"Esto ya lo he vivido", dice Neo en la primera película de la saga The Matrix después de ver pasar dos veces al mismo gato negro. "Un déjà vu suele ser un fallo en la Matrix", le explica Trinity. Déjà vu es una expresión francesa que significa, literalmente, ya visto. Son vivencias nuevas que se experimentan como acontecimientos ya vividos o sentimientos ya percibidos por las personas. Permítanme contarles que esto de tener la sensación de que ya se ha pasado por una situación equis es bastante común entre los mapuche, en especial a nivel político.
Como Neo muchos sentimos o percibimos esta semana que los anuncios en materia indígena del gobierno de Boric ya los habíamos vivido antes. Y no una, sino varias veces, ¡tal vez incontables veces en la última década! Qué decir del Estado de Excepción, medida calcada a las inconducentes políticas de seguridad de la administración Piñera, las mismas que eran duramente condenadas en el Congreso por quienes hoy gobiernan.
"Aprobar la extensión del Estado de Excepción no es estar a favor de la paz, es permitir la guerra y el derramamiento de sangre, es permitir la violencia", esgrimía la entonces diputada Camila Vallejo (PC) a la hora de rechazar el uso de militares en labores de orden público. Cinco meses más tarde, cambia todo cambia. "Lo que se busca es garantizar la libre circulación y que las necesidades de las comunidades puedan ser atendidas por el Estado", argumentó sobre lo mismo la hoy flamante ministra estrella.
Nada nuevo hay en el Plan Buen Vivir presentado el pasado martes por la ministra Izkia Siches. Es básicamente el Plan Araucanía de Piñera, que a su vez era una copia del Plan de Reconocimiento y Desarrollo Indígena de Bachelet II. Es decir, un déjà vu tras otro como en The Matrix. A saber, políticas públicas indígenas y prioridad al proyecto de ley que crea el Ministerio de Asuntos Indígenas, medida necesaria pero que, nobleza obliga, ya figuraba también en los planes de Piñera.
Sigamos con los déjà vu. Junto a lo anterior el Gobierno anunció que retomaría "la vieja tradición de parlamentar del pueblo mapuche", para luego aclarar que sus "parlamentos" tratarían sobre vivienda, conectividad y telecomunicaciones, entre otras áreas. ¿Sabrá La Moneda que los parlamentos eran solemnes juntas diplomáticas donde españoles y mapuche resolvían controversias y pactaban la paz? ¿Se imaginan acaso al toqui Lientur discutiendo con la corona sobre pavimentos participativos?
Otra vez nada nuevo bajo el sol. Y es que más allá del engañoso nombre (que de "parlamentos" nada tienen) hablamos de los mismos "diálogos ciudadanos" de Bachelet, "diálogos comunales" de Eduardo Frei o las tan recurrentes como fallidas "mesas de diálogo del Ñielol" impulsadas por Piñera. Déjà vu tras déjà vu. Por si no bastará, el Plan Buen Vivir fue anunciado tan solo horas antes que comenzara a regir el nuevo Estado de Excepción. "Sí, esto también ya lo hemos vivido", hubiera dicho el peñi Neo.
El Presidente Boric ha caído en la vieja receta de tratar el tema mapuche mediante la aplicación de políticas sectoriales y el incremento de la seguridad pública en las zonas catalogadas como conflictivas. En pocas palabras, la vieja estrategia de la zanahoria y el garrote: políticas públicas e inofensivos diálogos para unos, fuerza pública, fiscales especiales y unidades militares para otros. Las cosas, por dolorosas que sean, hay que decirlas como son: ni por asomo es el plan de abordaje POLÍTICO del conflicto que Boric y Cía nos prometieron en campaña.
"El Presidente Boric ha caído en la vieja receta de tratar el tema mapuche mediante la aplicación de políticas sectoriales y el incremento de la seguridad pública en las zonas catalogadas como conflictivas. La vieja estrategia de la zanahoria y el garrote".