Diálogo y soluciones
La mayoría de la población regional espera con especial atención que se frene la escalada de violencia. No hay excusas para seguir permitiendo que en un territorio tan importante como La Araucanía esté imperando el descontrol y la violencia.
La Región de La Aracanía ha sido escenario del recrudecimiento de escenas de violencia que han terminado afectando con especial intensidad a los habitantes de varias comunas, como Ercilla, Collipulli, Curacautín, Victoria, Traiguén, entre otras, que viven atemorizados por las consecuencias del conflicto.
La quema de viviendas y maquinaria, cortes de rutas y violentos desalojos en algunos municipios de la Región, dan cuenta de un escenario de extrema tensión y, sobre todo, vulneración del derecho a vivir en paz de familias que se sienten profundamente afectadas por este tipo de situaciones.
Hay un mayoritario porcentaje de la población regional que espera con especial atención que se frene la escalada de violencia, con un mejor trabajo de inteligencia e investigaciones que establezcan quién está detrás de los atentados.
El sistema de Justicia, hasta ahora, no ha sido eficiente en desarrollar las indagaciones que lleven realmente a establecer responsabilidades en torno a casos tan dramáticos como lo vivido en las últimas semanas.
Pero aquello, sin duda, no es suficiente.
Se debe insistir, tal como lo han planteado diversos actores políticos, en abrir un diálogo donde junto con el Estado -representado por el gobierno de turno- también tengan participación los gremios y empresas afectadas, los líderes mapuches, etcétera, con el fin de encontrar soluciones para este clima que tan mal le hace a la Región y sus habitantes.
De alguna manera hay que encontrar la fórmula, ya que no podemos seguir quejándonos y argumentando la complejidad de la tarea para no abordarla. Es una urgencia que demanda, casi con desesperación, la comunidad regional.
Efectivamente, no hay excusas para seguir permitiendo que en un territorio tan importante como La Araucanía esté imperando el descontrol, la violencia y la imposibilidad de abrir un diálogo profundo para encontrar una salida a un conflicto ya que se ha extendido por demasiado tiempo.