Todo hace parecer que hoy la conciencia ecológica crece. Así también se desprende de los movimientos sociales que han puesto de relieve estas discusiones, como el cambio climático, el reciclaje y la contaminación.

En nuestro país, el tema energético ha sido relacionado en el último tiempo con eventuales daños a la naturaleza. Sin embargo, más allá de los grandes temas medioambientales, existen aquellos particulares o menores, pero no menos importantes, confinados a las comunidades, en los que la conciencia ecológica no existe. Están desde quienes lanzan basuras a los ríos, lagunas o al mar, o incluso quienes tiran a diario sus desperdicios en la calle o en las playas.

Las escenas de los microbasurales en las rutas de salida de las ciudades de nuestra Región de La Araucanía se repiten en todas partes. También las de sitios eriazos que de a poco comienzan a transformarse en botaderos de desechos. El aumento de la población se traduce en aumento de desperdicios en las calles. Pero no tendría que ser necesariamente así, si cada uno hace lo que corresponde.

Es frecuente que muchas personas asignen a los demás la responsabilidad de mantener limpio el ambiente y sus ciudades, pero no entienden que es una tarea que parte por cada uno. En la medida en que cada adulto actúe en forma responsable en este tema, irá formando a sus hijos en esa misma cultura. Hay que entender que la Tierra es nuestra gran casa.

Gran controversia ha levantado la estrategia nacional del litio anunciada por el gobierno, que contempla una participación central del Estado en la explotación del mineral y la creación de una empresa nacional para llevar adelante esta política. Incluso se habla de una suerte de nacionalización de este recurso natural, donde el Estado busca asumir un preponderante rol empresarial.

Puede haber posturas encontradas frente a esta iniciativa, pero lo cierto es que a pocas horas de hacerse el anuncio, llama la atención que el ministro de Hacienda indique en la prensa que "El Estado no tiene experiencia en la industria del litio". Es decir, El Ejecutivo le otorga una labor estratégica en el manejo del mineral, reconociendo que no conoce del negocio que busca gestionar.

Lo que deja en evidencia esta contradicción es que esta estrategia nacional del litio está definida sobre la base de factores ideológicos de la izquierda respecto al rol del Estado en la conducción de los países y en la vida de las personas. Existe evidencia histórica suficiente, tanto en Chile, como a nivel regional, respecto del manejo poco eficiente de muchas empresas estatales vinculadas al manejo de los recursos naturales.

Además, estamos en presencia de una industria altamente competitiva, donde Chile no es la única nación que cuenta con este importante mineral para su extracción y explotación. Son varios los países que están compitiendo por asumir el liderazgo mundial en materia de litio y el camino que eligió el gobierno actual no parece ser el más adecuado para que Chile ejerza ese liderazgo.

También asoma una vez más el doble discurso del gobierno, esta vez, anunciando en la Enade que quiere impulsar una robusta agenda de colaboración entre el sector público y privado, donde estos últimos sean el motor relevante de desarrollo, pero luego se les entregue una participación secundaria en la estrategia nacional del litio.

El problema es que el Estado de Chile ha demostrado con especial frecuencia que la eficiencia no es su fortaleza, y sin eficiencia en un mercado tan competitivo como este, rápidamente nos quedaremos rezagados y perdiendo una oportunidad de gran magnitud; todo por el sesgo ideológico del actual gobierno, que considera que el Estado debe ser el centro de todo.

Por el contrario, la iniciativa privada fue la que en las últimas décadas empujó el carro para lograr los importantes avances que ha mostrado Chile en el ámbito social y económico, y en el caso de la industria del litio, es la que hoy tiene el conocimiento y manejo necesario para impulsar esta industria de forma competitiva y beneficiosa para el país.

El Estado tiene hoy urgencias de gran magnitud que demandan los ciudadanos, precisamente por las falencias que exhibe en distintas áreas, y por lo mismo, no es bueno desviar esos esfuerzos en áreas que el propio gobierno ha reconocido que el Estado no maneja.

Chile requiere hoy más que nunca un Estado al servicio de las personas y no uno que controle todos los ámbitos de la vida nacional. Este es un claro ejemplo de que el Ejecutivo transita por la pista contraria.

Carmen Gloria Aravena,

senadora de la República