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UCT tiene un sello humanista cristiano que entrega competencias valóricas, respeto al diálogo, respeto por la diversidad y comunión con la comunidad. Bajo estas definiciones, recibo este nombramiento con alegría y sumamente agradecida. El Gran Canciller ha depositado una confianza en mi persona y también lo ha hecho la comunidad. Y yo quiero vivir este cargo con humildad. Esto se tiene que vivir con todos quienes somos parte de la universidad. A uno le toda liderar equipos y ser responsable con jóvenes que nos han confiado su proceso de aprendizaje; ese es un orgullo que trae una responsabilidad respecto de cómo los devolvemos a la sociedad. Todos somos parte de a UCT y en ese sentido, uno puede liderar, pero tiene que hacerlo acompañada.
- Usted es una abogada con 29 años de historia en la academia, ¿qué la lleva a quedarse laboralmente en este ámbito?
- Yo creo la vocación de servicio me lleva a elegir la academia, el estar al servicio de un proyecto educativo. Parto en la universidad haciendo clases en pregrado como profesora de derecho procesal (...). Y desde que ingresé he tenido cargos de gestión. Fui coordinadora de clínicas jurídicas, secretaria académica de Derecho, secretaria general de la universidad y, este último tiempo, fui prorrectora. Entonces, uno va equilibrando los distintos ámbitos de desarrollo (...). También he participado y liderado proyectos de investigación con estudiantes o con equipos académicos y administrativos. Uno va avanzando en esa lógica. Esa ha sido mi trayectoria. El compromiso con la universidad ha sido desde un principio. Esta universidad permitió desarrollarme en todos los ámbitos, como profesional, pero también cuando uno decide formar una familia. Fue muy compatible estar en la institución y tener familia, me permitió generar ese equilibrio; y por ello creo firmemente en los planos de conciliación de vida laboral, familiar y personal. Como universidad hemos ido trazando ese camino para avanzar en ello. En cuidar a las personas y estudiantes.
- Marcela, ¿cómo ve la educación superior hoy desde su experiencia?
- Creo que la educación superior ha ido pasando por cambios importantes. Tenemos que ir avanzando hacia currículums cada vez más flexibles; a generar articulación entre la formación técnica y pregrado, y viendo cuáles son las necesidades del entorno. No nos podemos quedar afuera de lo que necesitan los futuros empleadores o empleadoras para las habilidades que deben ser desarrolladas en nuestros estudiantes. Ha cambiado también la educación respecto de cómo hacemos investigación. Creo que en la educación hoy es interesante leer lo que nos plantea la Unesco al año 2050. Nos pregunta ¿cuál es la calidad de la educación que vamos a entregar? Y esta es conocer nuestras realidades, conocer los perfiles de ingreso y cómo vamos a trabajar con ellos. Nuevamente, uno no forma sólo desde la disciplina, forma una persona integral con competencias para que pueda desenvolverse, trabajar en equipo, responder a la ética y responder a las necesidades de su entorno. El segundo desafío de la Unesco es cómo nos vamos adaptando y poniendo atención a los cambios sociales, políticos y culturales (...) para formar personas reflexivas, y donde los académicos no somos dueños de la verdad, sino facilitadores del proceso de aprendizaje.
- En esta misma línea, a su juicio, ¿ha cambiado mucho el hacer universidad?
- Sí. Los equipos académicos y administrativos estamos siempre desafiados a ir adaptándonos, sobre todo, a los cambios tecnológicos. Pero con los estudiantes uno tiene que conversar, porque para qué vamos a utilizar la tecnología y analizar los aspectos éticos de esos recursos. Esto pasa especialmente ahora con la Inteligencia Artificial (IA). También pasa en el ámbito de la salud con los procesos en los ámbitos de la simulación. Ese es un tercer desafío. Y un cuarto reto es el cambio climático. En esto, como universidad, tenemos que hablar de sustentabilidad y establecer una cultura de sustentabilidad, porque no sólo hablamos de eficiencia hídrica o energética, sino de una cultura sustentable para el cuidado de una casa común (...). Estos retos de la Unesco son importantes para nosotros porque también se relacionan con lo que plantea el Papa Francisco en el Pacto Educativo Global (...).
- Respecto de su responsabilidad a partir del 17 de marzo, ¿cuáles serán los énfasis o lineamientos que tendrá su gestión?
- Es de suma importancia el desafío de traducir los principios del sello identitario de la UCT en prácticas concretas con la comunidad, el cómo vivimos como comunidad universitaria, cómo trabajamos la diversidad cultural, el diálogo, la inclusión efectiva; es decir, tenemos que ir haciendo una gestión cada vez más vivencial y en conjunto. En las áreas de docencia técnica, profesional y postgrado, velar por la formación integral de los estudiantes que se enfrentan a retos para responder a entornos que son cada vez más complejos; con la necesidad de contar con docentes preparados para acompañar las trayectorias formativas, que conozcan la diversidad de los perfiles de ingreso, manteniendo siempre estándares de calidad, y una vinculación efectiva con los sectores productivos y el uso de las tecnologías emergentes.
- ¿Esto es parte de la carta de navegación que le pidieron durante el proceso de selección para la rectoría?
- Sí. En mi carta de navegación igual está la creación e innovación, donde destaca del desafío de consolidar toda una producción de conocimiento relevante, que impacte en el ámbito local y global, fortaleciendo alianzas estratégicas, acceso a financiamientos competitivos, el fomento de la colaboración interdisciplinaria, mientras se asegura la sostenibilidad de todos los programas (...); está la vinculación con el medio, donde la universidad enfrenta el reto de consolidarse como un actor transformador social, cultural y territorial de La Araucanía (...); el fortalecer los vínculos con las comunidades locales y regionales, especialmente con todas las áreas de rezago (...); la gestión de los recursos como un factor clave; el trabajar con eficiencia y la transparencia (...); en el aseguramiento de la calidad (...); y algo que es crucial, la preocupación por las personas y su bienestar, donde tenemos que priorizar el desarrollo integral de estudiantes, equipos académicos y administrativos, promoviendo equipos inclusivos y saludables.
- ¿Qué espera del cuerpo de académicos y de los estudiantes?
- Yo no concibo una universidad en la que no se formen equipos, donde todos tengan la posibilidad de opinar, aportar y de crecer como proyecto universitario. El diálogo será sumamente importante (...), porque el liderazgo de lleva conversando y considerando diferentes puntos de vista. Yo espero de los equipos académicos, de los equipos administrativos y de los estudiantes, un compromiso con seguir consolidando este proyecto educativo del cual todas y todos nos sentimos plenamente orgullosos, e ir generando impacto en lo que hacemos y en lo que hacemos mejor, en temas de inclusión, interculturalidad, sustentabilidad y varias áreas más de desarrollo; en cómo vamos generando sinergia entre las distintas facultades para colocar a disposición de nuestra región lo que hacemos.
- Hoy, las universidades están casi obligadas a generar conocimiento, es parte de las exigencias de los procesos de acreditación. En este sentido, ¿dónde estará el acento de las investigaciones que lidera la UCT?
- Creo que es importante potenciar la investigación asociativa entre grupos de diversos investigadores que promuevan la interdisciplinariedad y la colaboración nacional e internacional, elevando la calidad, la visibilidad de la investigación universitaria a modo de centros de excelencia. También tenemos que avanzar en investigaciones con pertinencia regional.
- En una región como la nuestra, ¿cómo se expresa o integra la "interculturalidad" en esta casa de estudios superiores?
- El compromiso institucional con la interculturalidad proviene desde su fundación, como parte de la misión propia de una universidad católica, abierta a la riqueza y a los desafíos del territorio en que se emplaza. Vivimos en una región en que coexisten diferentes espiritualidades, cosmovisiones, prácticas culturales y matrices valóricas, que en su interacción conforman un territorio de gran riqueza y diversidad. Nuestra universidad está llamada a abrazar esa realidad y responder a ella desde sus diferentes disciplinas. El carácter transversal de la interculturalidad en la universidad tiene su expresión en diversas acciones, tenemos formación en pregrado con nuestra pedagogía en lengua y cultura mapuche; en el posgrado, con nuestro Doctorado en Estudios Interculturales; en vinculación con el medio, nuestra Cátedra Fray Bartolomé de Las Casas, y también se refleja en el Instituto para el Diálogo de Saberes Ta Iñ Pewam, entre muchas otras expresiones.
- Marcela, ¿de qué manera se materializa el perfil católico de la universidad en su diario vivir?
- Como lo decía al principio, ser una universidad católica es ser una institución con un sello identitario propio, que es distintivo, anclado en la promoción de la dignidad humana, la fraternidad y el cuidado de la casa común.
- De cara al reto para el cual ha sido recién nombrada, ¿cuál es su compromiso personal con la UCT?
- Yo aspiro a liderar una comunidad con responsabilidad para que continuemos comprometidos en seguir transformando vidas, fortaleciendo el diálogo, aportando de forma significativa al desarrollo del territorio y también de la nación; en donde cada logro que se obtenga sea en reflejo del esfuerzo colaborativo de todas y todos.
La educación superior ha ido pasando por cambios importantes. Tenemos que ir avanzando hacia currículums cada vez más flexibles; a generar articulación entre la formación técnica y pregrado, y viendo cuáles son las necesidades del entorno. No nos podemos quedar afuera de lo que necesitan los futuros empleadores o empleadoras para las habilidades que deben ser desarrolladas en nuestros estudiantes".
Aspiro a liderar una comunidad con responsabilidad para que continuemos comprometidos en seguir transformando vidas, fortaleciendo el diálogo, aportando de forma significativa al desarrollo del territorio y también de la nación; en donde cada logro que se obtenga sea en reflejo del esfuerzo colaborativo de todas y todos".