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¿Cómo incentivar la lectura en los más pequeños del hogar?
En los adultos, padres o cuidadores, es muy común que ronde la idea de fomentar la lectura en los más pequeños, especialmente en una situación como la actual, donde muchos niños vieron retrasado su aprendizaje producto de la pandemia.
Si bien fomentar la lectura es una tarea que en muchas ocasiones se pone cuesta arriba, es muy importante que padres y cuidadores se organicen y logren encontrar el lugar y la forma adecuada para incluir la lectura en el día a día de los niños.
La lectura en los niños tiene un gran número de beneficios, entre ellos destaca la adquisición de vocabulario, el desarrollo de la imaginación y la creatividad disminuye los problemas de concentración y aumenta la capacidad de comprensión lectora, una herramienta indispensable para todas las personas.
Por lo general, los niños comienzan a aprender a leer alrededor de los seis años; sin embargo, no existe una edad específica para esto, por lo que es muy importante fomentar el interés por la lectura antes de su enseñanza formal en la educación básica.
Aun cuando los niños todavía no decodifican ni son lectores autónomos, los padres podemos abrirles el horizonte a la lectura para ir despertando la motivación por esta actividad y generando un hábito.
En este contexto, hay algunas recomendaciones que pueden ser útiles a la hora de fomentar la lectura de los más pequeños, y estas son conocer los libros más adecuados para una determinada edad: Cada libro tiene una edad y una temática recomendada, por lo que es bueno, especialmente al inicio de la lectura, que los niños puedan contar con libros acordes con sus intereses y capacidades; conocer los gustos de los niños y crear espacios para la lectura. Esto permitirá que los más pequeños vean la lectura como un momento de entretención más que como una tarea u obligación; crear momentos de lectura compartida: Si la lectura se genera en ambientes compartidos, con padres, hermanos o amigos, esta se transformará en un panorama que buscaran realizar de manera habitual, y llevar libros al lugar de vacaciones, para así asegurar que se contará con material de lectura para algún momento de este período y así los niños verán la lectura como una opción clara de entretención.
Pelusa Orellana, directora académica del Centro de Investigación e Innovación en Lectura, U. de los Andes
¿Dónde se originó el problema de acumulación de basura?
Desde tiempos antiguos, grupos de personas establecieron asentamientos permanentes y con ello empezaron a enfrentar un nuevo problema, la acumulación de desechos.
Las primeras civilizaciones carecían de métodos de eliminación de residuos y aprendieron a enterrar los desechos de origen orgánico. La huella humana se expresó en acumulaciones de escombros a orillas de los caminos y cuando el mal olor se tornaba insoportable, la gente cubría la basura con arcilla. Por ejemplo, en Troya, la acumulación de basura, así como las capas de arcilla que la cubrían, obligaron a la gente a elevar techos y las entradas de las casas.
Alrededor del año 200 AC se promulgó en Atenas la primera ley contra el desecho de basura en las calles y los chinos establecieron los primeros recolectores de basura. En Roma, se confirmó que la eliminación de basura era un gran desafío, debido al tamaño de la ciudad y el alto índice de habitantes por metro cuadrado, donde el sistema de eliminación de desechos no daba abasto, ya que no se cumplían las leyes.
Asimismo, durante la Edad Media se arrojaba basura en zonas urbanas, lo cual generaba plagas y enfermedades.
La historia avala que el único responsable de la acumulación y mala administración de los desechos es el ser humano, quien ha planteado soluciones erradas, generalmente buscando lugares para depositar basura y no métodos de gestión eficiente de residuos.
A pesar de que la gente es cada vez más consciente de la necesidad de proteger el medio ambiente, más bien parece una tendencia para sumar "likes" en las redes sociales.
En las mesas de trabajo aparece el tema de la falta de responsabilidad social y se anuncian medidas. Sin embargo, y revisando la historia, no hemos avanzado mucho más que los romanos.
Claudia Aracena, académica Instituto de Ciencias Naturales, U. de Las Américas
El Gibbs
Da una pena enorme, para quienes hemos nacido y vivido en las cercanías del cerro Ñielol, ver cómo se fue deteriorando (y de qué manera!) el canal Gibbs.
Hoy, mucha basura estanca sus aguas, y lo que alguna vez fue un curso de agua lleno de vida, hoy tiene más aspecto de pantano que de otra cosa.
Victoria Romo