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Cores piden a subsecretario una serie de medidas que favorecerían a todo el país

REUNIÓN NACIONAL. "Pedimos que el Gobierno y el Congreso Nacional generen una partida presupuestaria denominada Gobiernos Regionales de Chile, sin la tutela del Estado central, para disminuir la burocracia y los procesos que no tienen sentido", dijo Marcelo Carrasco.
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El Austral

Analizar y proponer acciones que permitan implementar de manera efectiva la ley de traspaso de competencias de los gobiernos regionales, fue el objetivo central de la reunión sostenida este último fin de semana, en la ciudad de Antofagasta, por consejeros regionales de todo el país con el subsecretario de la Subdere (Subsecretaría de Desarrollo Regional), Miguel Crispi, quien estuvo acompañado de su equipo de profesionales.

La información fue entregada por el core de La Araucanía, Marcelo Carrasco, presidente nacional de los consejeros regionales, quien indicó que valoran el gesto de la reunión con el subsecretario, al que plantearon que todo proceso que se inicia requiere de la asignación de presupuesto para ser implementado, y con ello, que es una prioridad que los Gobiernos Regionales puedan flexibilizar sus presupuestos.

Descentralizado

Carrasco indicó que también plantearon al subsecretario Crispi que se debe avanzar hacia un presupuesto regional descentralizado. Para los consejeros regionales además es importante que el Gobierno y el Congreso Nacional generen una partida presupuestaria denominada "Gobiernos Regionales de Chile", sin la tutela del Estado central. "Lo que pretendemos con esto, añadió el consejero, es disminuir la burocracia y procesos que no tienen sentido, y que lo único que hacen es alargar los tiempos en la ejecución presupuestaria y la puesta en marcha de sentidas inversiones para la comunidad".

Todas las materias abordadas parecieran ser muy generales, dijo Carrasco, "porque no se entregan cifras específicas, sin embargo, aquello viene en una etapa posterior que debe hacerse región por región, una vez que las propuestas sean acogidas y se comiencen a implementar. Lo que buscamos a través de este trabajo, prosiguió el Core Carrasco, porque favorecería a toda la comunidad, es contar con un fondo de desarrollo regional, con equidad territorial y con una visión construida desde las regiones y con las regiones".

TRABAJO CONJUNTO

En la declaración final que elaboramos, informó Carrasco, "invitamos al Gobierno Central y a los gobernadores y gobernadoras, a trabajar de forma conjunta en cada una de las competencias a las que aspirará cada una de sus regiones".

Además, indicó, "solicitamos al Gobierno que impulse una ley corta que fortalezca el rol de los consejeros y consejeras regionales, pues todo traspaso de competencias hacia los Gobiernos Regionales pasa por fortalecer el rol y las funciones de sus autoridades electas democráticamente".

Por último, concluyó Carrasco, "pedimos al Gobierno y Congreso Nacional que respalden los proyectos de ley que modifican el artículo 1° transitorio de la Ley N° 21.073, para que los gobernadores (as) y consejeros (as) regionales, permanezcan los cuatro años mandatados por la ciudadanía, así como también el proyecto de ley que termina con inhabilidades de quienes ejercen cargos de representación popular, para competir por cualquier otro cargo elegido por la ciudadanía, en igualdad de condiciones, y respetando el límite a la reelección".

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"Solicitamos al Gobierno que impulse una ley corta que fortalezca el rol de los consejeros y consejeras regionales, pues todo traspaso de competencias hacia los Gobiernos Regionales pasa por fortalecer el rol y las funciones de sus autoridades electas democráticamente".

Marcelo Carrasco,, core de La Araucanía,, presidente nacional de los consejeros regionales

Carlos Peña

El molino Grollmus

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¿Qué puede explicar el incendio intencional de ese molino (tenía más de un siglo) y la agresión a balazos de quienes lo sostenían? ¿Qué significación oculta (más allá de su significado criminal) posee?

Bien mirado, el fenómeno no es muy distinto al que se ha verificado en otras zonas en que se ha atacado, a veces hasta destruirlas, a estatuas o iglesias u otros testimonios físicos del acontecer y de la historia.

Lo que todos esos hechos tienen en común es que son vestigios del pasado y por eso el atentado contra ellos, el desprecio que se revela en esos actos, posee una particular significación.

La literatura (entre ellos Frederic Jameson, quien es cualquier cosa menos sospechoso de conservadurismo) ha observado que en muchos de estos actos se revela una ruptura en la cadena de la temporalidad. El tiempo es como una cadena de significantes en que el ayer está atado al hoy y este, por su parte, al futuro, como si fuera un conjunto de eslabones que sostiene la memoria y el recuerdo. El desprecio de los vestigios y monumentos del pasado acusa una ruptura en esa cadena de la temporalidad y ello tiene dos significaciones que en este tipo de actos o atentados es posible advertir: en uno de ellos revela un presente detenido en el que el pasado no se reconoce o simplemente se rechaza; en el otro, se revela el esfuerzo por borrar el tiempo hasta reconstruir un tiempo arcaico que habría sido ocultado por la historia.

Es probable que la primera hipótesis -un presente detenido- se verifique en Santiago y otras ciudades en que ha habido destrucciones o maltratos de monumentos y de estatuas, a las que se afea, se ensucia o simplemente se destruye. Quienes ejecutan esos actos (quienes ensucian con esmero casi profesional estatuas, calles, parques) suelen ser personas que viven encerradas por decirlo así en el presente (nómades del presente los llama un autor). El presente se libera de cualquier significación y entonces se vuelve intenso y se asemeja -expresa el mismo Jameson- "a la experiencia alucinadora de la euforia".

Pero como es obvio, o casi, el caso del molino Grollmus es otro muy distinto. Las personas que a sangre y fuego (no es un decir) lo redujeron a cenizas lo hicieron porque ello representaba simbólicamente la restitución de un momento arcaico enterrado por la aparición de este signo de modernidad (hace cien años este molino lo era). Al destruir el molino (y de paso casi asesinar a esa familia de descendientes de inmigrantes cuyos antepasados lo erigieron) se ejecuta una metáfora de lo que piensan o creen estos grupos violentos que desafían al Estado y siembran el terror: que es posible sacudir la modernidad para que asome, por debajo de ella, un momento prístino del que creen haber sido expulsados. Esa utopía arcaica que los alienta es, como todas las utopías, un imposible. Podrán esos grupos destruir todos los vestigios de la primera modernidad; pero debajo de ello no asomará una cultura impoluta y original. En cambio, seguirá habiendo una cultura indígena que ha experimentado largos procesos de mezcla y sincretismo que, al mirar ese paisaje sin ese viejo molino, sentirá más o menos lo mismo que todos: que al destruirlo se ejecutó un acto bárbaro e insensato del que no se obtiene nada más que dolor de la familia (uno de cuyos y miembros deberá ser amputado) y un paisaje desolado porque ya no estará el molino en cuyo derredor se organizaba el espacio.