La crisis provocada por la pandemia de covid-19, que se declaró hace más de dos años, permitió valorar la importancia de Internet en el teletrabajo y el teleestudio, que hasta entonces habían tenido un lento avance en el mundo, pero que con la emergencia permitió a los trabajadores y estudiantes desarrollar sus labores a distancia, sin asistir en forma presencial.

La situación ahora está más normalizada, pero los expertos estiman que en adelante empresas, universidades y diversas instituciones, adoptarán un sistema de trabajo y estudio híbrido, es decir, una mezcla de actividad presencial y a distancia. El trabajo a distancia ha implicado el uso frecuente de métodos de procesamiento electrónico de información y algún medio de telecomunicación para el contacto entre el empleado y la empresa.

La irrupción de Internet en todo el mundo se ha transformado en un punto de inflexión para el ser humano, especialmente en términos de comunicaciones y relaciones con su entorno. Los cambios han sido profundos y vertiginosos. En solo dos décadas, el mundo virtual se ha instalado junto a la vida real y cotidiana. Esas conexiones han significado que el concepto de distancia se haya relativizado, y desde su aparición, el mundo está a un solo click, desde donde el usuario lo esté operando.

El 80% de los trabajadores en el mundo tuvieron que digitalizarse debido a la pandemia, pero no hay que descuidar la robotización que ello produce.

Ya las universidades habían planteado hace algunos años las posibilidades de utilizar las conexiones de Internet para realizar algunas actividades a distancia, pero avanzaron poco hasta que la crisis sanitaria que se inició hace poco más de dos años y la necesidad de que las personas se quedaran en cuarentena en sus casas obligaron a su aplicación acelerada, tal vez sin un plan muy metódico.

Durante la pandemia Internet tuvo una prueba de fuego y cumplió, al mantener conectadas a las familias, a los trabajadores con sus empresas, a los estudiantes con sus colegios y universidades, a los usuarios con los servicios públicos y la banca, y al mundo en general. Y esta conectividad llegó para quedarse.

A veces parece una broma, otras es simplemente un tanto incomprensible. Durante estas últimas semanas se ha originado un no despreciable debate alentado por algunas autoridades de gobierno y apoyado por entusiastas partidarios, mientras que en el otro frente hay personas que consideran que hay temas más fundamentales que esos mismos personeros debieran solucionar.

La educación chilena desde que fue transferida a los municipios, no ha podido levantar cabeza plenamente, no pudiendo desprenderse de dolencias que van desde el ámbito de la docencia hasta aspectos materiales.

Esta realidad ha determinado en encuestas serias que a la educación pública municipal solo concurre un 38% de nuestros niños, mientras que el otro 62% prefiere la educación particular y un 4% simplemente a la pagada y cuyos montos de matrícula mensual sobrepasan por lejos el millón de pesos mensuales.

Cuesta explicar que desde el Ministro de Educación hacia el lado y hacia abajo, porfían equivocadamente en establecer la institucionalidad de un vocablo raro que pretende ser el más correcto: "les niñes" por el tradicional "los niños".

Sin embargo nada dicen y pareciera ocultan bajo la manga la no responsabilidad de poner el acento en graves situaciones que afectan a un porcentaje de niños de la educación pública: dos semanas atrás la policía detuvo a una banda de delincuentes que robaban autos, compuesta por un niño de 10 años, uno de 14 y un tercero de 16 años. Y el capitán de la banda delictual, de 21 años y con un amplio prontuario de asaltos y robos con violencia.

Como si ello fuera poco, un colegio particular subvencionado en Santiago está instalando dos pórticos, como el de los aeropuertos, para detectar el ingreso al aula de armas cortopunzantes, así como la posibilidad de armas de fuego.

Se sabe que no pocos colegios del gran Santiago, Valparaíso y Concepción enfrentan la angustiosa realidad de alumnos que llegan drogados con marihuana, pasta base y otras yerbas, las que motivan crueles y sangrientas peleas entre niñas y niños que son conocidos por los medios de comunicación.

Desde el año 1990, cuando se recuperó la democracia todos los gobiernos han predicado, ofrecido, prometido el mejoramiento de la calidad de la educación pública, pero hasta el momento es muy poco lo que se ha conseguido.

No puedo ni debo culpar a los ministros de Educación comunales, vale decir los alcaldes, porque ellos no pidieron apropiarse de esta criatura llamada educación, a la que miran con mucho fastidio y como una pesada cruz.

Hoy la combinación escuela, profesores, padres, esta triada porque en la actual sociedad consumiste los progenitores creen que la formación integral de sus hijos es solo un deber de la escuela y los docentes.

Mientras tanto, inexplicablemente, altas autoridades nos quieren entretener en un debate simplista respecto a qué es mejor, en el lenguaje , "les niñes" o "los niños".

Roberto Muñoz Barra,

exsenador, presidente Instituto Estudios Públicos Social Demócrata

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