Una de las principales herramientas para disminuir la accidentabilidad vial es la educación, especialmente entre los más pequeños, quienes aunque no son conductores sí pueden ejercer una influencia positiva en sus propias familias. Esto además de son peatones y en un futuro de seguro asumirán la conducción de un vehículo motorizado. Y si bien este esfuerzo rendirá sus frutos en el mediano y largo plazo, es el camino correcto para tener ciudadanos más responsables y prudentes a la hora de desplazarse por el espacio público.

Esta es la lógica bajo la cual el Instituto Claret junto la sociedad concesionaria de la Ruta de La Araucanía, idearon una alianza que tiene como objetivo establecer un protocolo de cooperación para la construcción de una "Ciudad Educativa" y el desarrollo de actividades conjuntas con el objetivo de fomentar la seguridad vial y promover conductas responsables de autocuidado en la formación ciudadana de jóvenes y niños.

En términos simples, se trata de la habilitación de un espacio que incorporará elementos que van a simular un entorno interactivo con pasarelas, atraviesos, señalización y demarcaciones que permitan a sus visitantes familiarizarse con la responsabilidad vial que cada persona debe tener como parte del ecosistema donde convergen peatones, automovilistas y ciclistas.

Esta "Ciudad Educativa" estará emplazada en un terreno de 3.500 metros cuadrados ubicados a un costado de la Estación Claret y para su materialización buscará integrar a entidades públicas y privadas que puedan colaborar con la instalación de hitos que representen a la Región o a través de edificaciones de tamaño a escala que releven el sello regional de este proyecto.

Iniciativas de este tipo, además de ser altamente valiosas, dado el fin que persiguen, deben contar con el apoyo suficiente, ya que se constituyen como un claro ejemplo de que la educación vial debe inculcarse desde la primer edad, ya que ello redundará en tener en el futuro ciudadanos más responsables y prudentes.

Una de las múltiples consecuencias que nos trajo la pandemia en el año 2020 fue la aceleración de la cuarta revolución industrial y la mayor incorporación de procesos automatizados y digitalizados en nuestras economías, afectando las dinámicas productivas y laborales en las organizaciones.

En este sentido, ante la percepción común de las tecnologías y su poder destructivo en los empleos, es necesario aclarar que, si bien dentro de los procesos de automatización observados en el mundo laboral se han reconfigurado algunas tareas y puestos laborales, dejando ocupaciones en riesgo de ser remplazadas por el uso de tecnologías, la automatización no es sinónimo de la destrucción de un puesto laboral. En paralelo a ciertos fenómenos de obsolescencia de estos puestos que ya están sucediendo, es posible identificar la irrupción de cinco tecnologías innovadoras que ilustran los cambios que están ocurriendo a nivel productivo y que tienen implicancias en lo laboral. Por ejemplo, el desarrollo de los softwares, el uso de la inteligencia artificial, la robótica, los drones y el fomento de la realidad virtual.

Estas herramientas lideran los cambios tecnológicos que están movilizando las formas en que se desarrolla el trabajo, reasignando tareas y creando nuevas oportunidades de empleo. De hecho, en la mayoría de las plataformas especializadas en análisis del mundo laboral, se valorizan las modalidades de upskilling y reskilling, procesos que permiten, por un lado, adquirir nuevas habilidades en un puesto laboral actual para prepararse de mejor manera para las nuevas necesidades del mercado (upskilling), y por otro, la reconversión laboral en la que se capacita a las y los trabajadores de una organización para asumir un rol distinto que se necesita suplir (reskilling).

En definitiva, nos hemos dado cuenta que los tiempos actuales se encuentran entrelazados con fenómenos asociados al aumento del uso de las tecnologías, las que reconfiguran los puestos de trabajo y las tareas en distintos sectores económicos. La incorporación de tecnologías ofrece oportunidades para optimizar los recursos disponibles y velar por procesos productivos más eficientes, a la vez que permite abrir puertas para el desarrollo del potencial humano en sus labores, alejándolo de tareas mecanizadas y de riesgo, mejorando su calidad de vida y seguridad laboral. Con relación a las tendencias del creciente avance tecnológico que presionan al mundo laboral, la principal herramienta disponible para abordar el futuro corresponde a la formación y capacitación de la mano de obra; esto no solo genera valor, competitividad y aprendizaje constante en una organización, sino que también contribuye a la tan necesaria retención de talentos en estos espacios.

Cristián Bastidas Navarrete,

encargado Vigilancia Tecnológica Instituto de Desarrollo Local y Regional de la Universidad de La Frontera (Ider-Ufro)