Lograr una integración y optimización de los procesos de la institución, bajo el prisma del uso de la tecnología e innovación como componentes facilitadores en la entrega de un mejor servicio a la comunidad es uno de los objetivos del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres, Senapred, y en situaciones como la que actualmente está afectando a la zona centro del país este objetivo se pone a prueba.

Hace dos años que se publicó en el Diario Oficial la Ley Nº 21.364 que estableció la creación del Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres, además de cambiar la Oficina Nacional de Emergencia por el Senapred.

El servicio como tal debe planificar, coordinar, organizar, asesorar y supervisar las actividades del Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Sinapred) para reducir el riesgo de desastres.

Esto, a través de labores de mitigación, preparación, alerta, respuesta y rehabilitación con el objeto de reducir la pérdida de vidas, disminuir los impactos económicos, los efectos medioambientales y proteger los modos de vida, contribuyendo al desarrollo sostenible.

Para ello tiene definidos focos estratégicos, como educar, crear conciencia y adoptar conductas responsables en la ciudadanía para reducir el riesgo de desastres, evitar crear riesgo y disminuir el impacto de los desastres.

No todos las comunas han cumplido con los planes de la Reducción del Riesgo de Desastres como aquellos de Emergencia, a pesar de que tenían como plazo máximo para su implementación el 7 de agosto.

Las inundaciones nos recuerdan que es realmente prioritario que los municipios concluyan la elaboración de estos planes y cumplan lo antes posible con la normativa.

¿Cómo apoyamos la implementación de la Ley REP, si no nos preocupamos de separar en casa los residuos orgánicos? La gestión de estos residuos desempeña un papel fundamental en la promoción de prácticas sostenibles y en la reducción de la huella ambiental en la Región. Los residuos orgánicos, como restos de alimentos y materiales biodegradables (principalmente restos de frutas y verduras), son una porción significativa de los desechos generados en los hogares, y su manejo adecuado es un aporte en los problemas de contaminación y contribuir a la economía circular.

En La Araucanía, la inclusión de sistemas de separación en origen es un enfoque clave para gestionar los residuos orgánicos de manera efectiva. Los hogares son alentados a separar restos de alimentos y otros materiales orgánicos del resto de los desechos, permitiendo su recolección y tratamiento diferenciado. Esta práctica no sólo reduce la cantidad de residuos que llegan a vertederos, sino que también facilita su transformación en recursos valiosos, como compost, humus y otras enmiendas naturales para los suelos.

Los beneficios son diversos. En primer lugar, disminución de la carga en vertederos y prolongar su vida útil, evitando acumulación de desechos que generan problemas de salud pública y ambientales. Se disminuye la producción de gas metano, contaminante climático de vida corta y gas de efecto invernadero, con un poder de calentamiento global 25 veces mayor que el CO2. Además, la producción de compost a partir de residuos orgánicos contribuye a enriquecer los suelos, a mejorar su salud y microbiología, su capacidad de retención de agua y nutrientes, lo que beneficia la agricultura regenerativa en la Región.

Es fundamental la promoción de la educación ambiental para que los habitantes de La Araucanía adopten prácticas de gestión de residuos orgánicos en sus hogares. Campañas educativas pueden informar a la población sobre los beneficios del compostaje, o de otras prácticas sostenibles y sobre la importancia de reducir la cantidad de residuo que llega a vertederos.

La colaboración de autoridades locales y regionales, organizaciones comunitarias y empresas de reciclaje y compostaje es vital para establecer una infraestructura eficiente de gestión. Crear puntos de recolección específicos e invertir en instalaciones para su tratamiento y transformación son medidas que pueden impulsar el éxito de estas iniciativas. La escala varía, y puede ir desde soluciones individuales y domiciliarias, el compostaje comunitario y el agrocompostaje; hasta llegar a soluciones centralizadas como plantas de compostaje y biogasificación (biogás).

La gestión de residuos orgánicos domiciliarios es esencial para reducir la cantidad de desechos y mitigar los impactos ambientales y, con la combinación de educación ambiental, colaboración entre diferentes actores y la implementación de sistemas de separación y tratamiento de residuos, La Araucanía puede avanzar hacia una gestión de residuos más sostenible y responsable.

Eduardo Araneda Schüler,

ingeniero Instituto de Medioambiente Ufro