Endeudamiento en la pandemia
Es importante considerar la situación precaria en que se mantiene el mercado del trabajo, como consecuencia de la crisis sanitaria. El endeudamiento no responsable, por sobre la capacidad de pago de las familias, ha llevado a un persistente aumento de la morosidad.
El alto endeudamiento y la morosidad de los chilenos han sido una de las consecuencias notorias en esta pandemia. En las últimas décadas, la sociedad se ha vuelto muy permeable al consumo, estimulada por las tendencias, las modas, el impulso de viajar, las facilidades que ofrecen los sistemas de endeudamiento, como tarjetas de créditos bancarias y comerciales, así como el expedito acceso a los préstamos y avances en dinero. Asimismo, es frecuente que a los jóvenes universitarios se les ofrezcan productos bancarios, lo que constituye un riesgo si se considera que aún se encuentran estudiando, no generan ingresos y dependen económicamente de sus familias, lo que supone que ingresarán al mercado laboral con compromisos financieros ya contraídos.
Por otra parte, está el endeudamiento de personas de la tercera edad, que muestra más tendencia a caer en el incumplimiento de pagos por el recurrente avance en dinero que obtienen en tiendas comerciales y supermercados, que se utilizan para la adquisición de medicamentos, alimentos y calefacción, pero que tiene altas tasas de interés.
El endeudamiento no responsable, por sobre la capacidad de pago de las familias, ha llevado a un persistente aumento de la morosidad, que se acentúa cuando se deteriora la economía y el mercado del trabajo se restringe, como ocurre hoy. Así, las personas que pierden sus empleos estables deben buscar otros más precarios, que en ocasiones sirven para sobrevivir pero no para asumir los compromisos que representa un endeudamiento excesivo. El tema no es distinto a los dramas que viven personas cuyos sueldos no les alcanzan para solventar sus gastos y echan mano a las tarjetas bancarias, de farmacias y casas comerciales para llegar a fin de mes.
Es importante considerar la situación precaria en que se mantiene el mercado del trabajo, por lo que es clave tener claros los gastos fijos de cada familia, no utilizar tarjetas de crédito en gastos pequeños y evitar aquellos que involucren pagar intereses, prefiriendo hacerlo en una o varias cuotas pero con precio contado. Hoy más que nunca hay que actuar con moderación al asumir esos compromisos.