Parto con esta columna escrita el sábado recién pasado con la convicción de que la expresión Apruebo y Constituyente se impuso por una ejemplar mayoría.
También creo que todos los medios de comunicación de gran parte del mundo, están destacando la madurez cívica de esta pequeña nación sudamericana que supo elegir un camino constitucional para convertirse en un mañana cercano en un país justo y equitativo.
Se debe reconocer el valor y la iniciativa de una inmensa cantidad de chilenos que presionó en manifestaciones públicas a través de todo el territorio por un cambio total de Constitución Política construida y promulgada por un régimen de facto, sin Parlamento e Instituciones políticas y sociales y firmada por un personaje que aún divide a nuestra sociedad y que es objeto del rechazo de todas las democracias del mundo.
Como ciudadanos preocupados del futuro de las nuevas generaciones debemos aceptar que las sociedades van evolucionando y junto con ello sus necesidades y aspiraciones que se comparten masivamente con los medios que ponen a disposición las redes del Internet.
Pero vamos al tema de ayer dilucidado, Chile en materia de Constituciones, creo, tenemos un récord particular: en nuestra joven historia cívica hemos consumido diez, las de 1811-1813-1814-1818-1822-1823-1828-1833-1925-1980.
Espero nadie se moleste pero puede que algunos no sepan claramente para qué sirve una Constitución tan intensamente clamada, especialmente en este último año. Entonces no está demás señalar que ella no hace milagros y mucho menos ese es su objetivo. Por ejemplo, los problemas de injusticias social , de equidad que tenemos como sociedad chilena no se resolverán con una nueva Carta Magna, pero, eso sí, permite materializar cambios estructurales, como empoderar al Estado con un rol más social, reemplazando una metodología subsidiaria como ocurre en la actualidad en nuestro país.
En una interpretación simple, se podría decir que el espíritu fundamental de una Constitución es limitar la intervención del poder político y la igualdad de los ciudadanos, buscando con ello impedir que una esfera de la sociedad colonice y subordine a otras. Como un dato a los aspirantes a constitucionalistas que serán escogidos en elecciones libres e informadas, la actual Constitución chilena tiene 120 artículos distribuidos en catorce capítulos y en veintinueve disposiciones transitorias y ha sido corregida treinta y un veces. La única Constitución hecha el 17 de septiembre de 1787 y que ha tenido los Estados Unidos consta de siete artículos y 27 modificaciones.
Como dice una canción, "se hace camino al andar". Hagámoslo en paz y con la vista puesta en un destino más próspero para dieciocho millones de habitantes.