Protección a menores
Lamentablemente, los ataques a menores parecieran ser prácticas mucho más extendidas de lo que se cree. Según algunas publicaciones que se han realizado en los últimos años, se cree que en todo el país al menos siete mil niños y niñas son explotados sexualmente.
En los últimos años se ha podido apreciar un aumento de las noticias referidas a la pedofilia, la pornografía infantil, el grooming (acoso sexual a menores vía Internet) o el homicidio de niños. Lamentablemente, los ataques a menores parecieran ser prácticas mucho más extendidas de lo que se cree. Ello explica que de forma permanente se desmantelen redes de pedofilia o de pornografía infantil. Significa que algo anda mal en nuestra sociedad.
Por eso, ha sido necesario ir adecuando las leyes a las nuevas exigencias, pero a la vez es necesario prevenir estas situaciones, lo que obliga a replantearnos qué actitud debemos tener respecto de la prevención de estos hechos.
A mediados de 2019, se aprobó una indicación presentada por el Gobierno a un proyecto de ley para que los delitos sexuales contra menores no prescriban. Con la legislación anterior, había un plazo de cinco años para investigar estos delitos y diez años cuando se trataba de crímenes. Hay que considerar que cuando las víctimas son niños, sienten un comprensible temor de denunciar y en muchas ocasiones solo se atreven a hacerlo cuando han pasado años y el delito ha prescrito. Ese cambio en la legislación se produjo en momentos en que el país estaba conmocionado por el caso de la menor Ámbar Lezcano, de un año y medio, quien murió al ser abusada.
Estos son delitos con una alta tasa de reincidencia, de manera que la sociedad no puede permanecer indiferente y debe proteger a sus menores. De la misma manera, era necesario hacer imprescriptibles estos deleznables delitos en la legislación, para resguardar a los niños, contribuir a la seguridad, la integridad física y psicológica de ellos, y sobre todo castigar a los autores. Sin embargo, también los padres deben redoblar sus esfuerzos por protegerlos y disminuir al mínimo la oportunidad de verlos expuestos a estos ataques. Los abusos sexuales de menores no son errores o pecados que se pueden perdonar sino graves delitos que deben ser perseguidos por la justicia y cuyos autores y encubridores merecen ser castigados.