Tan pronto como empiezan a elevarse las temperaturas en la Región comienza a hacerse latente una amenaza que en los últimos años ha causado destrucción y amargura: los incendios forestales.

Se trata de un fenómeno que viene al alza en la última década, especialmente porque la cada vez más frecuente escasez de precipitaciones predispone a los bosques al avance del fuego, y al que la Corporación Nacional Forestal ha hecho frente con la destinación de más recursos que permitan financiar un número mayor de brigadistas que trabajen en la extinción de los incendios.

Si bien hay recientes eventos de gran envergadura en la memoria colectiva del país que dan cuenta de la destrucción y el daño que provocan estos siniestros, que a su paso arrasan con vegetación nativa y exótica, fauna e incluso asentamientos humanos, La Araucanía también ha sufrido los embates de grandes siniestros que no solo han acabado con extensas porciones de bosques nativos y plantaciones forestales, sino incluso con la vida de quienes los combaten.

De ahí que de este grave problema no solo debe preocuparse el Estado, a través de Conaf, que por cierto es la institución a cargo de velar por la protección de nuestras áreas silvestres protegidas, sino también los municipios y la propia comunidad, especialmente cuando se sabe que gran parte de los incendios forestales son causados por el hombre, ya sea a través de descuidos o bien por acciones intencionales.

Cuando se avecina una nueva temporada de incendios forestales, el llamado es a evitar cualquier acción que pueda generar un siniestro, y a la vez denunciar aquellos hechos que puedan dañar el bosque.

Cuidar los bosques es un imperativo del que toda la sociedad debe hacerse cargo, dada la importancia que estos tienen dentro del ecosistema, y en definitiva, para los seres humanos.

Cuando estaba en la etapa de transición entre la niñez y la adolescencia, mis padres me enviaban al boliche del barrio en donde me encontraba con un aviso interior destacado: "Hoy no se fía, mañana sí", tan inteligente lleno de claridad en la intención y percibía una picardía limpia de pueblo puro.

Hoy se me prende en la pluma de articulista y tal vez por mi edad, no me produce el mismo agrado. Ello porque el avisito lo han prendido los gobiernos (incluida dictadura) cuando se toca la cacareada Reforma Previsional.

Vuelta a la democracia desde el año 1990, gobiernos de izquierda y derecha han hecho fintas y juegos de piernas, maquillan, bonifican con algunos aguinaldos que duran en los jubilados menos tiempo que un grano de trigo en el pico de un pavo. Líderes de todas las sensibilidades, especialmente presidenciales, usan y hacer flamear banderas. No están exentos los del ala llamada progresista y los sectores de elite están bajo el embrujo de defender las resignadas AFP.

Hace pocas semanas el señor Presidente en las postrimerías de su mandato anunció el envío de dicha reforma y le pide al Congreso que la legisle rapidito y, de esos pasillos legislativos, dicen que ello no es posible, que se necesita tiempo. Si del año 1990 han pasado más de treinta años.

El sistema de capitalización individual obligatorio administrado por empresas privadas contó con gran difusión nacional e internacional como modelo exitoso. Se basaba esa excelencia en la firme creencia de que el mercado como factor regulador, generaría resultados óptimos para los trabajadores en su vejez.

Después de tantas décadas la realidad chilena es muy distinta a las metas que se habían fijado y que fue el aval que justificó la reforma que solo incluyó a los civiles y extrañamente no a los uniformados que siguen con sus propias cajas.

La experiencia chilena indica que aún en condiciones positivas un sistema de pensiones de capitalización exclusivamente individual produce y reproduce perdedores sociales.

De estos, los más afectados son las mujeres y, en general, aquellos trabajadores que, debido a su radiografía laboral, tienen lagunas previsionales. Por ello expertos sostienen que los costos sociales se asumen, en primer lugar, en forma individual pero a la vez se socializan ya que el Estado tiene que invertir sumas en subsidio y política social para equilibrar los sesgos sociales por el mercado y para mantener un cierto grado de cohesión social y en la estabilidad democrática.

Unos versos dicen: "La vejez está a la vuelta de cualquier esquina, allí donde nadie se imagina. La vejez es la más dura de las dictaduras. La grave ceremonia de clausura de lo que fue la juventud alguna vez".

Roberto Muñoz Barra,

exsenador, presidente Instituto

Estudios Públicos Social Demócrata

Con una inversión superior a los 7 millones de pesos aportados por el Gobierno de la IX Región, la población Huequén de Angol cuenta con un nuevo consultorio de salud acorde a los tiempos que corren, donde la salud exige de mayor tecnología y de la infraestructura necesaria para la atención de la comunidad.

Municipalidades en lucha contra el desempleo

Las últimas cifras del desempleo regional son la preocupación de los municipios de La Araucanía y en general de todas las comunas de la zona centro sur, donde el terremoto de febrero desestabilizó el funcionamiento de las ciudades. En la Región se han establecido protocolos para afrontar en conjunto el problema de la cesantía.

Gobierno reconstruirá

las iglesias quemadas

Del Fondo de Reparación de Víctimas de la Violencia Rural saldrán los dineros requeridos para la reconstrucción de las iglesias que han sido quemadas en diversos ataques incendiarios ocurridos en el último año en distintos puntos de la Región de La Araucanía.

Estos hechos delictuales han ocurrido principalmente en la zona rural.