La congestión vehicular en las rutas de alto tráfico, los atochamientos hacia y desde la capital regional, la coincidencia en los horarios de ingreso y salida desde lugares de trabajo y estudio, así como también la gran cantidad de vehículos que circula en Temuco conforman el escenario más complejo que ha vivido la zona en cuanto a movilidad y su relación con la calidad de vida de sus habitantes.

Largas filas de vehículos, llegadas con retraso a recintos de educación y laborales, esperas prolongadas de transporte público y finalización de las jornadas diarias con un horario más allá de lo esperado complicaron a muchos habitantes, lo que se vio reflejado las calles de la ciudad. Se trata de una situación que se preveía desde antes del inicio de la pandemia y que era tema central de las preocupaciones locales hasta 2019.

Si bien la pandemia, desde marzo de 2020 a la fecha, generó una pausa en las complicaciones cotidianas de movilidad, lo cierto es que las cifras indican que desde que se retomara la presencialidad en las distintas actividades la situación volvió y lo hizo con mayor impacto.

Durante los últimos meses de emergencia no se habían palpado efectos tan extremos como los que se perciben hoy, ya sea porque aún la gente trabajaba o estudiaba de manera telemática y por la pausa que trajo consigo el período estival. Sin embargo, desde inicios de mes y especialmente en la última semana, los tiempos de viaje se prolongaron con mayor intensidad y hubo tacos en diversos horarios en las principales vías temuquenses, por lo que el municipio ha adoptado una serie de medidas, como la prohibición de virajes en algunas esquinas del centro.

Incluso, hay algunas voces que aseguran que la situación requiere una medida como la restricción vehicular, como lo ha planteado el alcalde, con el fin de disminuir la cantidad de vehículos en las calles.

El rol del Gobierno Regional es clave en esta situación, así como también las futuras autoridades locales, ya que serán quienes deben asumir la definición de medidas que ayuden a mejorar la calidad de vida de quienes transitan en Temuco y, además, obtener los recursos económicos que den pie para proyectar la zona de forma más sostenible, sustentable y equitativa.

El clima de violencia que se vive en nuestra Región ha dejado muchas víctimas, más de lo que muchos creen y que incluso algunos no reparan o dimensionan en su totalidad.

Cuando se producen ataques incendiarios, sufre usted, sus amigos, su familia, porque se ponen en juego la integridad de toda la ciudadanía y junto a ello también la seguridad alimentaria de nuestro país.

Los productos que llegan a su mesa y a la de todos los chilenos, son gracias a la labor de los agricultores, los que a diario trabajan día y noche, para que usted tenga la oportunidad de adquirir lo que consume.

El pan no nace espontáneamente, antes se siembra trigo, se cosecha, se envían los granos a una molinera y después se hace harina, lo que permite que usted pueda tener este alimento que es infaltable en la mesa de millones de chilenos.

Con cada ataque incendiario a predios donde se trabaja la tierra, junto con la violencia -episodios que han sido repetitivos en el último tiempo- hemos tenido víctimas, jefes y jefas de hogar sin trabajo, se ha dañado la producción de alimentos, se encarecen los precios, algo que usted, yo y todos lo sentimos.

Por eso defendamos nuestra agricultura, apoyemos a los agricultores del país y sobre todo a los de La Araucanía, con quienes existe una deuda tremenda que se arrastra por años.

Los gobiernos anteriores no cumplieron en su totalidad lo que tenían que hacer con aquellos que trabajan la tierra y es por eso que todos debemos alzar la voz, no importa el sector político, para pedir que se defienda a nuestros agricultores, entregando mayores medidas de seguridad, para que sigan realizando su labor, trascendental para todos los chilenos.

Jorge Rathgeb Schifferli,

diputado de Renovación Nacional por La Araucanía,