El Rincón del Abuelo Anacleto
Este frío otoño, el abuelo Anacleto, matemático jubilado y aventurero, pasa las tardes de los domingos paseando y jugando con su nieta Trinidad y su nieto Miguel a orillas del lago Calafquén, en Coñaripe. El domingo pasado, una vez que se cansaron de correr y recoger palitos y piedrecitas, se sentaron en la arena a comer unos pastelillos y beber jugo natural de fruta. Al ver que su nieta y nieto estaban muy tranquilos y un poco cansados, el abuelo les propuso el siguiente juego.
Sentémonos en la arena formando un triángulo, y uno de los tres dice un número en voz alta. Quien está a su izquierda, tiene que dividir el número por el mayor de sus divisores primos, dice el número resultante en voz alta y pasa el turno a quien está a su izquierda, quien repite el proceso. El juego termina cuando algún jugador o jugadora dice correctamente el número 1 en voz alta.
Trinidad se entusiasmó de inmediato y dijo un número entre 50 y 100 con tan buena suerte, que ganó. Entonces Miguel, para no quedarse atrás, dijo en voz alta el número siguiente del que eligió Trinidad, y también ganó. Mientras celebraban la hazaña, llegó a la playa Boris, también matemático jubilado, que paseaba con sus perros. Anacleto le explicó el juego a su amigo y lo desafió a adivinar el número que dijo Trinidad, pero luego de unos minutos, Boris comentó que necesitaba algún dato adicional, así es que Anacleto agregó que, de todos los divisores primos del número, el mayor no se repite.
¿Cuál es el número que dijo Trinidad?