¿Qué viene?
El coronavirus nos debe invitar a construir un análisis y valoración de humildad que haga entender que la Ciencia y la Tecnología no han llegado ni por cerca a la perfección total.
La tragedia del coronavirus nos debe invitar a construir un análisis y valoración de humildad que haga entender que la Ciencia y la Tecnología no han llegado ni por cerca a la perfección total. El dañino virus desde hace más de siete meses tiene acorralada a la especie humana y ella -la ciencia- no ha tenido la rapidez para vencer a este minúsculo bichito, tanto así que no está definido siquiera cuales son los caminos que tiene para propagar los efectos de su mal.
Noticias de vacunas hay más de ciento cincuenta en desarrollo, pero se avisa que nunca estará la verdadera para su aplicación a un año más de distancia, entonces a entender que muchos millones tendrán que morir.
Si miramos el mañana desde nuestras cuarentenas, intuimos que está lleno de interrogantes cuyas respuestas están en el círculo de lo ínvago, de lo inexplicable, nos vamos convenciendo que muchos de nuestros relatos, seguridades, afirmaciones actuales se desmoronan, aceptemos que estamos ingresando a una revolución sin precedentes en que nada es seguro.
Como nunca hoy, el ser humano no puede predecir el futuro con alguna exactitud, todo ello porque esta tecnología y ciencia en desarrollo permitirá modificar cuerpos, cerebros, mentes. Ya está la creación dirigida de seres humanos, animales y vegetales, acorde a las necesidades de cada siglo de la humanidad.
Hoy día, para esa revolución inimaginable de la civilización ya están producidos los personajes de dicha historia, ellos son los hijos, los nietos, bisnietos que nacen hoy y que al 2050 tendrán solo treinta años, estarán vivos el año dos mil cien e incidirán incluso en los inicios del Siglo XXII.
Ojo, hoy se habla de renovar los curriculum de nuestra educación, y muchos de los que afirman aquello, lamentablemente, son legos o superficiales, porque si la armazón de ello es que los profesores entreguen más y más información, están tremendamente equivocados porque los jóvenes desde la básica están saturados de ella, tienen demasiada. Simplemente los docentes deben fortalecer la capacidad de dar sentido a la información.
El año 1848, millones de personas salieron de los campos hacia las grandes ciudades para laborar en las industrias. En el año 2048 deberán emigrar hacia el ciberespacio con identidades y experiencias sensoriales generadas por implantes informáticos.
Pero reconozcamos que cualquier escenario futuro concreto, está lejos de la realidad.
Roberto Muñoz Barra, exsenador, presidente
Instituto Estudios Públicos Social Demócrata