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Habitante del sector La Chimba de Antofagasta, el sacerdote jesuita Felipe Berríos se la juega todos los días por transformar la vida de numerosas personas que han sobrevivido a la línea de la pobreza. Su norte es acompañarlas, entregarles herramientas para la vida y devolverles la dignidad. Tal ha sido el éxito de su empeño, que el modelo de "Barrios Transitorios" que echó a andar en el Norte Grande está a próximo a ser replicado en la Puerta del Sur, Temuco.
Lo cierto es que las intenciones avanzan. Berríos estuvo hace una semana en la capital de La Araucanía para responder a la invitación que le hiciera el alcalde de la ciudad, Roberto Neira, quien lo visitara antes en Antofagasta para conocer en terreno cómo se trabaja con los enormes campamentos allá en el desierto.
De regreso en casa, el sacerdote asegura estar convencido que el modelo de intervención de la Fundación Recrea funcionará en tierras sureñas. De ello, de los argumentos que lo llevan a confiar en esto y de cómo ve a la iglesia en el siglo XXI y a La Araucanía con sus virtudes y dolencias habla con sentido crítico y también con esperanza en esta entrevista.
- Padre, hace poquito estuvo en Temuco para visitar tres campamentos locales dado que la nueva alcaldía se ha propuesto replicar los "Barrios Transitorios" que usted ha emprendido con entusiasmo en Antofagasta. ¿Cómo fue esa visita? Y ¿con qué sensación se fue de acá?
- Esta visita se produjo porque el alcalde electo, en ese momento, viajó a visitarme y a conocer el Barrio Transitorio; coincidió que estaba también la presidenta de la Cámara Chilena de la Construcción de Temuco y él la invitó a la reunión. El alcalde se entusiasmó con poder hacer estos barrios en Temuco, y fue interesante porque se incorporó el nuevo gobernador regional y un equipo del ministerio de Desarrollo Social y del Serviu. Es algo positivo porque están interesadas dos autoridades políticas de distinto signo, más los privados, para hacer un esfuerzo conjunto con el objetivo de hacer algo con los campamentos de Temuco. Me quedé muy contento al ver el entusiasmo de las autoridades, la fuerza de los equipos y al percibir que todavía es manejable la situación de los campamentos allí. No son los campamentos gigantes que uno encuentra en Antofagasta. Creo que hay posibilidades de hacer algo.
- ¿Qué situaciones alcanzó a advertir en los campamentos que visitó en la capital de La Araucanía?
- Conocí tres campamentos distintos en tamaño y en cómo se formaron, pero en general viven las mismas dificultades. Es gente que ha quedado fuera del sistema y vive fuera del sistema. Y justamente, el barrio transitorio es una manera para que ellos se puedan incorporar a la sociedad. O sea, un campamento o una toma es ilegal, y la vivienda definitiva es algo legal, entonces, entre lo ilegal y lo legal hay un paso intermedio que son los barrios transitorios.
- Desde la experiencia in situ ¿cómo describiría los 'Barrios Transitorios'? Y ¿qué tan replicable son en otras regiones?
- Con la calidad de gente que encontré allí y con el entusiasmo mostrado por las autoridades yo creo los Barrios Transitorios son totalmente replicables en Temuco. Este proyecto se llama 'Barrio Transitorio' porque las viviendas permanecen y la gente va pasando. El problema mayor no es solo la falta de vivienda, sino el hecho que existen personas que por años están viviendo en la informalidad, sin pagar arriendo, sin pagar el agua o la electricidad, o sin normas de convivencia, las más mínimas, y por ello están expuestas a toda clase de problemas. Entonces, es necesario que esas personas tengan la experiencia de vivir con ciertas normas, de pagar su consumo, algo que después les tocará hacer. Además, mientras se espera la vivienda la idea es proteger a esas personas de la delincuencia, de la droga, preocuparse de los niños, de las mujeres, etcétera. Es un barrio parecido a un condominio y que no es mejor que la vivienda definitiva. Pero no se trata de saltarse la fila de la gente que está esperando, muchas veces, en lo que llamo en un campamento no territorial, que son los allegados. Entonces, no es saltarse la fila, sino que mientras se espera la gente pueda aprender a costear su consumo y a vivir con ciertas normas que protejan a niños y a ellos mismos.
TRANSFORMACIÓN
- Usted mencionó en Temuco que una de las razones para crear esta política de intervención social surge del hecho que las personas y las familias se van deteriorando en la línea pobreza y no podemos ser indiferentes a ello. ¿Es posible realmente transformar vidas con esta forma de hacer barrio?
- Sí, de hecho, hace seis años que vivo en un barrio transitorio y he visto el proceso de cambio de la gente. Los niños pueden jugar en los pasajes, hay jefes de pasaje que van aprendiendo a convivir con los vecinos, tenemos una biblioteca que tenía dos a cuatro visitas mensuales y hoy tiene 700; o sea, ciertamente hay un cambio en la dignidad de las personas, siendo igual una situación precaria, sin embargo, es mucho más digna y segura, y eso genera un cambio de actitud.
- Junto con acompañar con mayor dignidad a los habitantes de los campamentos, en estos barrios existe un centro de formación para adultos para el enseñanza y aprendizaje de oficios y habilidades para la vida. ¿Cómo ha funcionado esa experiencia?
- Bueno, hay un conjunto de cosas, ojalá podamos hacerlas todas. Vamos a tener que empezar con algunas. Hay una biblioteca como decía, están las Tardes Protegidas, que es un lugar donde los niños pueden esperar mientras las mamás vuelven del trabajo, allí se les ayuda con las tareas, con el desarrollo psico-emocional; lo mismo hay para chiquillos más grandes con la Casa de la Juventud; está el Círculo de Mujeres, el área deportiva y está también este centro de formación en oficios básicos enfocado en el autoempleo, el cual está abierto también a otros pobladores. O sea, es un conjunto de cosas que yo espero poder hacer en Temuco con la Fundación Recrea, pero por algo tendremos que empezar. Y en general, hay una buena respuesta a estas experiencias. Yo conversé con autoridades del Serviu, de Vivienda y de Bienes Nacionales y diría que viendo el compromiso que hay es muy factible esto que salga y salga bien.
- Imagino que no todo es perfecto, ¿existe algún punto ciego que le preocupe salvar o mejorar?
- Yo creo que lo más difícil es que el Estado se ha ido retirando de la periferia de las ciudades y después del 18 de octubre de 2019 desapareció totalmente. No hay presencia del Estado entre la gente que vive en los campamentos, entonces, puedes hacer un reglamento de convivencia, pero si alguien no lo cumple no hay autoridad a la cual pedir ayuda. Esa es la parte que diría es la más complicada. Sirve la presión social de los mismos vecinos, pero uno quisiera que el Estado estuviera más presente.
- ¿Cómo se financia un modelo de esta naturaleza?
- Nosotros hemos usado, a veces, fondos de emergencia que maneja el Ministerio del Interior, pero también hemos hecho una segunda etapa de más de cien y tantas casas con fondos del Minvu, a través del Serviu, que son para las instalaciones previas a la vivienda definitiva. Hay una fórmula que permite el financiamiento.
- Y el mundo privado ¿colabora?
- Bueno, esta vez fue importante que haya estado la Cámara de la Construcción de Temuco y haya venido a Antofagasta, yo espero que colabore, porque este es un tema social que afecta a la ciudad entera y es bueno para distinguir quiénes son realmente las personas necesitadas y quiénes se están aprovechando.
IGLESIA Y REGIÓN
- Chile despertó. Las iglesias fueron criticadas y los templos atacados en el estallido social de 2019. Frente a una sociedad cada vez más vigilante, ¿cómo se hace o cómo debiera hacerse iglesia en el siglo XXI?
- Nosotros como iglesia católica tuvimos una especie de estallido social en los años sesenta. Allí nace el Concilio Vaticano Segundo y este decía que la jerarquía en la iglesia estaba al servicio del pueblo de Dios, que eran todos los bautizados. Ahí se avivó la iglesia con mucha fuerza en las comunidades de base. Pero en los años ochenta hubo un retroceso brutal y volvimos de nuevo a una iglesia verticalista, donde la jerarquía más bien se sentía dueña de la iglesia y no al servicio del pueblo de Dios. Entonces, a la pregunta en cuestión, diría que la Iglesia Pueblo de Dios estuvo presente en el estallido, está en las ollas comunes, está presente en los hospitales; lo que no está presente es la jerarquía, incluidos los curas que nos hemos creído superiores y eso ha provocado mucha rabia en la gente.
- Padre, ¿cómo ve desde el norte de Chile a La Araucanía? Su potencialidad, su pobreza y su conflicto…
- Uno cuando viene de la sequedad del desierto ve la maravilla que ustedes tienen en el entorno, los bosques, los ríos y uno queda sorprendido, pero yo diría que ese paisaje está atravesado por una de las zonas más pobres de Chile y está muy atravesada por el conflicto que tiene el Estado de Chile con los pueblos originarios, en particular con el mapuche, y también con los colonos a los que le entregó tierras que no eran de ellos, pero fue un problema del Estado y que tiene que resolverlo el Estado, primero, reconociéndolo y dialogándolo. Como muchos chilenos, en el colegio me enseñaron más sobre las pirámides de Egipto que sobre el pueblo mapuche. Todas esas cosas hay que corregirlas, y son lentas de corregir, pero creo que vamos por buen camino. Pero también el Estado tiene que hacer respetar el Estado de Derecho.
"Hace seis años que vivo en un barrio transitorio y he visto el proceso (…), ciertamente hay un cambio en la dignidad de las personas, siendo igual una situación precaria, sin embargo, es mucho más digna y segura, y eso genera un cambio de actitud".
"El Estado se ha ido retirando de la periferia de las ciudades y después del 18 de octubre de 2019 desapareció totalmente. No hay presencia del Estado entre la gente que vive en los campamentos, entonces, puedes hacer un reglamento de convivencia, pero si alguien no lo cumple no hay autoridad a la cual pedir ayuda".
"Diría que la Iglesia Pueblo de Dios estuvo presente en el estallido, está en las ollas comunes, está presente en los hospitales; lo que no está presente es la jerarquía, incluidos los curas que nos hemos creído superiores y eso ha provocado mucha rabia en la gente".
"(El conflicto con los pueblos originarios) fue un problema del Estado y que tiene que resolverlo el Estado, primero, reconociéndolo y dialogándolo".