La venta de medicamentos en ferias libres o negocios de barrio es una práctica que lamentablemente se ha ido extendiendo. Y no se trata de la comercialización de compuestos de baja complejidad, que puedan ser adquirido sin receta médica, como tradicionalmente lo eran los paracetamoles o las aspirinas, sino que fármacos que sólo pueden adquirirse en farmacias con el correspondiente documento emitido por un médico, ya que su uso sin el control especializado puede provocar daños a la salud.

Es por eso que la Brigada Investigadora de Delitos Contra el Medio Ambiente y Patrimonio Cultural (Bidema) de la Policía de Investigaciones de Temuco, constantemente está realizando operativos tendientes a sacar del mercado informal estos productos, dada la peligrosidad que revisten para quienes los adquieren. Esto porque a la venta ilegal y sin ningún tipo de supervisión de medicamentos de todo tipo se suma también el que no cuentan con la trazabilidad sanitaria que permita asegurar su calidad, que garantice que no se encuentren descompuestos.

Es en este contexto que hace algunos días la PDI decomisó cerca de 17 mil dosis de medicamentos que eran comercializados de manera informal en el sector Isla Cautín de Temuco, entre los que se encontraban antibióticos, analgésicos, corticoides, antialérgicos, antihipertensivos, antimicóticos, antidepresivos o ansiolíticos. Por este delito, además, fueron detenidas dos mujeres, que eran quienes comercializaban estos fármacos.

Más allá de los controles que puedan hacer las policías, los usuarios deben entender los peligros que reviste el comprar y consumir medicamentos de manera informal y sin la correspondiente supervisión médica. Por ello, solo se deben adquirir medicamentos en aquellos lugares autorizados para su expendio y en caso de que se trate de fármacos con supervisión médica, adquirirlos solo si es que un especialista los ha recetado.

En la actualidad, la preocupación por el cambio climático, la crisis medioambiental y la protección del medio ambiente ha desencadenado un proceso transformador inevitable en la manera en que concebimos nuestra forma de vida. El pensamiento sustentable está avanzando a todos los rincones de nuestra economía, generando cambios profundos en la forma en que producimos, consumimos y, especialmente, trabajamos. Este fenómeno ha sido denominado como la revolución o transición verde.

Las tendencias internacionales en economía y empleos verdes señalan principalmente las áreas de la economía circular, gestión de residuos, electromovilidad, eficiencia energética y energías renovables. En torno a ello, La Araucanía tiene un potencial increíble para liderar la economía verde y crear una gran cantidad de empleos en el proceso. Contamos con una variedad de recursos naturales que potencian los principales sectores de nuestra economía así como otros que nos permiten aprovechar fuentes de energía renovable como la geotermia, la biomasa y la energía eólica.

La transición hacia la sostenibilidad abre las puertas a una nueva era de oportunidades laborales y de negocio, donde se espera que los sectores económicos innoven y adopten formas de producción más responsables. Aquí radica la verdadera belleza de la transición verde: no está reservada únicamente para personas trabajadoras altamente cualificadas que trabajan en las grandes ciudades, sino que gran parte de las personas podrán acceder a nuevos oficios y ocupaciones verdes en distintos niveles de calificación.

Además, la implementación de tecnología y la adopción de prácticas sostenibles generan empleos en todos los niveles de la sociedad. Desde trabajos de desarrollo e innovación hasta roles técnicos y de menor educación visualizándose especialistas de mantenimiento de vehículos eléctricos, operadores/as de gestión de residuos electrónicos, ingenieros/as energéticos, instaladores de energía solar fotovoltaica o instaladores/as de materiales aislantes.

En este sentido, La Araucanía tiene la capacidad de ofrecer alternativas laborales en sectores clave para la transición verde, con prácticas sustentables y de la economía circular en la agricultura, la construcción, la industria, las energías renovables y el turismo. Sin embargo, para aprovechar al máximo esta oportunidad, debemos reconocer el valor crucial de la formación y capacitación en competencias verdes de nuestro capital humano. Solo al proporcionar a las personas las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos de la economía verde, podremos asegurar un futuro próspero y sostenible para todos. La transición verde es una oportunidad para las sociedades, sus economías y personas, generando nuevos espacios laborales así como instancias de reconversión laboral. La transición hacia una economía verde nos brinda la posibilidad de crear empleos significativos, impulsar la innovación y preservar nuestro entorno natural.

Cristián Bastidas Navarrete,

encargado de Datos Secundarios y

Vigilancia Tecnológica Ider-Ufro