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La jerga científica: ¿cuestión de posiciones?
Jerga es una variedad lingüística que usa un determinado grupo de personas, diferente en el léxico a la lengua standard, a veces incomprensible para los demás. Es también una modalidad lingüística especial de un determinado grupo social o profesional como del campo médico, judicial, educacional/pedagógico, comercial, ingenieril, etc.. No se debe confundir con un "dialecto" que es una variedad de habla de naturaleza geográfica, social de una misma lengua. De cualquier forma, es común hoy escuchar la expresión "hay que entender…", que la pedantería que la ciencia usa a menudo. De aquí la importancia de la divulgación del conocimiento científico en forma sencilla y alcance de los no especialistas.
Los fenómenos de la naturaleza distan mucho de ser como un científico(a) lo ve. Tan pronto como un fenómeno se descubre, se le califica o clasifica (taxonomía) de inmediato con algún vocablo propio de esta jerga. Los fenómenos naturales, en modo alguno, son como los ven los "científicos" pues la vida se desenvuelve de momento en momento, de instante en instante y cuando la cognición humana lo detiene para analizarlo, de hecho lo mata. Así, cualquier inferencia extraída de un fenómeno natural, de ninguna manera, es igual a la mente del observador que, alucinado por sus teorías, cree firmemente en el "realismo de sus propias inferencias". Y a eso se le conoce como "con base en la evidencia". Karl Popper (1902- 1994) acentuó la falibilidad del conocimiento científico en la demarcación entre lo que es científico y aquello que no lo es.
Son muchos los términos, o vocablos que se acuñan en los distintos campos científicos para hacer que los procesos caminen sobre los carriles de una "pedantería" más que "sabiduría". La intelección, ni por muy brillante que parezca, no podrá jamás, afirma el Dalai Lama en "The Book of Awakening", conducirnos a la experiencia de lo real. La conciencia despierta - agrega - no es la mente, tampoco la memoria, ni nada semejante. Del intelecto divorciado del espíritu, deviene lo inútil surgiendo así los "bribones de la ciencia".
El "inicuo" (lo malvado, lo malo, lo perverso), del que habla Pablo de Tarso en sus epístolas, se manifiesta hoy por doquier en todas las actividades humana: discute en los cafés, academia, negocia en la ONU, la OTAN, FAO, Unesco, OMS, FEW y se sienta cómodamente en Ginebra. Realiza experimentos en laboratorios, inventa bombas, misiles teledirigidos, gases y virus asfixiantes, deconstruccionismo liderando el pensamiento científico y la estructura de los planes de estudios en un sistema de educación. Debemos distinguir, en consecuencia, si eso que llamamos "progreso científico", es realmente beneficioso para la humanidad, en qué dimensión y en cuál no.
Omer Silva Villena
Pare, mire y escuche
"Pare, mire y escuche". Así era el letrero que estaba justo antes de cruzar una línea del tren.
Desde el 18 de octubre todos los sectores han vivido la experiencia de encontrarse con un resultado que les sorprende y que al parecer era inesperado. Este 4 de septiembre le tocó a la campaña del Apruebo. Más allá de la circunstancia actual, hace tiempo que se nos extravió la capacidad de escuchar, y si no hacemos algo distinto, nada nuevo va a pasar.
No estoy de acuerdo con las declaraciones de Carmen Hertz ni con las de Rojo Edwards. Ambas tienen un tono que, a mi juicio, acrecienta el conflicto.
Estamos en un momento en el que necesitamos encontrar los puntos en los que estamos de acuerdo para avanzar a conversar sobre nuestras diferencias. Esto es más profundo que encontrar fechas y constituyentes para una nueva redacción de una constitución; esto se trata de conversar sobre el país que queremos; de parar y escuchar a la contraparte para comprender qué hay detrás de su rabia, frustración y tristeza.
Porque apruebo y rechazo es algo del pasado y hoy necesitamos conectarnos con el futuro. Por eso paremos, miremos y escuchemos, que la responsabilidad de ese futuro es nuestra.
Pablo Fuenzalida, consultora Dinámicas Humanas
Vida universitaria y salud mental
La crisis de salud mental que enfrenta la comunidad educativa ha alcanzado tal magnitud que el propio Ministerio de Educación ha instalado una mesa de trabajo para abordarla. Es un paso necesario.
La pandemia convirtió la brecha digital en una fuente de angustia no anticipada.
El impacto en la educación superior ha sido enorme. Somos testigos del aumento en la deserción universitaria por motivos económicos, y cada vez más, de salud mental. La ansiedad, la depresión y los problemas del sueño han sido algunos de los diagnósticos médicos más comunes, junto a graves problemas en sociabilización y capacidad de aprendizaje.
El desafío es enorme. Por un lado, aprovechar y multiplicar las oportunidades de esta digitalización acelerada, pero al mismo tiempo, y en el caso de la educación superior, proteger el núcleo de la "vida universitaria" con la vuelta a la presencialidad, aquella que permite el desarrollo integral de la autonomía de los jóvenes.
Todos quienes tenemos responsabilidades en la educación chilena, debemos aunar esfuerzos para enfrentar esta realidad.
Cecilia Echeverría Jaque, vicerrectora Académica de la Universidad del Alba