La Araucanía no necesita promesas, necesita respeto y orden
Durante años, los mismos discursos han recorrido nuestra región: promesas de desarrollo, paz, inversión y justicia. Palabras bonitas, planes ambiciosos, pero alejados de la realidad de quienes vivimos en La Araucanía. Mientras en Santiago deciden, acá resistimos. Resistimos el abandono, la inseguridad y la falta de respeto.
Porque eso es lo que ha faltado: respeto. Respeto por las familias que viven con miedo, cercadas por la violencia rural. Respeto por quienes han perdido seres queridos, sus tierras o su fuente de trabajo producto del terrorismo y la impunidad. Respeto por los emprendedores y agricultores que cada día salen adelante a pesar de las amenazas. Y, por supuesto, respeto por nuestros Carabineros, que muchas veces enfrentan esta crisis sin el respaldo político que merecen.
Nuestra región no es un conflicto. Es una tierra con identidad, esfuerzo y dignidad. Pero para construir un futuro digno, necesitamos algo más que promesas: necesitamos seguridad, orden y un verdadero plan de reactivación económica. Que vuelva el trabajo, que vuelva la inversión y que las familias puedan vivir tranquilas.
No se trata solo de recursos. Se trata de voluntad, de autoridad y de una política clara que haga valer el Estado de Derecho. La Araucanía no quiere más discursos hechos desde oficinas en Santiago. Quiere soluciones reales, decididas junto a quienes viven aquí todos los días.
No más ambigüedad frente a la violencia. No más decisiones que marginen a la región. La Araucanía no pide favores, exige justicia. No pide compasión, exige respeto.
Es tiempo de actuar con decisión. De respaldar a nuestras policías, de proteger a los inocentes y de reimpulsar el desarrollo productivo. Porque el verdadero progreso no se impone ni se promete: se construye con trabajo, orden y respeto.
Anita De Arzumendi
Rechazan reestructuración del Ovdas
Hace unos días se cumplieron 10 años de la erupción del volcán Calbuco, que generó diversos impactos en la región de Los Lagos, evacuaciones, cortes de caminos, destrucción de viviendas, interrupción del tráfico aéreo y afectación a actividades económicas. Ese mismo año también fue la última erupción importante del volcán Villarrica que generó la evacuación de la ciudad de Pucón. Años antes, tras la gran erupción del volcán Chaitén en 2008, las autoridades tomaron conciencia del impacto que tienen estos fenómenos y fortalecieron al Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur (Ovdas), organismo ubicado en Temuco, dependiente de Sernageomín, con la misión de alertar a la comunidad sobre los aumentos de la actividad volcánica y resguardar a la población. Así, el Ovdas se ha convertido en un observatorio de clase mundial que monitorea 43 volcanes del país.
Sin embargo, pareciera ser que 10 años bastan para hacerle olvidar a la sociedad y a los agentes del Estado, la importancia que este tiene en la protección de las personas y las actividades económicas. Hace unos días las autoridades del Sernageomín, anunciaron una reestructuración de Ovdas que tiene como finalidad reducir sus costos, que implica la reducción del personal de monitoreo y el fin de muchas tareas de análisis e interpretación de datos.
Estas medidas tienen serios riesgos de afectar la calidad del monitoreo volcánico, y con ello el sistema nacional de prevención de desastres, lo que finalmente terminará afectando la seguridad de las personas que viven cerca de volcanes activos.
En el marco del Día del Trabajador, los funcionarios de Ovdas manifestamos nuestra preocupación y descontento con las medidas que se están tomando.
Creemos que el Estado no puede ahorrar recursos en medidas que comprometen la vida de quienes justamente están mandatados a proteger.
Esperamos que no tenga que ocurrir un nuevo Chaitén o lamentar la pérdida de vidas humanas, para que nuevamente tomemos conciencia de la importancia de fortalecer (y nunca retroceder) la gestión del riesgo volcánico, y que localidades como Pucón, Coñaripe, Villarrica, Lonquimay, Melipeuco o Ensenada sean conocidas por sus atractivos y no por sus tragedias.
Funcionarios del Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur (OVDAS)