todos nosotros y creo que todos nosotros también lo que hemos hecho es hacer nuestro trabajo pensando en los demás. Siempre he creído que mi labor ha sido servir a los demás, en especial a los más desposeídos de salud. Elegí obstetricia pensando que le ayudaría a Dios a traer vida al mundo y elegí la oncología ginecológica para ayudar a mejorar y sobrellevar la enfermedad de las pacientes de cáncer.

- Usted es originario de Concepción. Comenzó su historia con Temuco en 1964, recién graduado. ¿Cómo ha sido su relación con la ciudad y la Región?

- La verdad de las cosas es que yo me encontré en Temuco con seis compañeros de curso de la escuela de medicina. En un momento determinado trabajamos aquí el doctor Hernán Henríquez Aravena, Q.E.P.D.; el doctor Eduardo Villagrán Valdés, obstetra y ginecólogo; el doctor Enrique Contreras, cirujano especialista en mamas; el pediatra Juan Fernández; Waldemar Pool, radiólogo (fallecido) y el doctor Bruño Walter que llegó a ser oftalmólogo, también fallecido. Eso me acercó un poco más. Además, había tenido un compañero de curso, el doctor Sebastián Ortiz H., cuyos padres y su hermana Mariana me recibieron con cariño. Siempre hubo nexos que me unieron a esta zona. Siempre me ha gustado la naturaleza de aquí. Concepción es una gran ciudad, pero Temuco tiene algo que acoge y que a uno lo hace encariñarse. Más encima, cuando estaba terminando mi beca se formó la escuela de medicina de la cual formé parte. Entonces hay muchas cosas que hicieron muy difícil que yo me pudiera desligar. Diría que soy un ciudadano más que se encariñó con Temuco, con la Región y que le ha dado a este territorio lo que ha podido dentro de sus posibilidades.

EL PRIMERO

- Usted fue el primer becado que tuvo el Hospital de Temuco en cualquier especialidad, ¿cómo se dio este hecho histórico?

- Se dieron varios hitos. Como yo era médico general de zona en Pitrufquén los profesionales tenían ganado hacer una beca de especialidad, y uno tenía que gestionar dónde. Lo tradicional era Concepción o Santiago. Yo había decidido que quería ser gineco-obstetra y pensaba que se me haría difícil tomar a mi señora y cuatro hijos y llevarlos a Santiago. Así que hice los trámites en la maternidad del Hospital de Temuco donde trabajaba el doctor Eduardo Villagrán, gineco-obstetra que había sido compañero de curso, y quien hizo su beca primaria al terminar sus estudios. Él fue el nexo para gestionar la beca aquí. En ese tiempo el Hospital de Temuco era apadrinado por el Hospital San Juan de Dios de Santiago, desde cuyo servicio de Ginecología y Obstetricia vinieron para ver si el equipo local estaba capacitado para formar especialistas y de dijeron que sí. Solo algunas subespecialidades tuve que hacerlas en Santiago. Se dio el visto bueno con el aval de la U. de Chile y empecé mi beca. Así fue pasando el tiempo. Seguí trabajando en el servicio, llegué a ser jefe del mismo, fui director del CDT y me quedé y me quedé. Esa capacidad formativa gineco-obstetra quedó hasta el día de hoy operativa en el hospital.

- Se dice que ayudó a formar a 35 generaciones desde que se formó la Escuela de Medicina de Temuco, es decir, cerca de 1.300 profesionales médicos y, al menos, a unos 35 especialistas, ¿Qué representa ese trabajo para usted?

- Trabajé en formación de especialistas hasta que me retiré del hospital. Creo que esto significa un regalo muy grande. Tener la posibilidad de darle a otros una parte de su capacitación para que mañana puedan entregar salud, bienestar y buen pasar a la gente es una bendición de Dios para mí. Tuve la suerte de formar pregrado y post grados, entonces, eso para mí es una satisfacción, un orgullo personal que trasciende a mis hijos. Pero siempre he dicho: lo que he hecho en la vida lo he hecho gracias a la mujer que tengo y a Dios.

- Ha dicho que se convirtió en médico porque de niño lo decretó así y luego lo ratificó porque quería ayudar a la gente. 58 años después, ¿cómo se siente respecto de ese compromiso adquirido?

- Me siento bien, creo que hice lo correcto. El hecho de haber trabajado en el servicio público durante toda mi vida me permitió atender a gente más desposeída, a las personas que no tienen acceso a la salud aquí o allá. Haber podido hacer eso por más de 50 años es un motivo de satisfacción y un orgullo muy grande.

- Al año 2022, ¿cómo está la vocación médica y el sistema de salud?

- Veo con mucha angustia lo de hoy. En este tiempo, el espíritu de servicio se ha ido perdiendo. Hoy la gente sale de la escuela sin la intención de ir a trabajar a un hospital. Lo que veo con pena, con preocupación, y es que la medicina también entró en esta dinámica de la economía de consumo. Hoy, todo gira alrededor del signo peso. Estoy consciente que uno necesita el dinero para vivir, pero uno no puede vivir solo en función del beneficio económico. Siento que hoy se estudia mucho menos por vocación que antes. Los seres humanos están más apegados a la parte material.

A MEJORAR

- Usted no solo ha prestado ayuda a través de su profesión, también lo ha hecho como socio y directivo de Rotary Club por más de 50 años. ¿Cómo ayuda esa entidad a la sociedad local y regional?

- Se ayuda a escuelas, hospitales, hogares de ancianos y sectores rurales, pero también hay ayuda de alcance mundial. Esta entidad tiene una obra maravillosa que partió hace más de 37 años. La campaña de la PolioPlus y significa que, en un momento, en el mundo no haya más polio, tal como ocurrió con la viruela. Cuando partió había 350 mil casos de polio al año en el planeta (…). Al día de hoy, en el mundo se ha notificado un solo caso (…). Entonces, estamos cerca de erradicarla. Rotary también da becas pro-paz, becas de estudios, intercambio de grupos de estudio, ayuda a hogares de ancianos y hace campañas para limpiar caminos. La de Rotary es que una tarea destinada siempre a una comunidad, no a una persona. Hoy sigo siendo rotario, después de 57 años. Este servicio me ha hecho sentir muy grato porque, por ejemplo, en el último año ayudamos a ollas comunes, hemos llevado instrumental al Hospital de Temuco, hemos creado salas escolares y aportamos árboles para reforestación de zonas rurales.

- Ha vivido situaciones excepcionales en su vida. No solo ayudó en el parto de siete nietos y su primer bisnieto, también ha sido testigo directo del nacimiento de pequeños cuyas madres tuvieron problemas de fertilidad. ¿Cuán emocionante ha sido ejercer como gineco-obstetra?

- Qué puedo decir, ayudar a traer vida al mundo es una maravilla. Estar frente a una mujer que está expulsando a un niño y recibirlo, cortar un cordón, limpiar una carita, escuchar la respiración y ese primer llanto es una cosa maravillosa. Es la vida, ayudas a dar vida, aunque tú no lo haces, eso lo hace Dios. Pero la verdad he vivido situaciones muy especiales en los nacimientos. También he tenido la oportunidad de ayudar a muchas mujeres desde el punto de vista ginecológico, sobre todo, detectando cánceres de forma precoz y ayudando a sobrellevar la enfermedad.

- Doctor, ¿qué le parece el Temuco de 2022 y qué aspectos le gustaría ver mejorados?

- Ya he comentado lo que me gusta de Temuco. Ahora, en estos momentos, creo que la ciudad tiene un problema de movilidad, está colapsada por un parque automotriz que sobrepasa su capacidad vial. Todo lo que es la locomoción colectiva necesita un reordenamiento y la movilización privada particular también. A lo mejor deberíamos andar más de a pie o en otros medios como la bicicleta. El comercio ambulante es otro problema y no sé cómo lo van a resolver. Pero se tiene que reordenar. Y de lo más se tienen que preocupar las autoridades hoy es que desaparezca de esta tierra el odio, la animadversión y toda esta cosa que nos hace vivir con miedo, y que nos impide salir después de ciertas horas, porque en Temuco también ha crecido mucho la delincuencia y se han deteriorado las relaciones humanas. Más allá de las diferencias políticas, creo que la única forma de encontrar soluciones es el diálogo real, escuchando al otro.

"Siempre hubo nexos que me unieron a esta zona (…). Más encima, cuando estaba terminando mi beca se formó la escuela de medicina de la cual formé parte (…). Diría que soy un ciudadano más que se encariñó con Temuco, con la Región y que le ha dado a este territorio lo que ha podido dentro de sus posibilidades".

"El hecho de haber trabajado en el servicio público durante toda mi vida me permitió atender a gente más desposeída, a las personas que no tienen acceso a la salud aquí o allá. Haber podido hacer eso por más de 50 años es un motivo de satisfacción y un orgullo muy grande".

"Ayudar a traer vida al mundo es una maravilla. Estar frente a una mujer que está expulsando a un niño y recibirlo, cortar un cordón, limpiar una carita, escuchar la respiración y ese primer llanto es una cosa maravillosa. Es la vida".

"En estos momentos, creo que la ciudad tiene un problema de movilidad (…). El comercio ambulante es otro problema y no sé cómo lo van a resolver. Pero se tiene que reordenar. Y de lo más se tienen que preocupar las autoridades hoy es que desaparezca de esta tierra el odio, la animadversión y toda esta cosa que nos hace vivir con miedo".