El hambre también mata
El último informe mundial sobre crisis alimentaria, correspondiente al año 2019, estimó que alrededor de 113 millones de personas experimentaron inseguridad alimentaria aguda durante el año 2018, guarismo que para el 2020 se podría duplicar según las estimaciones del programa mundial de alimentos de la ONU a raíz de la pandemia. Solo en USA (la primera economía mundial) fallecen 3 millones de personas al año por inanición.
Las cifras expuestas dejan en evidencia que la dicotomía entre la salud y la economía es falsa. Hay mucho de ideología en la discusión que nuestras elites quieren plantar de cara a la opinión pública, pero la realidad es que son nuestras vecinas y vecinos quienes, ajenos a la discusión ideológica, sufren las consecuencias de la que ya se ha denominado la "pandemia del hambre" y nosotros los alcaldes y alcaldesas somos la cara visible para quienes están sufriendo esta "otra pandemia".
Al igual que muchos de mis colegas, que nos ha tocado ir en ayuda de nuestros vecinos y vecinas, ajustando nuestras alicaídas arcas municipales, hemos constatado una realidad que no sale en los medios de comunicación, pero que es lacerante. A muchas familias de mis tierras coloradas les costaba "parar la olla" antes de la pandemia, pues bien, actualmente la realidad para estas familias es demoledora.
Las políticas implementadas por el Ejecutivo -en esta materia- van en la línea correcta, pero algo pasa que aún los recursos no llegan a los municipios y son estas familias a quienes el hambre no les espera, a quienes la otra pandemia, la del hambre, les acecha.
Debemos agilizar el andamiaje estatal, porque hay pandemias más peligrosas. Los números no mienten.
Manuel Macaya alcalde de Collipulli
El desafío del liderazgo en la actualidad
Con motivo del Mes del Liderazgo, y en el contexto actual como la que vive en estos momentos el país a raíz de la pandemia del coronavirus, un líder fuerte y seguro es clave para salir adelante. Esta situación no solo está generando una crisis sanitaria y económica alrededor del mundo, sino que también está mostrando distintos tipos de líderes.
La contingencia nos está poniendo a prueba, y aquellos que se encuentran aislados en sus casas, están viviendo una situación de incertidumbre, frustración, ansiedad, y también de tristeza. Es ahora cuando los grandes líderes actúan con decisión, dan ejemplos a otros miembros de las organizaciones y marcan la diferencia entre postergar una crisis o sufrir un daño irreparable.
Pero, ¿qué características tiene un buen líder o qué no debe hacerse en una crisis como ésta? Los líderes deben asumir una postura racional, centrada, que denote mucha certeza y análisis. La idea es evitar dar falsas expectativas.
Además, es muy importante cuidar el estilo comunicacional y reforzar una perspectiva clara de lo que está sucediendo y lo que significa para la organización, esto evita que el silencio sea interpretado como un escenario desfavorable.
Por ello, líderes muy pesimistas o que, de alguna manera, no estén actuando desde una posición de certeza, aunque ellos sientan inseguridad, es lo peor que puede pasar.
En estos tiempos de crisis e incertidumbre, las personas necesitan ver en los líderes seguridad y convicción.
Existen múltiples características que son propias de un buen líder. Sin embargo, en momentos difíciles como el que nos encontramos viviendo, es importante generar conexión emocional con las personas, escuchar y contener, con el fin de mejorar en alguna medida la calidad de vida de los miembros del equipo.
Juan Pablo Jacir, director general Escuela de Liderazgo U. San Sebastián
Contaminación
Las últimas lluvias, bastante fuertes, hay que decirlo, han ayudado a alejar algo esas nubes negras y tóxicas que llenaron de contaminación a Temuco y a Padre Las Casas, y a Lautaro y cuanta comuna está en la zona de valle de la Región.
La verdad es que el inicio del temido mes de mayo (por el coronavirus) no pudo ser peor, con una alta contaminación por la calefacción con leña húmeda.
Cuidarse en la casa del coronavirus también implica cuidarse de la contaminación y para ello hay que usar leña seca o pasarse a otros sistemas más benignos para nuestros sufridos aparatos respiratorios.
Hubo noches en que abrir una ventana, sobre todo cerca del río Cautín, era como respirar en un quincho de asado.
Por ahora, que siga lloviendo y ojalá que la lluvia se lleve no solo la contaminación, sino también al virus.
Yolanda Rojas