Nadie duda que la ciudadanía tiene derecho de manifestarse y expresar sus demandas, pero no se puede desconocer que las familias no quieren vivir atemorizadas por la violencia, que el país altere su funcionamiento y en ocasiones casi se paralice por el vandalismo.

En los últimos años, los actos de destrucción y saqueos que se generan en algunas fechas han dejado saldos lamentables, con personas heridas, destrucción de la propiedad, de obras que son de beneficio de la comunidad, ataques y saqueos a locales comerciales. Hay pequeños comerciantes a los que les vandalizan y roban sus negocios, y sufren la pérdida del patrimonio logrado con años de trabajo y sacrificio.

Con motivo de la conmemoración de los tres años desde que se produjo el estallido social del 18 de octubre de 2019, en el país una vez más se han producido estos desmanes.

Los violentistas, en gran medida, son menores de 30 años, que crecieron después del término de la dictadura. Son más bien los hijos de la democracia, que no han entendido cómo deben expresarse y a quienes tampoco les han hecho entender que así como tienen derechos, también hay deberes y que el Estado de Derecho y sus instituciones no deben ser pasados a llevar, pese a todos los cuestionamientos que puedan existir.

Nos enfrentamos a una realidad que es necesario atender y enfrentar, porque el derecho a la manifestación social se ve comprimido por la violencia de algunos sectores. Es evidente que hay un desplome de la confianza en las instituciones, que habla de una tendencia y una crítica social sistémica.

Las instituciones en general -y no solo el gobierno- deben estar atentas para proyectar una imagen positiva a la ciudadanía, que se encuentra especialmente sensible a diversos temas que explican su malestar. Para construir el futuro debe tenerse presente que la legitimidad es clave. La autoridad y toda la institucionalidad deben funcionar en forma eficiente porque cuando eso no sucede, la legitimidad retrocede, el terreno cambia y pasa a ser material fecundo para los populismos, el deterioro del debate, del diálogo y de la democracia.

Desde que comencé a utilizar la bicicleta como medio de transporte y medio de recreación, empecé a conocer la Región de La Araucanía y la comuna de Temuco desde otra perspectiva, vinculándome con el territorio de una manera mucho más directa, estando en contacto con el aire, la tierra, el agua, el barro y con la gente. La bicicleta me permite parar en diferentes lugares y conversar con la gente de un modo directo. He recorrido hasta ahora en mi bicicleta la ciclovía Manzanar Malalcahuello, el cerro Ñielol, el cerro Pumalal, Rucapangue y el río Cautín, entre muchísimos otros lugares. A veces por la ciudad me introduzco en un callejón y llego al río y conozco su ribera desde otra perspectiva. Me pierdo por las calles y las plazas conociendo sus árboles y su gente.

Algo así podría ser nuestro cicloturismo: una persona capacitada facilita conocer la naturaleza de la Región en bicicleta en una visita guiada. Paseos guiados por la ciudad destacando su patrimonio y riqueza cultural. El ecoturismo es una actividad atractiva que mezcla el trabajo físico, el turismo y el comercio local. Temuco cuenta actualmente con 60 kilómetros de ciclovías, las cuales usa solo el 5% de la población. Las ciclovías son parte de la conectividad de la ciudad y facilitan el traslado de un modo eficiente, limpio y económico. Debemos avanzar a un modo de vivir en la ciudad que fomente el uso de la bicicleta y desincentive el uso del automóvil. El ecoturismo es una actividad que beneficiaría un avance en esa dirección.

Podemos incorporar el cicloturismo en Temuco y otras ciudades de la Región. La experiencia de conocer la naturaleza y la ciudad en bicicleta por supuesto debe ser acompañada de educación vial y adaptando la ciudad a la bicicleta con la infraestructura necesaria. Pensar la ciudad desde la bicicleta nos democratiza porque arriba de una bicicleta todos somos iguales. La bicicleta puede ser una gran compañera del turismo. A mí me ha permitido disfrutar y estar en contacto con la naturaleza que es lo que más me gusta.

Viviana Díaz Carvallo,

concejala de Temuco