Han transcurrido unos meses desde que se inició el retorno de las clases presenciales en la mayoría de los establecimientos educacionales del país, y la evaluación que se ha hecho es bastante positiva. Las escuelas que abrieron primero sus puertas lo hicieron con todas las medidas de seguridad que se dispusieron para las comunidades educativas, por lo que sirvieron como ejemplo para que otras instituciones se fueran sumando y pudieran volver en forma paulatina a las clases presenciales.

Se calcula que más de 1.500 millones de estudiantes de todo el mundo tuvieron que abandonar las clases presenciales el año pasado, debido a la contingencia del covid 19 y los países afrontaron un escenario sin precedentes, por los colegios y universidades físicamente cerrados. Sin embargo, de a poco se ha ido recomponiendo este año el tejido social de la comunidad educativa. La crisis también permitió valorar la importancia de Internet en la teleeducación, por lo que los colegios y universidades pudieron continuar con clases a distancia, aunque es evidente que esa experiencia nunca se puede igualar con la interacción de la clase presencial.

De acuerdo con la ONU, el mundo estuvo ante la disrupción educacional más grande de la historia, con escuelas que debido a la pandemia se mantuvieron cerradas, por razones sanitarias de fuerza mayor, una medida que afectó la vida estudiantil de niños y jóvenes. Millones de niños vieron interrumpida su formación en pleno período de educación preescolar, que es una importante etapa igualadora de oportunidades. Y si bien la educación se realizó a distancia, por Internet, o con apoyo de la televisión o la radio, muchos alumnos se quedaron atrás.

El proceso de regreso a clases presenciales ha sido fundamental, especialmente para los niños y jóvenes más vulnerables, quienes antes de la pandemia ya estaban en riesgo de abandonar la escuela, para aquellos más marginados por razones de pobreza, discapacidad o residencia en zonas rurales distantes, y para quienes por distintas razones tenían más dificultades para el aprendizaje, por lo que necesitaban interactuar más directamente con sus profesores.

Un árbol que pierde sus raíces, por acción natural o por acción del hombre, no tiene otro destino que caer rendido, desapareciendo del lugar que lo vio crecer y desarrollarse.

Es preocupante observar como hoy en día se posicionan posturas dentro de la sociedad chilena, que bajo la autoproclamación de ser liberalistas y defensores de especies animales vulnerables, con agresividad y falta de perspectiva de diversidad, imponen ideologías a la comunidad sin analizar ni reconocer que también puede existir otra realidad.

Grupos autodenominados como animalistas, es decir defensores de especies que desde hace decenios y siglos conviven con la raza humana, atacan a diestra y siniestra contra actividades deportivas, que derivan de legitimas actividades productivas de antaño. Procesos que permitieron mejorar sustancialmente el bienestar y confort de las personas, pasando de tener que procurar su sustento personalmente en el mundo rural, a poder vivir hoy en los cómodos espacios urbanos.

Algunas de estas tradiciones están insertas en nuestra esencia de chilenos, constituyendo el ADN esencial de nuestra existencia como pueblo y nación unitaria que tiene un mismo origen. El Rodeo chileno es una tradición generacional y cultural del campo que hasta el día de hoy se cultiva y practica transversalmente, entre Arica y Magallanes, como deporte nacional que se transmite de generación en generación.

Entendemos que a algunos no les guste o prefieran otro tipo de actividades deportivas, pero no se puede negar que esta disciplina deportiva, nace de una labor propia del campo chileno, en que se extreman las habilidades del equino y del jinete que no solo debe lograr un excelente trabajo en equipo con su binomio, sino debe tener un excelente estado físico para soportar el rigor de la jornada.

Los grupos antes referidos, no reconocen el valor de la vida rural, tratando simplemente de deslegitimar la vida en el campo, distanciando cada día más las posturas y la falta de entendimiento entre el campo y la ciudad.

Plantear como verdad una visión sesgada, que no reconoce el valor ancestral de una práctica habitual de la ganadería nacional, corta las raíces de este frondoso árbol que durante años nos ha cobijado con buena sombra.

Marcelo Zirotti Kehr,

vicepresidente Sofo A.G.