Recientemente se celebró el Día Mundial de la Leche Escolar, fecha instaurada desde el año 2000 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y con el fin de resaltar su importancia para la nutrición humana. Por eso su consumo se promueve de manera temprana con la lactancia materna exclusiva en el recién nacido y de forma complementaria desde los seis meses hasta los dos años de vida de un niño, pues es un alimento completo que cubre sus necesidades nutricionales y otorga importantes propiedades inmunológicas.

En nuestro país desde 1908 surgieron las primeras iniciativas de entrega de leche a escolares, lo que luego se robusteció con la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria (1920), con la creación de la Junta Nacional de Auxilio Escolar en 1953 (actual Junaeb), alcanzando mayor cobertura en 1964. Estas iniciativas generaron un gran impacto en la salud y alimentación de los niños, pues junto a otros factores ayudaron a revertir la desnutrición, mejorando su crecimiento y aprendizaje, siendo incluso referentes para otros países.

Para Gabriela Lizana, directora de Nutrición y Dietética UDLA de Viña del Mar, son innumerables los beneficios de los lácteos para el organismo. El más relevante es el rol de los minerales calcio y fósforo en el fortalecimiento de huesos y dientes. También aportan proteínas de alto valor biológico que ayudan al desarrollo y crecimiento de músculos; una variedad de vitaminas están implicadas en el fortalecimiento del sistema inmune, el desarrollo del sistema nervioso y cerebro, energía, visión, absorción de calcio, entre otros, aportando, además, minerales implicados en la contracción muscular y el funcionamiento del corazón, lo que revela el gran rol de la leche en la salud, sobre todo en niños y adolescentes.

La recomendación de consumo de lácteos es de dos a tres porciones al día, por lo que tener acceso a una merienda de este tipo a través de los programas de alimentación y leche escolar es muy valorable, ayudando así a complementar la dieta familiar y fomentando el sano desarrollo de la niñez.

Una actitud excesivamente optimista es la del ministro de Hacienda, Mario Marcel, que declaró que espera que la Reforma Tributaria esté aprobada en marzo. No hay que olvidar que como derecha la votamos en contra, no porque no estemos de acuerdo con la necesidad de aumentar la recaudación, sino porque no concordamos con la forma en que se quiere hacer. Coincidimos, por ejemplo, en las medidas de evasión y elusión, pero no con aquellas que desincentivan la inversión que tanto necesita el país.

Uno de los temas que está sobre la mesa es el denominado "impuesto a los súper ricos", guiño ideológico que busca el beneplácito de los partidarios del Presidente Gabriel Boric y que más bien parece una medida que busca meterles la mano al bolsillo, porque la experiencia internacional muestra que no es efectivo, incluso en algunos países se derogó, porque no recaudaba lo esperado y porque quienes se veían afectados simplemente modificaban su domicilio tributario.

Este impuesto no es más que un impuesto al ahorro, que pronto provocaría la fuga de capitales y pararía la entrada de nuevos, afectando al empleo y por ende el crecimiento.

Los avances tecnológicos y la posibilidad de movilizarse de manera rápida y expedita están disponibles para quienes son más productivos y por ende tienen los recursos para hacerlo y controlar desde cualquier parte del mundo sus inversiones, evitando que el fruto de su trabajo y esfuerzo se vea afectado.

Este tipo de impuesto no es nuevo. Alemania, Australia, Dinamarca, Finlandia, Irlanda y Suecia implementaron en algún momento el impuesto al patrimonio y fue derogado porque la recaudación era baja y provocaría un efecto negativo por la posible salida de capitales.

Siempre ha habido una fascinación por compararnos con los países de la OCDE, por lo que no se puede ignorar un antecedente no menor: desde 2019, solo seis países miembros (Noruega, España, Suiza, Bélgica, los Países Bajos e Italia) aplican impuesto sobre el patrimonio neto anual.

Quienes nos oponemos a medidas como esta no lo hacemos por defender a los "súper ricos", sino porque creemos que hay que enfocar bien a lo que queremos lograr. Hoy Chile -después de un estallido social, una pandemia y un proceso constituyente que incrementó la inseguridad y falta de certezas- necesita inversión para crecer y especialmente para la generación de empleo.

En la Comisión de Hacienda hoy el espíritu es trabajar en conjunto, mejorar la propuesta y evitar que su efecto sea más negativo que positivo para el desarrollo del país. Pero claramente elevar los impuestos en el actual escenario económico nacional e internacional puede convertirse en una bomba de tiempo.

Miguel Mellado,

diputado de la República