La verdad y la aspiradora robot de Eric Goles
Con "Una especie de zumbido en la cabeza", el matemático vuelve a las librerías. El científico habla de matemática aplicada e inteligencia artificial para limpiar el piso y otras bellezas.
En "Una especie de zumbido en la cabeza" (Planeta), Eric Goles plantea cómo el computador y la inteligencia artificial son consecuencia de una pregunta filosófica, que comienza su recorrido en el mundo griego no menos de 500 años antes de Cristo: ¿qué es la verdad?, ¿cómo se determina?
"En cuanto a la inteligencia artificial, pensaré que hemos interpolado una nueva inteligencia en el cosmos cuando mi pequeño robot aspiradora se detenga porque sí, porque le da lata seguir aspirando, que haga huelga. Entonces, ¿qué será de la humanidad?", lanza el Premio Nacional de Ciencias Exactas 1993, mientras su máquina que reemplaza a la vieja escoba sigue tragándose el polvo de las esquinas.
El ingeniero matemático de la Universidad de Chile y doctor egresado de la francesa Universidad de Grenoble actualmente hace clases en la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, donde dirige el doctorado en Ingeniería de Sistemas Complejos.
Es autor además de doscientos artículos científicos y una docena de libros, entre los cuales se cuentan las novelas "El zapato perdido de la Marilyn" y "La conspiración de Babel". Con esta última ficción montó un relato sobre dos líneas temporales: la de un joven estudiante de ingeniería de la Universidad de Chile y la del genial lógico y matemático Kurt Gödel en la Viena nazi que partió a Estados Unidos a cobijarse en la Universidad de Princeton en los años cuarenta.
"Una especie de zumbido en la cabeza" es el título de su nuevo libro. Lo sacó de la respuesta que dio el matemático Alan Turing cuando le preguntaron sobre la inteligencia. Capítulo a capítulo Goles va desarrollando un ensayo que toma como punto de partida una vieja interrogante humana, razón de todo lo conocido hasta ahora: ¿qué es la verdad?
De esta manera, el científico chileno describe su afán: "Empecé buscando la verdad en la biblioteca de Alejandría y en el mismísimo Euclides. Luego me impresionó mucho Ramón Lull, quien inventó un procedimiento mecánico para buscar la verdad en el siglo XIII. Más tarde me cautivaron Descartes, Leibniz y George Cantor, el inventor de la teoría de conjuntos. Punto aparte para Kurt Gödel que demostró que la verdad matemática es, en muchos casos, inalcanzable. ¡Aunque sea verdad! Y por supuesto Alan Turing, el inventor del computador con su diagrama lógico, el mismo que usamos hasta hoy y que de pasadita nos dejó las primeras reflexiones serias sobre inteligencia mecánica y artificial".
-¿Cuál es el gran misterio de la matemática? ¿Es el lenguaje universal de la naturaleza?
-Nadie puede dar una respuesta definitiva a eso, aunque en este universo y con nuestro sistema cognitivo, el formalismo matemático se acomoda bien a la interpretación de la realidad en muchísimos aspectos. Sin embargo, pareciera que debemos inventar nuevas áreas de esta disciplina, conjugadas con algorítmica, para entender otros fenómenos muchísimo más complejos que el mundo de la física. En particular y a nivel biológico: ¿qué es pensar?, ¿qué es tener conciencia?, ¿cómo pensamos?, ¿es esto reproducible, predecible? Y en eso estamos los científicos tratando de estudiar desde variadas disciplinas: ciencias cognitivas, física, biológica, computación y matemática.
-¿Cómo está el estudio de la matemática en Chile?
-La comunidad de matemáticos nacionales es muy buena. Somos pocos, pero diría que somos buenos. Por cierto, se requiere más matemática, más ciencia en general y en tal sentido las señales de gobierno, en particular del recién creado Ministerio de Ciencia, son equívocas, confusas. De hecho se ha cortado el presupuesto para los becarios al extranjero y también los aportes a las universidades.
-¿Hay alguna relación entre matemática y fe?
-No es necesario tener algún credo para ser matemático. Sería como preguntarle esto mismo a un jugador de ajedrez, así que creyentes o no creyentes hacemos matemáticas ciñéndonos a las mismas reglas de juego. Algo en broma, dado los resultados de matemáticos como Gödel y Turing, que probaron qué hay problemas en este universo que son indecidibles (es decir, que nunca se podrá determinar si son verdaderos o falsos) cuando yo me enfrento a un problema matemático debo tener fe. Al menos en que podré dar una respuesta. En este sentido, si la matemática fuese una religión, después de los resultados de Gödel y Turing, sería la única que ha demostrado que es necesario tener fe.
-¿Es la voluntad la última frontera en el desarrollo de la inteligencia artificial?
-Sería un tremendo hito desarrollar programas con voluntad. Que seamos capaces de crear voluntad en sustratos no biológicos, con máquinas que sientan ganas, miedos y deseos. Y aunque estamos muy lejos de eso, creo que somos máquinas, de modo que ¿por qué no podríamos ser reproducibles? ¿Por qué no seríamos capaces de replicar nuestra mente en otro sustrato que no sea biológico? Veo que es difícil y que nuestras capacidades se han desarrollado en miles de millones de años de evolución. Y en esto de los programas inteligentes, llevamos menos de un siglo.
-¿Qué le parece la inteligencia artificial aplicada a las artes?
-Es muy interesante, porque tiene que ver con la sorpresa y la creatividad. Hoy existen programas que pintan y emular a grandes pintores, incluso ponen en aprietos a expertos que certifican originales. A mi juicio, eso es un nuevo soporte para los creadores. Creo que en el futuro se hará arte genuino cuando las máquinas tengan algún libre albedrío o voluntad. O cierto concepto de belleza.
Goles dictará en la UAI el curso online "De la verdad matemática a la inteligencia artificial".
Por Amelia Carvallo
"¿Qué es pensar?,
¿qué es tener conciencia?, ¿cómo pensamos?,
¿es esto reproducible, predecible? Y en eso estamos los científicos".
Iván splapnicar