Descender de los barcos
"Los mexicanos salieron de los indios, los brasileños de la selva, pero nosotros, los argentinos, llegamos de los barcos". La frase del mandatario Alberto Fernández frente a su par español Pedro Sánchez desató hace unos días todo un escándalo. También se volvió motivo de burla. En tiempos de reinado absoluto de las redes sociales, rápidamente aparecieron los memes. "Alverso" lo llegaron a bautizar en Twitter, ello debido a su incontinencia verbal, mezcla de porteño canchero y sabihondo de café.
La frase, mal atribuida a Octavio Paz, encierra sin embargo una creencia bastante común en Argentina: que ellos descienden de los barcos y no del mestizaje con los pueblos originarios. Se trataría de los europeos de Sudamérica. ¿Creen que exagero? La próxima vez que crucen la cordillera pongan oído en cualquier sobremesa o viaje en taxi, lo creen y a pie juntillas. Es tan común el mito que Fernández ni siquiera es el primer Presidente en exponerlo en público.
Mauricio Macri, su antecesor, lo hizo el año 2018 en el Foro Económico de Davos, Suiza, buscando congraciarse con la Unión Europea: "Todos los Sudamericanos somos descendientes de europeos", dijo en esa oportunidad y sin siquiera ruborizarse. Lo propio hizo Cristina Fernández de Kirchner el año 2015. "Somos hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes. Esto es la Argentina", señaló orgullosa la mandataria. Hablamos nada menos que de sus tres últimos jefes de estado. Dos de izquierda y uno de derecha. ¿De qué trata todo esto? ¿Solo frases desafortunadas?
El tema es profundo, hunde sus raíces en la consolidación del Estado en la segunda mitad del siglo XIX y su expansión territorial hacia el Chaco y la llamada Tierra Adentro, las pampas y Patagonia de mapuches y tehuelches. Fue Domingo Faustino Sarmiento, político, pedagogo e intelectual de renombre, el primero en resaltar la inmigración europea despreciando las culturas locales. Su lema fue "civilización versus barbarie". Allí se origina el relato de la sociedad "blanca, inmigrante y sin indios". Allí nace el famoso mito de los barcos.
Pero esto también aconteció en nuestras tierras. El Chile "blanco, europeo y sin indios" fue el sueño de las élites criollas del siglo XIX. La culpa fue del mismo Sarmiento. Exiliado en Chile en varias ocasiones por los entreveros políticos de su país, sus ideas racistas influyeron enormemente en los intelectuales locales. Dos de ellos fueron Benjamín Vicuña Mackenna y Diego Barros Arana, este último nada menos que el padre de la historiografía chilena. Ello tendría nefastas consecuencias.
En muchas de sus obras Barros Arana trata a los pueblos originarios de lo peor. "Salvajes", "primitivos", "brutos", "holgazanes" y "miserables" son algunas de sus expresiones sobre el pueblo mapuche. A su juicio solo éramos "indios malos en tierras buenas" o una "vergonzosa barbarie cuya amenaza aún pesa sobre Chile". Sus ideas -calco y copia de las de Sarmiento- fueron el perfecto marco teórico para la posterior invasión militar del territorio mapuche.
Fue lo que también aconteció en Argentina. Reemplazar indios por vacas era el gran sueño de los hacendados bonaerenses hacia 1870 y tras las campañas de Roca así lo hicieron. Llenar el Wallmapu con inmigrantes era por su parte el sueño del abogado y jurista Juan Alberdi, el también llamado "padre constitucional de Argentina". Su frase "gobernar es poblar" se volvió célebre en aquella época. Poblar de europeos, claro, no de "indios". Cuesta creer cómo siguen pegados en lo mismo.
Fue Domingo Faustino Sarmiento, político, pedagogo e intelectual de renombre, el primero en resaltar la inmigración europea despreciando las culturas locales. Su lema fue "civilización versus barbarie".