Estas últimas semanas, como región volvimos a estar en la palestra, hemos estado saliendo en casi todos los noticiarios y durante varios días, para variar, con nuestro tema característico, la causa mapuche con sus distintas derivadas, convocando a las audiencias en la agenda mediática nacional. Una nueva huelga de hambre que, al igual que 10 años atrás, es usada como caja de resonancia y aprovechada en lo comunicacional por distintos actores nacionales y regionales, que durante 30 años de gobierno de uno y otro lado no han atinado prácticamente en nada. Como escribíamos hace 10 años aquí mismo, "todos sensibilizados por el deterioro de la salud de los huelguistas, es decir, de quienes han hecho uso de la violencia imponiendo su visión sobre la causa mapuche. Prácticamente, nadie ha escrito una línea o gastado una palabra proponiendo cómo solucionar de manera concreta, la postergación del pueblo mapuche, seguimos escuchando la misma cantinela hueca".
Asimismo y como consecuencia del aumento en las violentas manifestaciones amparadas ya no solo en la oscuridad y en los rostros ocultos, se ha tenido que lamentar una serie de "tomas pacíficas" de municipios, desalojos con civiles, atentados y quema de vehículos en distintas rutas de Arauco y La Araucanía.
Con estos hechos queda en evidencia, al igual que diez años, cómo nuestro tema principal, cuando no hay violencia no atrae a nadie, pero cuando la hay, puchas que cambia la cosa, ahí todos quieren estar, pero solo por el ratito que dure la cuña televisiva. Cuando es hora de hacer la pega, de solucionar los problemas de la gran mayoría que vive en la pobreza rural, de escuchar y hacer participar a la Región, no se oye padre. Y lo peor, es que esto nos está costando muy caro, hemos tenido que lamentar muertes totalmente innecesarias, hemos ahuyentado las inversiones y muy pocos están dispuestos a liderar o hacerse cargo del tema, algo huele mal en Dinamarca, decíamos hace una década en este espacio.
Este es un problema mayor que solo se visibiliza, desde la capital, con la punta violentista del iceberg, porque nunca se le ha dado atención a la gran base del témpano, sumergida y prácticamente desaparecida de la agenda nacional.
Ya viene siendo hora de que la Región como un todo diga ¡Basta!, y que nos dejen a La Araucanía y su gente decidir sobre su futuro. Es necesario que la Región se empodere y haga cargo del tema. Bien puede un plebiscito regional ayudar a relevar un camino de consenso para cumplir nuestros sueños de una Araucanía multicultural viviendo en armonía.
Basta de usar a la Región y su pobreza estructural como tribuna o vitrina mediática, para subir escalones de la fama. Menos gárgaras y figurones, y más soluciones.
Basta de ser un laboratorio de experimentación e improvisación de políticas públicas mal diseñadas a control remoto desde la capital, por quienes tienen escaso conocimiento de la realidad regional. Políticas que nunca han dado el ancho, ni han podido representar alguna solución pertinente para nuestros problemas.
Basta de dar tribuna preferencial a las minorías violentistas, pasando a llevar a la gran mayoría silenciosa del pueblo mapuche, para variar postergado y olvidado. Basta de omitirse y dejar los espacios, es hora de ocuparlos y asumir los protagonismos que corresponda.
Para terminar, esta columna es la misma de hace 10 años, solo tuve que cambiar un par de palabras, así de grave y dejada de lado, por parte de todos, está la situación.
"Ya viene siendo hora de que la Región como un todo diga ¡Basta!, y que nos dejen a La Araucanía y su gente decidir sobre su futuro. Es necesario que la Región se empodere y haga cargo del tema".