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Creando escenas en una carnicería

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1-¿Cómo tomó forma "Cadáver exquisito"?

-Fue un momento que recuerdo perfectamente. Un día pasé por una carnicería y lo que vi fueron pedazos de cadáveres colgando. Me quedé alucinada pensando en cómo naturalizamos la muerte y la violencia de otros seres y pensé que podríamos naturalizar el consumo de carne humana. Pero la idea se gestó mucho antes como efecto de las conversaciones con mi hermano Gonzalo Bazterrica -a quien le dediqué la novela- en su restaurante. Es un estudioso de la alimentación consciente y, a través de su búsqueda logré entender que lo que comes te puede enfermar o curar.

2-¿Qué has podido reflexionar sobre la producción industrial de la carne?

-La novela surgió cuando me hice vegetariana, pero no la escribí como panfleto. El fanatismo es otra forma de violencia, no me interesa convertir carnívoros en vegetarianos. Pero sí creo que con nuestra decisión, los vegetarianos y veganos estamos cuestionando una industria millonaria y una tradición muy enraizada. Si bien hoy hay más opciones vegetarianas, lo que prima es la carne generada por una industria despiadada y lo que trabajo en mi novela es la escisión brutal que hemos forjado con la naturaleza y los otros seres.

3-¿Cuáles son tus obsesiones como escritora?

-Mi literatura es de denuncia. Los temas que me interpelan, que me movilizan para escribir son las distintas facetas de la violencia: los seres invisibilizados y oprimidos como las mujeres, las minorías y los animales. También los fanatismos religiosos o de ideas que se llevan a un extremo peligroso. Algunos de estos temas los trabajo con el humor y la ironía como en mis cuentos y otros, como en "Cadáver exquisito" los trato de una manera más fría y despiadada porque eso es lo que me pide la historia.


En resumen

Con "Cadáver exquisito" (Alfaguara), y bajo el alias de Hannibal Lecter, la argentina Agustina Bazterrica se presentó y ganó el Premio Clarín Novela. Situada en un mundo donde está permitido comer carne humana, el protagonizada se llama Marcos Tejo y trabaja en uno de los principales mataderos de Buenos Aires.

La escritora Agustina Bazterrica ganó con esta novela el Premio Clarín.

3 preguntas

Agustina Bazterrica y su novela caníbal

Alejandro Meter

Charlie Kaufman recorre los laberintos del tiempo

Netflix acaba de estrenar "Pienso en el final", ingeniosa y alucinante película del guionista de "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos".
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Hace ya dos décadas, Charlie Kaufman logró más o menos algo inédito dentro del cine: que se valore una película por el guionista que está detrás, más que por el director. "¿Quieres ser John Malkovich" y "El ladrón de orquídeas" se consideran obras de Kaufman aunque hayan sido realizadas por Spike Jonze. Lo mismo pasa con "Human Nature" y "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", dirigidas por el francés Michel Gondry. En todas ellas encontramos la marca propia del escritor: humor absurdo, pesimismo existencialista y una fuerte obsesión por los laberintos de la mente.

Cuando Kaufman debutó como director en 2008 con "Synedoche, New York" ya sabíamos perfectamente quién era. Protagonizada por el fallecido Philip Seymour Hoffman como un dramaturgo megalómano que reconstruye la ciudad de Nueva York para una obra monumental que nunca terminará, el filme llevó al extremo las inquietudes de uno de los narradores audiovisuales más singulares del panorama. Luego se atrevió con "Anomalisa" (2015), cinta animada, tan taciturna como el resto de su trabajo, sobre un motivador profesional que está tan desencantado de la vida que todas las voces les parecen la misma.

"Pienso en el final", su tercer largometraje como realizador, es una evolución natural de su imaginario y refleja las paradojas del streaming. Al parecer Netflix no era el enemigo del cine como pensaban en Cannes, sino que un estimulador de operaciones autorales, financistas generosos de un Kaufman que radicaliza los mecanismos enmarañados de sus espejismos.

La voz en off de una joven sin nombre (Jessie Buckley) -desencantada y obsesiva como todos los personajes del autor- revela su flujo de pensamientos mientras se dirige, junto a su nuevo novio (Jesse Plemons), al hogar de los padres de él, ubicada en una granja lejana. Afuera nieva fuertemente. Cuando llegan se encuentran con animales muertos conservados por la nieve, la huella de cerdos carcomidos por gusanos, una casa con parajes misteriosos y los padres del novio (Toni Collette y David Thewlis), matrimonio ajado y excéntrico que facilitará las tensiones de sobremesa.

Kaufman, quien en el viaje de ida ya nos alertó sobre las rarezas venideras mediante algunos saltos inesperados en el montaje, reflexionará sobre el tiempo y la memoria y, jugando con los códigos formales de las casas encantadas, saltará a un cóctel de excentricidades que incluirá anacronismos, números musicales de danza, realidades fílmicas paralelas incrustadas (como un falso largometraje dirigido por Robert Zemeckis ) y una larga lista de referencias que van desde el poeta William Wordsworth y los ensayos de David Foster Wallace hasta la famosa crítica destructiva que Pauline Kael hizo de la película "Una mujer bajo la influencia", de John Cassavetes.

"Pienso en el final", basada libremente en la novela homónima de Ian Reid, está desbordada de ideas y de decisiones cinematográficas arriesgadas que, al margen de sus planteamientos, apelan al viaje sensorial. Esta es acaso una clave para navegar los fascinantes océanos de Kaufman: no dejar que la frialdad de la interpretación arruine el calor de la experiencia emocional.

Una pareja va a visitar a los padres del novio en una granja lejana mientras cae la nieve.


En resumen

"Pienso en el final" es el tercer largometraje dirigido por el guionista Charlie Kaufman.

Por Andrés Nazarala R.

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