Productores resisten la hibernación con ancestrales técnicas de cultivo en Lonquimay
CORDILLERA. Dos agricultores cuentan cómo se las arreglan para producir y conservar sus alimentos en una zona donde el "letargo" dura hasta 20 días debido al corte de caminos.
La producción de alimentos a nivel local y de forma sustentable, bajo el contexto de crisis sanitaria, ha adquirido más preponderancia que nunca. Así lo piensan Jenny Sobarzo y Sergio Silva, productores agrícolas y ganaderos de la zona de Lonquimay, comuna que hace unas semanas estuvo en cuarentena, debido a la dificultad de acceso a los servicios de salud y el alza de contagios por coronavirus.
Ambos productores forman parte de la iniciativa Sistemas Importantes de Patrimonio Agrícola Nacional (SIPAN), impulsado por el Ministerio de Agricultura de Chile, con apoyo técnico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Chile y financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), que busca crear una red de territorios importantes para el patrimonio agrícola de Chile, por contar con sistemas productivos agropecuarios que resguardan la biodiversidad, y que pertenecen a comunidades rurales que han logrado adaptarse al cambio climático, entregando seguridad alimentaria a sus comunidades y abasteciendo incluso a las ciudades aledañas.
hibernación obligada
Lonquimay cuenta con un microclima privilegiado dentro de la montaña, y durante el invierno, sus habitantes deben hibernar por 15 ó 20 días debido a la nieve que corta los caminos, aislándolos del resto del mundo.
"Si no están los accesos limpios, no se puede bajar al pueblo, incluso acá los niños se quedan encerrados en el colegio en las vacaciones de invierno, porque no pueden volver a sus casas", explica Jenny Sobarzo, quien cuenta con ocho hectáreas de producción sustentable a través de huertas y un invernadero, donde también saca el alimento para sus lechones, vacas y ovejas. Jenny además es dirigente de su junta de vecinos, y presidenta del CADA, Consejo Asesor de Área de Indap en Lonquimay.
"En este tema de la pandemia, yo guardé ya las carnes, y el pasto del verano. En el sentido de la alimentación no nos ha afectado mucho a nosotros, yo creo que aquí en Lonquimay a pocas personas los pilló desprevenidos esto de la pandemia, porque acostumbramos a que máximo abril ya tener todo guardado".
Para la conservación de los alimentos, Jenny explica que hay tradiciones que aún se utilizan para resguardar algunos vegetales, como las papas, y así aguantar el invierno. "Usted deja un saco de papas en un fogón, por ejemplo, tapadas con saco y mallas arriba y se escarchan, se vuelven agua. Pero usted hace un hoyo en la tierra y las entierra, y hasta los piñones no se secan ni les pasa nada, eso todo el mundo lo hace por acá" explica.
"La gente viene y me dice; "es que usted vive en un microclima" (como si esto justificara la buena producción) y no es así, se requiere harto trabajo y harta dedicación y tiene que gustarle también. El campo es un arte. Si a usted le gusta le da un giro al cuento", agrega. Jenny comercializa en Lonquimay alrededor del 60% de su producción, y cuenta que el 40% restante es para el consumo de su casa.
papas en la cordillera
"Nosotros llevamos como ya diez años sembrando papas acá en la cordillera", explica Sergio Silva, quien cuenta que en un principio para muchos en esa localidad era una locura producir papas en una zona cordillerana como Lonquimay, pero que, gracias al microclima y mucho trabajo, han logrado hacerlo.
Sergio pertenece a una comunidad pehuenche, y cuenta que el 2017 formó la Cooperativa Campesina We Kimun -que en mapudungún significa "nuevo conocimiento"- junto a cinco familias de su comunidad, para realizar la producción de papa, que comenzó con un aporte de Indap para financiar una hectárea y después, gracias al aporte de una empresa privada, han logrado sembrar siete hectáreas a través del trabajo comunitario. El año 2019 inauguraron su sala de procesos para productos agroalimentarios, la primera de toda la comuna. Dada las condiciones de la producción de esta papa, que está libre de todo tipo de enfermedades, es uno de los 19 semilleros certificados por el SAG en la Región.
"Hoy nuestras papas son muy bien valorizadas en Lonquimay y a raíz de esta pandemia hemos estado trabajando. Llegamos a un acuerdo con el municipio de 600 sacos de 25 kg, y ellos nos compran y lo dan como ayuda social a la gente. Claro está, que, si nosotros no hubiésemos estado en esta posición, todas las papas tendrían que haberse comprado afuera, por eso hoy día nos da una posición privilegiada dentro de las montañas de estar produciendo alimento", agrega.
"Yo creo que la gente se tiene que retrotraer a los que hacían los viejos antes, que siempre todos tenían su huertita y hoy día lamentablemente la gente de los campos dejó de hacer eso, y empezó a depender del sistema, y este es muy débil. Cuando pasan este tipo de cosas, cuando hay problemas sociales como los que tuvimos en octubre, o cuando pasan este tipo de pandemias, que ni en las peores películas de terror lo habíamos visto, nos damos cuenta de que cobra mucha importancia la capacidad de cada persona o cada familia en el sector rural de producir alimentos" finaliza.
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"Hoy nuestras papas son muy bien valorizadas en Lonquimay y a raíz de esta pandemia hemos estado trabajando".
Sergio Silva, Cooperativa Campesina, We Kimun
60% de la producción de Jenny Sobarzo se comercializaen Lonquimay. El resto es para el consumo en su casa.