La Armada tiene misiones que son fundamentales para lograr que Chile sea un país independiente. La primera y más relevante es la protección de la soberanía y la integridad territorial; luego, la participación de apoyo para ayudar a quienes sufren catástrofes y emergencias; y en tercer lugar, la cooperación internacional, pues Chile debe proteger su Océano Pacífico, proyectarse comercialmente al mundo y ahí la labor de la institución armada es decisiva al corresponderle proteger 3,5 millones de kilómetros cuadrados de mar territorial. A la Armada se le ha encomendado el resguardo de la navegación, de la policía marítima y del combate contra la contaminación.

La institución ha realizado importantes esfuerzos, en medio de ajustes presupuestarios relacionados con la pandemia. El año 2018 se inició en Asmar la construcción del proyecto "Antártica I", unidad del tipo rompehielos que reemplazará al rompehielos "Oscar Viel", que está en la etapa final de su vida útil. Permitirá aumentar las capacidades de acceso, investigación, sostenimiento, búsqueda y rescate, siendo el primer buque de este tipo construido en Sudamérica, lo que ha representado un desafío para la industria nacional de construcción naval. Esta nave tendrá una gran capacidad de almacenamiento de combustible, pudiendo transportar carga a granel y contenedores.

La importancia del Chile marítimo se le debe a aquellos visionarios que supieron aquilatar, en la distancia del tiempo, lo que significaría. José Miguel Carrera tal vez fue el primero que lo demostró, al adquirir con su propio patrimonio los buques que debían formar una escuadra que le diera a la patria el dominio del mar. Bernardo O'Higgins, que con esas "cuatro tablas" logró conquistarlo.

El 95% del comercio que mueve Chile viene y se va por mar, por lo tanto, las vías marítimas son vitales, dándole a la Armada la misión de proteger ese comercio para que sea expedito, libre y oportuno. Asimismo, entrega apoyo a la comunidad científica en sus investigaciones acerca de los recursos marinos y los efectos del cambio climático.

Han pasado treinta y dos años desde que nuestro país recuperó su democracia y en este tiempo el conflicto mapuche -empujado hábilmente por un pequeño grupo de comunidades de las casi dos mil ochocientas que existen en la Región- ha dado paso en su favor en forma incuestionable.

En ese lapso no menor, estos mismos grupos levantaron con singular energía la firma de los diversos gobiernos chilenos del Convenio Internacional signado con el número 169 y que ya habían aceptado 189 naciones de nuestro planeta; de no muy buena gana el Senado aprobó dicha resolución y ese poder legislativo y la dirigencia creyeron que con ello el tema se solucionaría.

Sin embargo en la práctica nada de esas presunciones cristalizó en hecho reales y se convirtió el documento, en cambio, en un acuerdo meramente literario al cual no le confieren mayor trascendencia ni huincas ni mapuches hoy en día.

Analizando el tema que tiene a La Araucanía en un ambiente pleno de pesimismo respecto a un moderno desarrollo político y económico por culpa de casi dos siglos de indiferencia a las justas demandas de este pueblo originario, no podemos ocultar nuestra preocupación respecto de hasta dónde llegarán los actos de violencia rural.

Tan real y crítica es nuestra realidad que ante invitaciones que diversos sectores le han formulado al actual Presidente, respecto a que nos visite él señaló que "lo haré cuando estén dadas las condiciones". Ante ello nuestra respetuosa pregunta: ¿Cuándo será?

Hace una semana atrás, uno de los grupos radicalizados, que ya son diversos, hizo un llamado para que se les devuelvan cerca de diez mil hectáreas entre Victoria y Traiguén y, que de no ser posible, hará que su movilización no se detenga.

Seamos francos, el Estado chileno miró por encima del hombro las peticiones que este sector originario planteó y creyó que con unos raquíticos bonos de desarrollo la situación se mantendría otros dos siglos.

Tan torpe se ha sido como Estado, que en materia de Inteligencia para anteponerse a los hechos violentos, han sido superados hasta el día de hoy por la que desarrollan estos grupos radicalizados. Recordemos cuando un tiempo atrás invadieron Temu Cui Cui 800 policías, cientos de patrulleras, tanquetas y helicópteros a las seis de la madrugada, y a las cuatro de esa alborada los peñis ya habían echado abajo el puente que permitía dicho ingreso, resultando un policía muerto y tres heridos. Por el otro bando, nada que lamentar.

Hace pocos días el actual gobierno ha anunciado que irá al corazón del problema y se devolverán y comprarán tierras, se instalará agua potable, luz eléctrica, recursos económicos para desarrollar proyectos. Nosotros, los que aquí vivimos decimos "que Dios lo oiga y el diablo se haga el sordo".

Roberto Muñoz Barra,

exsenador, presidente Instituto Estudios Públicos Social Demócrata

Muy utilizado ha resultado el nuevo tramo del camino que une a la localidad de Cajón con Vilcún, entregado hace ya más de un año. Son siete kilómetros y medio de pavimentación que tuvieron un costo de 35 millones de pesos y que han permitido un desplazamiento mucho más seguro y veloz por esta ruta interior.

Pavimentación cambia el rostro de calles de la Región

Un notable aumento en la cantidad de kilómetros pavimentados han registrado las calles de las principales ciudades de La Araucanía. Y es que son numerosas las arterias que en este minuto se encuentran o en plena ejecución o en proyecto de iniciar los trabajos, situación que promete cambiar el rostro de estos sectores.

9 fallecidos y 436 nuevos contagios en La Araucanía

Los índices por el coronavirus en la Región de La Araucanía continúan al rojo, al registrarse 436 nuevos contagios y 9 fallecidos.

Se informó que hay 400 personas hospitalizadas, de las cuales 142 se encuentran en Unidades de Paciente Crítico. De estos últimos, 90 están conectados a ventilación mecánica.